Tormenta de viento y polvo en la ruta.
Te veo, te tengo; manejo corriendo para llegar a casa: tus ojos custodian;
se arremolinan las hojas y el polvo, es blanco el camino
y manejo a tientas, envuelto en los soplos de otros momentos.
Estás –no sabías– en el camino, cuando pongo quinta,
siempre estás –siempre–, estrellas sedientas ,
te veo: al costado, enfrente, a oscuras:
siempre estuviste, por suerte, amor mío;
la ruta es un páramo donde sopla la muerte
y yo llevo vida pues te llevo, vida.
Llegando al mundo,
(allí donde estamos, estuviéramos, estarías),
el viento enrolla papeles en la calle:
en casa tus ojos son lecho, fragor, fantasía.
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