Desangelada esperanza de retomar el juego donde seducimos nuestros sentidos en el tiempo,
enredándonos en las palabras de una historia que ha sido nuestra –y que ha vuelto,
que de a ratos abandonamos: enfermedad sin remedio –;
hoy será de nuevo la partida y el regreso,
las hojas de un árbol que siempre florece y vuelve a su invierno,
nuevamente la cosecha, el ciclo vital: el fin y el recomienzo:
el lugar donde los dos depositamos las furias y los miedos, el amor y el desencuentro
dejando que domine la noche en nuestros cuerpos:
el deseo,
ese antiguo recorrerse a tientas, cerrados los ojos, en un sueño,
el hábito hecho acto: nuevo, virgen, pleno,
desconociéndote siempre –nueva ilusión, dolores viejos–
e intacta la esperanza, el futuro sin lógicas y entero.
Esta noche será la primera, como ella, y sin serlo:
esta noche vuelvo a vos, sin conocerte, y sabiendo.
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