Hay cosas que nunca fueron para uno y otras que, a determinada edad, dejan de serlo: en algún momento es inútil sazonar ciertos platos, y conviene reemplazar esos antiguos deseos por otros, más modestos. Nadie podrá decir que no se lo intentó, aunque siempre será más fácil la mofa por lo perdido o nunca conquistado: mientras se huye, lo único que vale es conservar ágiles las miles de piernas que construyen el silencio y el vacío en que, por dolorosa suerte, hoy estamos.
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