Amor… amor mío: no puedo.
Sos demasiado: me abruma.
No entiendo.
Algún día estaremos, lo sé, frente a frente
–si es que existe el Cielo
y nos está destinado a los que aquí blasfemamos sin remedio–
y podré permitirme decirte cómo quiero el beso,
cómo sueño nuestras vidas
y los miedos.
Lo que más me detiene de vos es tu propio vos,
tu magnífico eludirme día a día;
y luego estoy yo: tan cansado,
tan siempre a punto de cerrar las ventanas
y saltar a la nada desde las cornisas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario