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domingo, 21 de marzo de 2010
División de poderes: ejecución, legislación y judicatura • El mito de la imparcialidad y del bien común • Cuando se borra con la mano lo que se pregona con el culo
Esta semana el padre de la jueza Sarmiento fue detenido por orden judicial. La magistrada, que falló con inusitada celeridad en contra del decreto de "necesidad" (?) y "urgencia"(?) (por el cual se habilitaba el uso de reservas del Banco Central para el pago de deuda), salió a decir que el Gobierno manipula y presiona a la justicia. Como en las tragedias griegas, los corifeos masmediáticos reprodujeron su cantilena. Que la manipula, no sería tan evidente, habida cuenta de la sentencia de, precisamente, esta señora; que la presiona, es otorgarle un poder visionario (de que carece) al gobierno, en tanto es una causa que comenzó en 2006.
Cosa curiosa, nuestros magistrados y lo que pasa con la justicia. Un juez nacional de primera instancia con competencia en ciertos temas, anula en su fallo la sentencia de un juez de otra jurisdicción y otra competencia. Se dictan sentencias, se resuelven apelaciones, en tiempo récord. Y hasta el vicepresidente, que lo es en tanto Poder Ejecutivo al que pertenece (mal que le pese) apela la decisión que un juez tomó a favor de ese mismo gobierno que integra. Tanto despelote armaron que, creyendo que los beneficiaría, el río revuelto terminó paralizándolos, mientras sus jerarcas los miran azorados y le preguntan a la Corte Suprema: ¿y vos, chabón, de qué lado estás?.
Mientras tanto, los jueces siguen tomando decisiones que, de uno u otro modo, implican cosas bien concretas. Decisiones acerca de legislación que debería producir el Poder Legislativo, ese potrero donde algunos quieren demostrar que el 28 de junio la lupa determinó que la tienen más grande. Hace un tiempo escuché a Sarlo en la tele; advirtía -horrorizada- que este gobierno, así como fue por la libertad de expresión (son palabras mías: no recuerdo las exactas), iría ahora por una ley de "matrimonio gay", para captar y cooptar al electorado progre. La ex académica acertó ese ProDe. ¿Será la nueva batalla K de 2010? ¿Importa más (o menos) esa ley que la de Entidades Financieras, por ejemplo? ¿Es válido plantear la equivalencia -legislativa, política, económica, cultural- de ambas iniciativas?
Hace un tiempo en este blog se escribió al respecto. Muchos amigos/as (no necesariamente putos, claro está) no estuvieron de acuerdo conmigo. Sin embargo, la noticia de hoy parece darme la razón: la gente no convive ni se casa, y hasta rompe su relación vía Facebook (¡qué monada, gordi!). Una consigna es inexcusable: todos/as con los mismos derechos, para después cada uno decidir qué hace con ellos. Por las dudas, el inefable Gerente General de Buenos Aires, quien se solaza en el espectáculo farandulesco, está por producir un chiste fenomenal, a tono con la coyuntura: convertirá a la clásica avenida rosa en vuelta y vuelta... Perdón, doble mano.
Cosa curiosa, nuestros magistrados y lo que pasa con la justicia. Un juez nacional de primera instancia con competencia en ciertos temas, anula en su fallo la sentencia de un juez de otra jurisdicción y otra competencia. Se dictan sentencias, se resuelven apelaciones, en tiempo récord. Y hasta el vicepresidente, que lo es en tanto Poder Ejecutivo al que pertenece (mal que le pese) apela la decisión que un juez tomó a favor de ese mismo gobierno que integra. Tanto despelote armaron que, creyendo que los beneficiaría, el río revuelto terminó paralizándolos, mientras sus jerarcas los miran azorados y le preguntan a la Corte Suprema: ¿y vos, chabón, de qué lado estás?.
Mientras tanto, los jueces siguen tomando decisiones que, de uno u otro modo, implican cosas bien concretas. Decisiones acerca de legislación que debería producir el Poder Legislativo, ese potrero donde algunos quieren demostrar que el 28 de junio la lupa determinó que la tienen más grande. Hace un tiempo escuché a Sarlo en la tele; advirtía -horrorizada- que este gobierno, así como fue por la libertad de expresión (son palabras mías: no recuerdo las exactas), iría ahora por una ley de "matrimonio gay", para captar y cooptar al electorado progre. La ex académica acertó ese ProDe. ¿Será la nueva batalla K de 2010? ¿Importa más (o menos) esa ley que la de Entidades Financieras, por ejemplo? ¿Es válido plantear la equivalencia -legislativa, política, económica, cultural- de ambas iniciativas?
Hace un tiempo en este blog se escribió al respecto. Muchos amigos/as (no necesariamente putos, claro está) no estuvieron de acuerdo conmigo. Sin embargo, la noticia de hoy parece darme la razón: la gente no convive ni se casa, y hasta rompe su relación vía Facebook (¡qué monada, gordi!). Una consigna es inexcusable: todos/as con los mismos derechos, para después cada uno decidir qué hace con ellos. Por las dudas, el inefable Gerente General de Buenos Aires, quien se solaza en el espectáculo farandulesco, está por producir un chiste fenomenal, a tono con la coyuntura: convertirá a la clásica avenida rosa en vuelta y vuelta... Perdón, doble mano.
Etiquetas de esta entrada: Sociedad
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