Tu mente y tu cuerpo se convencen con silenciosa furia y se esconden por momentos y luego reaparecen,
y a veces se delatan pero otras se ponen rojos como la llama de un fuego muy antiguo que se alimentara del terror o la impotencia,
y es entonces cuando callan y yo grito, o quisiera gritar, pero se me quedan en la garganta las palabras,
porque siempre preferí dejarte entre cercos e inocencia, y contemplarte
desde mis márgenes:
fantasearte,
hasta que te aplaques.
Ahora es cuando me desprendo de mi cuerpo y danzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario