No pretende olvidarte
tras años de buscarte y esperar:
apenas desea revivirse,
sentirse recorriendo una piel
que enciende el fuego de un momento
y se consume en cada llama;
implora momentos más allá de sus sueños
esos pequeños instantes de deseo
en los que valen los cuerpos, las manos, las lenguas,
todo eso;
no pretende olvidarte, no puede:
hace tiempo que carga sus fantasmas
y decidió -ya decidió- hacerlo.
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