Porque me aferro a las cosas
a veces me dejo caer
sólo para volver a sentir
la secreta felicidad de un reencuentro
la satisfacción
de no saber qué ocurrirá,
y de estar provocándolo.
Y porque temí perderte
preferí dejarte una noche
desoír tus palabras en llanto
la insinuación de la madrugada
audaz y ahogada
como si no hubiera existido,
y provocándola.
Así llegará el reencuentro
sentados a una mesa
como si nunca hubiera habido tiempo
en nuestros seres llenos de historia,
la que no hubiera sido
de no haber sido por nosotros
provocándonos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario