Actualizaciones en lo que va del tiempo:
viernes, 1 de febrero de 2008
Tal como habíamos comentado, la Bersuit tocó gratis para 25.000 personas • Fue en el marco de la Fiesta del Mar y el Acampante, en Río Negro • Aquí, un comentario de primera mano, y primera fila
Hasta ahora no habíamos tenido la ocasión de conversar acerca de la Bersuit, aunque a veces estuvo en proyecto este tópico. Una banda cuyas principales características son (¿fueron?) la fusión de estilos musicales diversos en una base rockera nítida, y letras ácidas, irónicas, con momentos de altos vuelos líricos, otros de incorrección política y hasta algunos de patologías diversas e inteligentemente aludidas (sumados a cierto nacionalismo fundamentalista, es cierto). Una muy buena banda, creo, que nos dio los '90. Y como para muestra, obvia y trillada, pero no por eso menos elocuente, basta un botón, releé la letra de El pacto, uno de esos temas que justifican, ellos solos, la existencia de un grupo de rock en este mundo. Y como bonus track, otro botón, el de "play", que tenés que apretar para ver la intro bien acústica de esta canción en el recital de que estamos tratando.
La Fiesta del Mar y el Acampante es un evento que, desde hace unos años, viene realizando la Municipalidad de la ciudad de Viedma (Río Negro). El año pasado, por caso, se presentó en el acto inaugural, también gratis, Divididos, y al término de esta edición (del viaje de regreso, bah) cerraban los festejos los pachangueros muchachos de Kapanga. Obviamente, este tipo de eventos es el comentario de la gente y de la prensa patagónicas, y bienvenido sea que una Secretaría de Cultura, a más de 1000 km de la jungla, se encargue de organizarlos gratuitamente.
En un pequeño escenario enclavado en la playa central del balneario El Cóndor, en el medio de dunas y médanos, a las 22.30 puntual comenzó el show. El sonido, para los que estábamos adelante, bien adelante, fue bueno, aunque el viento (siempre hay un poco de viento en aquellos lares) no ayudó a los que quisieron o tuvieron que escuchar desde atrás, bien atrás. El público era, en su mayoría, rionegrino, de toda la provincia, y su forma de vivir la fiesta fue, a los ojos de un alienado de estas coordenadas, muy patagónico, muy tranqui, aunque no por eso menos intenso.
Las características del escenario fueron, supongo, el condicionante principal por el cual, desde la puesta en escena, el espectáculo fue demasiado sobrio, demasiado calmo, demasiado medido. El repertorio, a su vez, incluyó mucho tema nuevo, mucho último disco, eso que desconocemos aquellos que seguimos a la Bersuit desde ...Y punto, y que notamos un viraje un tanto indigesto después de De la cabeza. Obviamente, es más que lícito que un grupo musical desee promocionar su/s último/s trabajo/s, pero quizás tendrían que haber tenido en cuenta que su presencia en vivo en aquellas tierras no es un hecho usual, y que por ello mismo el público habría de estar esperando más clásicos (Los Stones, que en esto de repetirse y perdurar han hecho el doctorado, bien lo saben cuando eligen el repertorio que desarrollan en estas pampas y el que arman para el Norte). Iluminación y sonido, como hemos dicho, suponemos estuvieron relacionados con las posibilidades del escenario, por lo que no insistiremos en sus carencias y sobriedades.
La banda sonó, en líneas generales, bien: ajustada, sincronizada, afinada. Quizás faltaron guitarras al palo, y quizás por eso al cierre del show el violero se mandó al frente y tiró un lindo solo de guitarra al viento, como para despertar a los loros barranqueros que fueron, sin duda los protagonistas de la noche, junto con la luna redonda que coronaba el cielo: el Pelado les dedicó a ellos, en cada intermedio, una a una las canciones del show. A esta presentación le siguió la de Mar del Plata, que quizás fuiste a ver o tal vez veas este sábado en La Viola, por TN. Pero, como siempre, te lo adelantó tu blog favorito, que te regala, completito, el último tema del recital:
Un pacto para vivir,
odiándonos sol a sol
revolviendo más,
en los restos de un amor,
con un camino recto
a la desesperación.
¿Desenlace?
En un cuento de terror.
Seis años así,
escapándome a otro lugar
con mi fantasía.
Buscando otro cuerpo, otra voz,
fui consumiento infiernos
para salir de vos,
intoxicado, loco,
sin humor...
Si hoy te tuviera aquí,
cuando hago esta canción,
me sentiría raro.
No tengo sueño, mi panza vibra.
Tuve un golpe energético,
milagro y resurrección.
Y eso que estaba tieso,
bajo control...
El poder siempre manda:
si para tenerte aquí
habría que maltratarte,
no puedo hacerlo: sos mi Dios,
te veo, me sonrojo y tiemblo.
¿Qué idiota te hace el amor?
Y hoy quiero darle rienda
a esta superstición...
La Fiesta del Mar y el Acampante es un evento que, desde hace unos años, viene realizando la Municipalidad de la ciudad de Viedma (Río Negro). El año pasado, por caso, se presentó en el acto inaugural, también gratis, Divididos, y al término de esta edición (del viaje de regreso, bah) cerraban los festejos los pachangueros muchachos de Kapanga. Obviamente, este tipo de eventos es el comentario de la gente y de la prensa patagónicas, y bienvenido sea que una Secretaría de Cultura, a más de 1000 km de la jungla, se encargue de organizarlos gratuitamente.
En un pequeño escenario enclavado en la playa central del balneario El Cóndor, en el medio de dunas y médanos, a las 22.30 puntual comenzó el show. El sonido, para los que estábamos adelante, bien adelante, fue bueno, aunque el viento (siempre hay un poco de viento en aquellos lares) no ayudó a los que quisieron o tuvieron que escuchar desde atrás, bien atrás. El público era, en su mayoría, rionegrino, de toda la provincia, y su forma de vivir la fiesta fue, a los ojos de un alienado de estas coordenadas, muy patagónico, muy tranqui, aunque no por eso menos intenso.
Las características del escenario fueron, supongo, el condicionante principal por el cual, desde la puesta en escena, el espectáculo fue demasiado sobrio, demasiado calmo, demasiado medido. El repertorio, a su vez, incluyó mucho tema nuevo, mucho último disco, eso que desconocemos aquellos que seguimos a la Bersuit desde ...Y punto, y que notamos un viraje un tanto indigesto después de De la cabeza. Obviamente, es más que lícito que un grupo musical desee promocionar su/s último/s trabajo/s, pero quizás tendrían que haber tenido en cuenta que su presencia en vivo en aquellas tierras no es un hecho usual, y que por ello mismo el público habría de estar esperando más clásicos (Los Stones, que en esto de repetirse y perdurar han hecho el doctorado, bien lo saben cuando eligen el repertorio que desarrollan en estas pampas y el que arman para el Norte). Iluminación y sonido, como hemos dicho, suponemos estuvieron relacionados con las posibilidades del escenario, por lo que no insistiremos en sus carencias y sobriedades.
La banda sonó, en líneas generales, bien: ajustada, sincronizada, afinada. Quizás faltaron guitarras al palo, y quizás por eso al cierre del show el violero se mandó al frente y tiró un lindo solo de guitarra al viento, como para despertar a los loros barranqueros que fueron, sin duda los protagonistas de la noche, junto con la luna redonda que coronaba el cielo: el Pelado les dedicó a ellos, en cada intermedio, una a una las canciones del show. A esta presentación le siguió la de Mar del Plata, que quizás fuiste a ver o tal vez veas este sábado en La Viola, por TN. Pero, como siempre, te lo adelantó tu blog favorito, que te regala, completito, el último tema del recital:
Etiquetas de esta entrada: Recitales
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario