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Actualizaciones en lo que va del tiempo:

• El diálogo • Viejas locas • "Presidenta" (O cómo intentar el ninguneo incluso desde el nombre) • Perdonar es divino • Carta abierta a Fito • Macri y su viento en la cola • Soy empleado estatal • Consideración de la luna en el poniente • Ya tengo mis bodas (y mis bolas) de porcelana • Eros • Sacalo Crudo • Avisos clasificados, rubro "Varios" •Piza, birra, faso (soneto estrafalario) • Varela Varelita • Indómito destino




domingo, 28 de marzo de 2010

Bussines are bussines

El discurso hegemónico de la época marca que podés ser, con la condición de resignar; podés entrar, siempre y cuando normalices lo que sos en función de lo que te dictan: pertenecer tiene sus privilegios (y sus agachadas). Intentá mantener quién sos, tu independencia, tus principios (a tu modo y a tientas, porque nadie tiene la varita mágina), o tus mundanos gustos, y serás tildado de crispado, intolerante, o hipócrita, incluso por aquellos que son políticamente correctos o te aprecian (o dicen haberte querido). Nada ni nadie escapa a esta ecuación: mientras me servís, estoy fervorosamente con vos; cuando ya no, (cuando me son más útiles otros) me alejo como si nada.

Negocios son negocios y, como tales, marcan la pulsión de cada biografía y de la historia. Lo que hasta ayer estaba bien, hoy está mal y viceversa: si me sirve, es seguridad jurídica y si no me sirve, es extorsión. Cada uno habla como si no tuviera historia, como si la historia empezara a partir de él, y del momento actual. De nada servirían, entonces, las muestras de respeto, de lealtad, las famosas reglas de juego. Ser como soy, y desde ahí vincularme con vos, respetándote, sólo me llevará al perdidoso sitial del boludo.

La aceptación (o no), la persecución y el silenciamiento del otro siempre está atravesado por motivos materiales: le darán la voz al que diga lo que se quiere escuchar. Será, entonces, preferible que no se nos conceda tal privilegio; será, entonces, lo más sano resignar amigos, aliados y tongos, para mantenerse tal cual se es: siempre quedará algún intersticio desde donde perdurar, con menos lastre y más vigor que antes.

sábado, 27 de marzo de 2010


Mercado de abasto, con Tita Merello, Pepe Arias y Pepita Muñoz; dirigida por Lucas Demare. Clásica película costumbrista, que presenta a una puestera del Mercado quien se encuentra en la disytuntiva de optar entre dos hombres: uno, a quien ama y que sólo la utiliza para su propio beneficio, y otro, dueño de un puesto, quien haría y daría aría todo por esa joven. Un melodrama bastante previsible y obvio que, no por ello, dejará de satisfacer al espectador.

Calificación:

Imagine

El 24 de marzo, el golpe y el genocidio • Una escuela que es como un país, y un país que todavía no quiere aprender de su propia escuela • Estúpidas reflexiones a la hora de la siesta

Hagamos, por un instante, el siguiente ejercicio. Supongamos una escuela con veinte cursos, a razón de treinta alumnos/as por curso: seiscientos alumnos/as en total. De ellos, dos por división son catalogados de "traviesos", "quilomberos", etc.: cuarenta pibes/as en toda la escuela. Imaginemos también que estos adolescentes hacen cosas por encima de la media: rompen vidrios, insultan descaradamente a los sacrosantos docentes, tiran bombitas de agua (pero rellenas con lavandina) a sus coquetas compañeritas, etc. La situación es insostenible, y todo el mundo (docentes, auxiliares, padres, y hasta los mismos compañeros/as buenos, o sea, los que "no andan en ninguna") piden sangre. Y la dirección, el abnegado director de esa escuela, sigue apostando al diálogo, a la reflexión, a la autodisciplina (o sea, «no hace nada»)

Supongamos que en las clases de educación física de esa escuela no se practica vóley o baloncesto o fútbol, sino boxeo. Y que hay un profesor-instructor que se las trae. Un buen día, decide "tomar cartas en el asunto" y -sigilosamente, primero- agarra a uno de estos revoltosos, a solas, y le dice que o se deja de joder o lo caga a piñas. Como el pibe no se acomoda y sigue bardeando, la siguiente vez el profesor, en un lugar retirado del edificio, cumple su promesa. El alumno, maltrecho, va y le comenta a su preceptora lo que ocurrió pero ella le contesta que por algo habrá sido. Ante esto, el flaco decide no seguir ventilando la situación, que se repetirá una y otra vez con otros de sus compinches.

Como la cosa no termina de acomodarse, una mañana ese profesor decide que todo tiene su límite, y que sin él esa escuela jamás se acomodará. Entonces, llega temprano, se mete en la dirección y establece que, a partir de ese día, la escuela queda bajo su control operacional. Impone rígidas reglas cuyo cumplimiento da una opresiva sensación de orden, elogiado por padres, auxiliares, docentes y quinientos sesenta alumnos. Los otros cuarenta, muchos de los cuales ya habían sido advertidos, entienden que llegó su hora. Uno a uno comienzan a invisibilizarse pero, obviamente, no alcanza: el nuevo "director" está disupuesto a acomodar las cosas. Y por lo tanto, comienza a planear y ejecutar formas cada vez más sofisticadas de sostener ese orden: se empieza a rumorear que a uno lo dejó atado al mástil del patio todo un turno de clases, que a otro lo encerró tres horas en un baño que no era higienizado desde hacía dos meses, etc. Llegado cierto momento, los cuarenta alumnos no estuvieron más en esa escuela: nadie sabía qué les había pasado, pero todos preferían creer que, por fin, se los había echado o se les había dado el pase a otro lugar.

En esa situación ideal de reestablecimiento del orden escolar, y a medida que se va quedando sin castigados, el instructor incorpora nuevos destinatarios/as de sus acciones. Siempre fue un enfermo (sólo un enfermo podría ser instructor de boxeo) y ahora tiene rienda suelta a su perversión: al de mejores notas, por ser el de las mejores notas; a la de las trencitas más prolijas y ajustadas, por esa misma razón. En definitiva, todos y por cualquier motivo: el clima perfecto de terror para que nada pasara sin que él lo autorizara.

Las motivaciones de este funesto personaje son harto conocidas; el final de su historia, también. La pregunta de fondo es: una vez que deje la dirección, el poder, ¿qué hacer con él?

Si se decidiera que es merecedor de lo mismo que realizó, entonces nadie allí aprendió realmente nada. Si se creyera que la fuerza de cuarenta alumnos homologó la desmedida perversidad de un adulto que se auto-invistió la responsabilidad de estar a cargo de la escuela, se simplificarían demasiado las cosas: se termina en el armisticio, o pidiendo perdón inter pares, como si nada hubiera pasado. Si se lo condecorara por los servicios prestados, se estaría comprobando que ese colectivo (o colectivos superpuestos y en tensión) al que denominamos "comunidad escolar", sencillamente, enfermó junto con el profesor de educación física.

El único, verdadero, genuino camino es el de la memoria, la verdad y la justicia. Le pese a quien le pese y chille quien chille. Juicio y castigo en cárceles comunes para los genocidas y sus cómplices no es un eslogan, ni es revanchismo. Urgen la unificación de causas y la aceleración de procesos, dando por probado el plan sistemático de exterminio de personas, para que no sea esa supuesta y bucólica "justicia divina" la que se encargue de ellos.


Los muchachos de antes no usaban arsénico, con las actuaciones inmejorables de Mecha Ortiz, Arturo García Buhr, Narciso Ibàñez Menta, Bárbara Mujica y Mario Sóffici; dirigida por José Martínez Suárez. Un grupo de ancianos amigos y una reconocida ex actriz, esposa de uno de ellos, viven en un majestuoso caserón antiguo. La rutina del grupo se ve alterada con la aparición de una joven y bella tasadora de propiedades, quien le ofrece a la actriz la posiblidad de consumar un millonario negocio inmobiliario. A partir de entonces, se desatarán las pasiones humanas: la amistad, el matrimonio, la ambición y también, la muerte, enmarcadas en el mejor humor negro que el cine argentino ha logrado a la fecha.

Calificación:



La cigarra no es un bicho, protagonizada por un amplio elenco de rutilantes figuras: Luis Sandrini, Amelia Bence, Enrique Serrano, Guillermo Battaglia, Mirtha Legrand, Ángel Magaña y Narciso Ibáñez Menta, entre otros, y dirigida por Daniel Tinayre. Desarrollada en 1963, esta cáustica comedia refleja estereotipos sociales, prejuicios y conflictos que se desarrollan en un albergue transitorio, donde un marinero francés muere por peste bubónica y todos los huéspedes deben guardar un período de cuarentena.

Calificación:

miércoles, 24 de marzo de 2010

Se confirmó hace unos días que el Indio Solari toca en Tandil, el día sábado 13 de noviembre • En un esfuerzo sobrehumano de producción, UN BLOG DE VARIEDADES acreditará, como corresponde, a un enviado especial • Mientras, este temazo


Sopa de lágrimas (para el Pibe Delete)

© Carlos Solari, 2007


No es el momento
ni es el lugar...
(todos nos miran mal, muy mal)
para hacer nuestra escena
esa que trae problemas
cuando no sirve llorar... (¡oh, no!)

¿Podré olvidarte?
o me acordaré toda la vida de vos... (¡oh, no!)
¿Cómo podría amarte
con tanta melancolía?
¡Un ángel inútil flechó y nos erró!

Ya lo intentamos todo
durante un año largo.
Tormentas y soledad con dolor...

Se acaba el tiempo...
no puedo ver qué oculta tu reír (¡oh no!)
¿Cómo podría amarte
con tanta melancolía?
Fue tan sombrío y feliz nuestro amor...

lunes, 22 de marzo de 2010

Los otoños del hereje suelen ser así, monótonos y grises;
los preceden unos tibios días como de primavera
(que pronto desaparecen
en ilusoria tormenta, donde se cobijan
días que se suceden como
hojas que se pierden,
y no dejan más marca que el recuerdo de lo que hubiera sido,

de lo que nunca ha sido)


Los otoños del hereje se fundan en su historia,
en contemplar inmóvil el curso de las aguas
que ya no calman
encontrando en cada silueta la sombra del pasado,

los éxtasis de las floraciones

que no han germinado.

22/3/10

domingo, 21 de marzo de 2010

División de poderes: ejecución, legislación y judicatura • El mito de la imparcialidad y del bien común • Cuando se borra con la mano lo que se pregona con el culo

Esta semana el padre de la jueza Sarmiento fue detenido por orden judicial. La magistrada, que falló con inusitada celeridad en contra del decreto de "necesidad" (?) y "urgencia"(?) (por el cual se habilitaba el uso de reservas del Banco Central para el pago de deuda), salió a decir que el Gobierno manipula y presiona a la justicia. Como en las tragedias griegas, los corifeos masmediáticos reprodujeron su cantilena. Que la manipula, no sería tan evidente, habida cuenta de la sentencia de, precisamente, esta señora; que la presiona, es otorgarle un poder visionario (de que carece) al gobierno, en tanto es una causa que comenzó en 2006.

Cosa curiosa, nuestros magistrados y lo que pasa con la justicia. Un juez nacional de primera instancia con competencia en ciertos temas, anula en su fallo la sentencia de un juez de otra jurisdicción y otra competencia. Se dictan sentencias, se resuelven apelaciones, en tiempo récord. Y hasta el vicepresidente, que lo es en tanto Poder Ejecutivo al que pertenece (mal que le pese) apela la decisión que un juez tomó a favor de ese mismo gobierno que integra. Tanto despelote armaron que, creyendo que los beneficiaría, el río revuelto terminó paralizándolos, mientras sus jerarcas los miran azorados y le preguntan a la Corte Suprema: ¿y vos, chabón, de qué lado estás?.

Mientras tanto, los jueces siguen tomando decisiones que, de uno u otro modo, implican cosas bien concretas. Decisiones acerca de legislación que debería producir el Poder Legislativo, ese potrero donde algunos quieren demostrar que el 28 de junio la lupa determinó que la tienen más grande. Hace un tiempo escuché a Sarlo en la tele; advirtía -horrorizada- que este gobierno, así como fue por la libertad de expresión (son palabras mías: no recuerdo las exactas), iría ahora por una ley de "matrimonio gay", para captar y cooptar al electorado progre. La ex académica acertó ese ProDe. ¿Será la nueva batalla K de 2010? ¿Importa más (o menos) esa ley que la de Entidades Financieras, por ejemplo? ¿Es válido plantear la equivalencia -legislativa, política, económica, cultural- de ambas iniciativas?

Hace un tiempo en este blog se escribió al respecto. Muchos amigos/as (no necesariamente putos, claro está) no estuvieron de acuerdo conmigo. Sin embargo, la noticia de hoy parece darme la razón: la gente no convive ni se casa, y hasta rompe su relación vía Facebook (¡qué monada, gordi!). Una consigna es inexcusable: todos/as con los mismos derechos, para después cada uno decidir qué hace con ellos. Por las dudas, el inefable Gerente General de Buenos Aires, quien se solaza en el espectáculo farandulesco, está por producir un chiste fenomenal, a tono con la coyuntura: convertirá a la clásica avenida rosa en vuelta y vuelta... Perdón, doble mano.

En estos tiempos, cuando -el hasta ayer marxista- Cordera desvaría divinidades, se hace muy difícil mantenerse afuera. Se termina naturalizando la polarización y, finalmente, los pobres mortales aceptan alguna K en su nombre o firma, o la niegan con el mismo énfasis.

Las contradicciones son tan evidentes -y la hipocresía tan poco elegante-, que se elogia allí lo que se denosta aquí. Ya no cuidan las formas -ni siquiera las del recato- y con tal de azuzar a la amable teleplatea olvidan detalles tales como que evadir no es uno de sus tantos privilegios, sino un delito, a secas, o suponen -doctos leguleyos, al fin, acostumbrados a modificar las normas a su antojo- que nuestra Constitución (esa que establece la forma representativa, republicana y federal), puede incorporar, categorías monárquicas ad hoc, tales como 'dinastía' (salvo que el colaboracionista Grondona esté ideando una reparación histórica, pensando en la dinastía Sáenz Peña)

La Asignación Universal por Hijo implicó varios efectos; uno de ellos lo sufrimos a diario en la escuela: los pibes/as volvieron: entraron como malón. Probablemente no vienen para estudiar, sino para cobrar. ¿Y? Los docentes -y no pocos directivos- ya están despotricando, porque sienten que los involucran en una especie de nuevo chori para el acto. Ahora "el problema" son las mesas y las sillas. Es difícil encontrar quienes consideren que este es uno de los mayores desafíos con que se encuentra (y encontrará) en su carrera docente: repensar sus prácticas profesionales para incluir, para educar al soberano... que nunca mandó. Hasta el Director General de Cultura y Educación se encuentra desbordado, como si en el témpano de pedo donde vive no se pudiera haber previsto la situación. El sistema educativo jamás se pensó a sí mismo en función del alumno/a, y menos aún, en función del alumno/a-otro: parches, siempre parches, y la tibieza con que se adormecen las conciencias decentes. Que, muchas veces, son las de los docentes.

Sí: cada día pienso más en agregar una K a mi firma. Aunque sea un razonamiento tramposo.

Party Doll

Temazo de Jagger en solitario

Party Doll
© Mick Jagger, 1987



You used to be my party doll
But now you say the party's over
You used to love to honky tonk
But now the honky tonking's over
Now life is a bitter thing, my sweet
Now life is a mystery to me
Love's pain, I ain't buying
Love's strange. I keep trying, trying, trying

You used to be my party doll
But now you want to live in clover
You used to be my number one
But now those salad days are over
Times change but the fascination stays
Love wins but the passion just fades
I'll drink to the dancing days
I'll drink to your crazy ways
Through the whiskey haze
Face the music, face the truth
Chase that fleet sweet bird of youth
Grow up sweetly, grow up strong
Hear the heartbeat, in my song

Love's pain, I ain't buying
Love's strange. I keep trying, trying, trying

You used to be my party doll
But now you say the party's over
You used to love to honky tonk
But now those dancing days are over
You used to be my number one
But now you vanished in the ozone

—Mirá —me dijo—. Mirá bien esto.
Sacó de un cajón del escritorio una fotografía que reconocí de inmediato. Era nuestra división, en segundo año Nacional. Me pidió que le dijera cuál de esos adolescentes era él. Confieso que me dio mucho trabajo encontrarlo, aunque sabía perfectamente dónde estaba. Era casi imposible vincular a aquel muchacho delgado, algo borroso, de aspecto ausente, con este sólido Moraes a quien me habitué a mirar en los últimos veinte años. Era él, por supuesto. Sólo que éste de ahora parecía haberse ido construyendo de cualquier modo alrededor del otro.
—Supongo que sos éste —dije molesto; sabía que era él, lo que me molestó fue haber pensando «supongo» y no habérmelo callado—. Estás al lado mío.
—Suponés —dijo Moraes—. Lo sabés perfectamente; éramos muy amigos en ese tiempo. Sabés que debo ser ése, pero no podés concebir que ése haya llegado a ser yo. Porque, decime: ¿cómo se llega a esto? ¿Como llegué a pesar 120 kilos? ¿Cuándo dejé de quererla a Elisa? ¿Cómo hice para estudiar abogacia y cuándo empezó a gustarme, si yo detestaba hasta Instrucción Cívica? Escuchame, ¿te acordás de la Sinfonía en gris mayor? El mar como un vasto cristal azogado. Y todo lo demás. Miré los muros de la patria mía. Serán ceniza, mas tendrán sentido. Aljaba, almena, almohada, esas palabras vienen del árabe. En todo el idioma castellano hay una sola vocal larga. La «i» de pie. Pie del verbo piar. Ésas eran las cosas en las que me gustaba pensar. ¿Te acordás o no te acordás? Eras mi amigo, eras mi amigo justamente porque a los dos nos gustaba. Silencio sonoro. Dios mío. Silencio Sonoro. Hablábamos noches enteras hasta la madrugada, hablabas vos, porque yo ni siquiera tenía facilidad de palabra. Polvo enamorado, a la caza le di alcance, oh y esta noche el viento no sé qué ritmo tiene. Yo era así, contestame, carajo.
—No exageres —dije—. Yo también, en algún momento, hice las cosas mal. Nos pasa a todos. Yo también cambié. Ese adolescente que está ahí tampoco tiene mucho que ver conmigo.
—Estás hablando de otra cosa —dijo Moraes—. Estás hablando del fracaso, o de la vejez. Claro que cambiaste. Pero cambiaste en tu misma dirección. Sos un bibliotecario de morondanga que se está quedando calvo y se emborracha en el Club Social los fines de semana; no es un destino brillante, y hasta es mucho menos brillante que el mío. He sentado precedentes jurídicos que figuran en tesis, he ganado juicios imposibles. Me invitan a Europa. Pero yo te miro ahí y te miro acá y me digo es él, él a la caza le dio alcance. Y si no le dio alcance es porque no quiso o no lo intentó. A vos no te robaron tu vida. Vos, en todo caso, la estropeaste solo. Y no sé, no sé. Yo creo que a todos nos roban la vida.

Abelardo Castillo: "El decurión", cuento publicado en Las maquinarias de la noche (1992)

sábado, 20 de marzo de 2010

Las respuestas

¿Y qué otra respuesta podría yo darte?

Es cierto: cargo en mis silencios porciones de mí mismo que no quiero compartirte,
porque sé que te abrumarían –o no entenderías,
en tu infantil preocupación por las formas y las superficies con que los mapas alteran el mundo–:
algo mío dejo para mí, todo lo demás siempre lo tuviste; lo que me quedo
es aquello que no serviría –como no sirven los miedos, las sospechas, los rencores.

Algún día, quizás, comprenderás. Y –quizás– hasta valdrá la pena ese reencuentro.
Antes, no.

Ahora –antes de ese día– las preguntas son cuchillos, eslabones que se cortan:
tus palabras son saetas que apuntan a tus miedos.

20/3/10



Los isleros, con Tita Merello, Arturo García Buhr, Alita Román y Mario Passano; dirigida por el gran Lucas Demare. Infausto drama ambientado en nuestras ínsulas del Delta, que gira en torno a una mujer a la que la vida isleña ha endurecido. Causa impacto en esta cinta el insulto que el esposo le profiere a su mujer, y que es el comentario obligado en todos los biógrafos donde se proyecta este filme.

Calificación:



Luna de miel en Río, con Niní Marshall, Enrique Serrano, Tito Lusiardo y Juan Carlos Thorry; dirigida por Manuel Romero. Esta exquisita comedia ambientada en 1940 es parte de la primera trilogía que produce el cine nacional (Casamiento en Buenos Aires, Luna de miel en Río y Divorcio en Montevideo), y permite al espectador, durante 86 minutos, desternillarse de risa con Catita, uno de los tantos personajes de la sra. Marshall.

Calificación:

jueves, 18 de marzo de 2010

—Lo que no entiendo —dije yo— es dónde está la dificultad. No entiendo qué es lo que hay que entender.
—Justamente. No hay nada que entender, ella misma me lo dijo la última tarde. Hay que creer. Yo tenía que creer siemplemente lo que estaba ocurriendo, tomarlo con naturalidad: vivirlo. Como si se me hubiera concedido, o se nos hubiera concedido a los dos, un favor especial. Ese día fue una dádiva, y fue real, y lo real no precisa explicación alguna. Ese sauce a la orilla del agua, por ejemplo. Está ahí, de pronto; está ahí porque de pronto lo iluminó la luna. Yo no sé si estuvo siempre, ahora está. Fulgura, es muy hermoso. Voy y lo toco y siento la corteza húmeda en la mano; ésa es una prueba de su realidad. Pero no hace ninguna falta tocarlo porque hay otra prueba; y le aclaro que esto ni siquiera lo estoy diciendo yo, es como si lo estuviese diciendo ella. Es extraño que ella dijera cosas así, que las dijera todo el tiempo durante años y que yo no me haya dado cuenta nunca. Ella habría dicho que la prueba de que existe es que es hermoso. Todo lo demás son palabras. Y cuando la luna camine un poco y lo afee, o ya no lo ilumine y desaparezca, bueno: habrá que recordar el minuto de belleza que tuvo para siempre el sauce. La vida real puede ser así, tiene que ser así, y el que no se da cuenta a tiempo es un triste hijo de puta —dijo casi con desinterés, y yo le contesté que no lo seguía del todo, pero que pensaba solucionarlo pidiendo otro whisky.

Abelardo Castillo: "Carpe diem", cuento publicado en Las maquinarias de la noche (1992)

sábado, 13 de marzo de 2010



Rosaura a las 10, basada en la novela homónima de Marco Denevi. Con la actuación de Juan Verdaguer, Susana Campos, María Luisa Robledo, Alberto Dalbes y María Concepción César, y dirigida por el genial Mario Soffici. Sensacional thriller que amalgama suspenso, amor y crimen en una cinta cuyos personajes tienen complejas personalidades: nadie, allí, es quien parece.

Calificación:



Locuras, tiros y mambos, con Los Cinco Grandes del Buen Humor y Blanquita Amaro; dirigda por Leo Fleider. Una desopilante comedia ambientada en 1951 que se caracteriza, entre otras postmodernidades, por sus jugadas escenas de transformismo e interculturalidad.

Calificación:

martes, 9 de marzo de 2010

Rutinas

Levantarse cada día: respirar profundo e intentar olvidarse de lo que nunca fue
(ceremonial de mates y cigarrillos siempre a destiempo y apurados)
apartando de la mente esos recuerdos como niños que juegan en un patio;
en algún momento decidir que es tiempo de que
todo comience,
repitiéndose:
darse una ducha, vestirse, peinarse, lavarse los dientes, salir

¿cuántas personas que se calcaron las mañanas uno cruza cada día?

A veces los sueños de la noche continúan reflejándose en el sol,
pero alguien va corriendo a su destino con anteojos oscuros,
y llega siempre a los mismos lugares, para hacer las mismas cosas,
y a cierta hora regresa arrastrando sus preocupaciones;

una vez adentro, transcurre lo que falta
hasta que llegan la vigilia, los mates, los renovados olvidos.

9/3/10

miércoles, 3 de marzo de 2010

Hay cosas que nunca fueron para uno y otras que, a determinada edad, dejan de serlo: en algún momento es inútil sazonar ciertos platos, y conviene reemplazar esos antiguos deseos por otros, más modestos. Nadie podrá decir que no se lo intentó, aunque siempre será más fácil la mofa por lo perdido o nunca conquistado: mientras se huye, lo único que vale es conservar ágiles las miles de piernas que construyen el silencio y el vacío en que, por dolorosa suerte, hoy estamos.

lunes, 1 de marzo de 2010

Certeza

Entonces las semillas que dejaste en la mesa de mi vida se secaron;

partí una madrugada, al descuido, rebelándome,
suponiendo que no entendías (pero sabías demasiado)


Ahora no sé dónde voy,
pero quedarme es inútil, cuando reinan los silencios.


Reviví en cada día que pasé a tu lado; eras (fuiste)
el mejor alimento para mis días cansados;

a veces te asustaba, es cierto: temías cuando no podía mirarte a los ojos
(el hombre es obvio cuando ama tanto),
pero enseguida te recomponías y me dejabas, ahí, sereno.


Debo agradecer tu paciencia, ante todo: tu sutil desentenderte
estando;

esa forma infantil de asumir lo que me pasaba, como si no ocurriera

(y, a veces,
de ignorarlo)


A pesar de todo, de mis miedos, de los tuyos, y del tiempo a destiempo,

estás para siempre entre esos sucesos que me han edificado.

1/3/10