No lo creerías –ni yo lo creo–: te extraño;
extraño
tus bucles en mis dedos,
las palabras acerca del mundo,
las manos en tus muslos,
las noches con mosquitos entre flores y sombras,
tus miradas
descubriéndome,
y yo allí, nuevo y virgen en tu cuerpo
apenas dos noches
y a veces muriendo
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