En La Nación de hoy, informan que un estudio que divulga la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, arroja como resultado que es gratificante para los monos capuchinos dar alimento a otro mono de su entorno social/familiar. De este modo, creerían estar encontrando bases biológicas a emociones y sentimientos también presentes en el hombre.
Si esto fuera así, dos tercios de la humanidad no viviría en la indigencia o la pobreza, ni habría hambre en el mundo. Evidentemente, si algo está fallando, no es en la naturaleza ni en la biología, o sí, pero Dios no tiene tiempo de ajustar las clavijas de su obra, atento como anda en recuperar socios para sus clubes eclesiales de barrio. Encima, a este fiel vasallo divino le coartan las iniciativas más novedosas de marketing beato...
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