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viernes, 29 de febrero de 2008
Se acabaron, irremediablemente, las vacaciones • Las de la mente, sobre todo • A volver al ruedo, mierda carajo
El último balance lo realizamos a fin de noviembre. Diciembre fue un mes de esos que te llevan como la marejada, así que no daba ni para balanceo ni para alineación... Enero y febrero, creo, todos convinimos, tácitamente, en desaparecer, al menos de acá (y quizás de todos lados) Por lo tanto, ahora volvemos... ¿renovados/as? Marzo nos pondrá a prueba, aunque... este año el gregoriano ha querido crucificar a Jesús justo, justito, pegado al feriado por la memoria, así que quizás usemos los 5 días para algo interesante, ¿o no?. Como cantaba Alberto Castillo: Por cuatro días locos...
En algún momento mencioné que iba a hacer una bitácora de mi regreso a Viedma (digo regreso porque cada vez más siento que Viedma es mi lugar, y que estoy acá por accidente, alienadamente, de prestado) Por supuesto que desistí del proyecto, por esa arraigada idea post-estructuralista, tan carne en mí, de que el autor ha muerto (oh, Derrida, oh, Barthes: maldigo el haberlos conocido y haberme obnubilado con vuestos cantos de alocadas sirenas gálicas) ¿A quién le puede importar qué carajo hice en un viaje que, por su parte, fue proyectado con la consigna de no hacer nada, nada que implicaba, por supuesto, dedicarme a leer, escribir, echarme en la playa, caminar, y comer, mucho comer: vacaciones gastronómicas, cuyas consecuencias, en toneladas, percibo ahora. Así que este balance es, strictu sensu, un antibalance, o sea, un balance de las cosas que pensé publicar y no sólo no publiqué sino que no voy a publicar. O sea que este vendría a ser una especie de prólogo de esos tantos que aparecen al comienzo de la macedoniana Museo de la novela de la Eterna, con menos vuelo y mucho más acotado, obvio (entre otras cosas, porque no cuento entre mis amigos con ningún Georgie, y no puedo dedicarme a departir alegremente en cafés y cenas literaturizando en forma oral)
Hecho el prólogo, entremos en el consabido análisis de las encuestas, como cierre para -de una puta buena vez- poder poner las nuevas (seguramente el malón que constantemente entra en el blog (?) se preguntará "hasta cuándo aparecerán las viejas cerradas -sin alusiones personales-; cuándo vendrán las nuevas, jóvenes y abiertas -ídem)
La primera era ¿Con quién pasás estas vacaciones? Tenemos, evidentemente, un público enamorado. O un público enyuntado. O un público que tiene palenque 'onde rascarse, al menos: 45% se fue con novio/a, y 9% con marido/esposa (en este caso, la opción incluia hijos/as). Un/a pobre santo/a se fue con hermanos/as, primos, etc. y, en pareja proporción (18%) estamos los que nos fuimos solos, solita mi alma, o con amigos/as (caso en el cual, si los grupos fueron mixtos, quizás se dio lo del palenque, sólo quizás) El dato que descolla, no obstante, es dónde fueron: otra vez 5 personas (41%), los mismos que la pasaban con novio/a, afirmaron que irían a ningún lado, con lo cual es dable suponer que han ido a piletas, parques, etc. Linda forma de pasarla con el novio/a... 8% se fue o se quería ir a Córdoba, y nuevamente, en idénticas proporciones nos fuimos a la Patagonia y/o a la costa (25%) ¿Los descartes?: Nadie se fue con el/la amante (el/la otro/a no merece vacaciones, pareciera, porque no me la creo esa de que acá nadie tiene o tuvo un desliz); nadie se fue con los padres, los abuelos o los tíos, ni con acompañantes pagos, ni con desconocidos/as contactados por Internet, fonochat y esas cosas; no se fueron a Cuyo, ni al NOA, ni al NEA, ni a la Mesopotamia, ni al extranjero limítrofe, ni al extranjero profundo. Dicho de otro modo: ¡no nos cruzamos en los mismos lugares de puro pedo! (Bah, yo sí me encontré con Mauro Restelli y sra., exalumno de Semio y actual extasiado cursante de Letras, pero fue pactado de antemano).
Podríamos intersectar lo anterior con la siguiente pregunta, que era de respuesta múltiple, como para saber con qué disfrutamos las vacaciones normalmente, hayamos ido a ningún lado o a cualquiera de los mencionados, solos y/o acompañados. A la cuestión de ¿Qué cosa/s JAMÁS pueden faltar en tu valija cuando te vas de vacaciones?, una amplísima mayoría (64%) respondió libros, seguidos muy de cerca (50%) por CD's, reproductores de música, etc. Hasta acá, podríamos decir: dupla convencional y afín (literatura y música). Otra fue, con el 35% en ambos casos, la de ropa para la noche y preservativos. Como si dijéramos: no sólo de leer y escuchar música vive el hombre (la mujer también, claro está): también están la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres... Otro 35% consideró que infaltable, lo que se dice infaltable, son las hojas y las lapiceras, quizás, relacionando datos, para hacer las listas de libros que ya leyeron, temas musicales que ya escucharon o... chabones/chabonas que ya se voltearon... Andá a saber. Un cauto 28% afirmó que jamás sale sin un abrigo (por si refresca) en su valija. Otro 28% dijo que lleva mapas, con lo que podríamos concluir que nuestros visitantes saben que se van, pero no saben bien a dónde. Y dos datos llamativos: sólo el 28% dijo que es imprescindible el teléfono celular, la misma cantidad que declaró las drogas (legales y/o ilegales). ¿Llamativo por qué? No sé, fijáte... ¡no tengo todas las respuestas! 21% de los encuestados lleva bronceador (supongo que para el día) y otro 21% considera imprescindible el maquillaje (supongo que para la noche) Podríamos decir, apresuradamente: del 35% de las personas que se dedicó en sus vacaciones al meteisaca con preservativo, sólo el 21% se maquilló (antes, para conquistar; o después, para ocultar las visibles marcas de trasnoche) No sabemos si ese 21% maquillado corresponde a señoritas o a señoritos, lo cual abriría toda una cascada de nuevas hipótesis. En franca minoría, están (estamos): tupper con viandas para el camino (14%), termo con escabio para el ídem (14%), barajas, dados, juegos de mesa (14%), pala "Lineman" (7%, o sea: yo), PC portátil (7% que no fui yo), agenda con direcciones y teléfonos (evidentemente, no respondió esto ni los/las que llevaban el celular ni el/la que llevó la PC portátil) Un 14% llevó otros, que andá a saber qué sería (me parece que no voy a incluir más esta opción en las encuestas) y nadie, pero nadie nadie, llevó Biblia y rosario, pelucas y medias de red, y la foto del consorte, como conjuro para evitar ponerle cornamenta (o sea que, o somos un público fiel, o somos un grupo desprejuiciadamente infiel)
Cambiando el ángulo de la información, y en otra sección de nuestro programa, clásica, corresponde ahora que arrimemos el bochín a la cuestión de la lengua. Esta vez, el enunciado en juego fue Una novia/esposa quejosa, de esas que nunca faltan, recrimina a su novio/marido en las vacaciones. ¿Cuál de las siguientes es la opción normativamente correcta?. La correctísima, purísima, por la que se decidió apenas el 10% (una sola persona) era «¿Para qué me dijiste "vámonos a la costa? ¡Acá todo aumentó el ciento por ciento!», e implicaba:
• El vulgarismo en dijistes (el pretérito perfecto simple de la segunda persona del singular, para la segunda y la tercera conjugaciones (terminaciones en -er e -ir) es SIEMPRE en -iste: partISTE, dijISTE, temISTE, tuvISTE, etc. Una posible explicación de este error es la de que pareciera que, intuitivamente, los usuarios del español tienden a asociar la marca -s en las desinencias como de 2ª persona, hecho que se puede encontrar, por ejemplo, en los presentes y los pretéritos imperfectos. Por contaminación de las marcas temporales trasladarían -s al pretérito perfecto simple, antiguamente denominado indefinido. La adición de un sonido al final de una palabra se denomina paragogue, y suele utilizarse para suavizar un final de palabra inusual en el español (frac o fraque, por ejemplo) En algunos casos es correcto, o aceptado por la institución rectora (la RAE) pero en otros, como en la -s paragógica que nos preocupa, no lo es.
• El vulgarismo en vamosnos. Técnicamente irreprochable, acá la -s se pierde, por usos y costumbres. La síncopa (caída de un sonido en el interior de una palabra) de -s se dio por cacofonía (disonancia o choque de sonidos próximos) cuando el enclítico de primera persona del plural se une con el verbo en primera del plural, como en este caso.
• El vulgarismo en cien por cien(to): en este caso, se trata de apócopes (caída de los sonidos de una palabra, por motivos gramaticales) mal formados. Algunos adjetivos y adverbios sufren apócope, delante de sustantivo (cien casas) o de otro adverbio (muy poco) Las formas plenas (ciento, mucho) se utilizan cuando, respectivamente, no acompañan a un sustantivo u otro adverbio (Déme ciento; déme mucho) Ya tratamos esta cuestión, creo, cuando vimos el caso de primero y tercero (puesto que el apócope, además, se da sólo en los masculinos), por lo que no ahondaremos.
Un 20% optó por el enunciado que tenía todo mal («¿Para qué me dijistes "vámosnos a la costa? ¡Acá todo aumentó el cien por cien!»); otro 20% optó por el que tenía uno de los dos problemas de apócope («¿Para qué me dijiste "vámonos a la costa? ¡Acá todo aumentó el cien por ciento!); y otro 20% prefirió el caso de la paragogue y del mismo error de apócope («¿Para qué me dijistes "vámonos a la costa? ¡Acá todo aumentó el ciento por ciento!); 10% cayó en el problema de la síncopa y del doble apócope («¿Para qué me dijiste "vámosnos a la costa? ¡Acá todo aumentó el cien por cien!»); otro 10% sólo en el de la paragogue («¿Para qué me dijistes "vámonos a la costa? ¡Acá todo aumentó el ciento por ciento!») y otro 10% sólo en la síncopa («¿Para qué me dijiste "vámosnos a la costa? ¡Acá todo aumentó el ciento por ciento!»)
Hemos tratado, en esta lección, el apasionante tema de los metaplasmos, es decir, de las figuras de dicción que implican la alteración de los vocablos, por aumento (por ejemplo, aunque hay más, la paragogue), supresión (apócope, síncopa) transposición (algo maravilloso que se llama metátesis y que explica, por ejemplo, por qué algunas personas dicen vedera en lugar de vereda) o la contracción de dos sonidos. Finalizada que hubo... ite, misa est.
Nos vemos en el sexto.
En algún momento mencioné que iba a hacer una bitácora de mi regreso a Viedma (digo regreso porque cada vez más siento que Viedma es mi lugar, y que estoy acá por accidente, alienadamente, de prestado) Por supuesto que desistí del proyecto, por esa arraigada idea post-estructuralista, tan carne en mí, de que el autor ha muerto (oh, Derrida, oh, Barthes: maldigo el haberlos conocido y haberme obnubilado con vuestos cantos de alocadas sirenas gálicas) ¿A quién le puede importar qué carajo hice en un viaje que, por su parte, fue proyectado con la consigna de no hacer nada, nada que implicaba, por supuesto, dedicarme a leer, escribir, echarme en la playa, caminar, y comer, mucho comer: vacaciones gastronómicas, cuyas consecuencias, en toneladas, percibo ahora. Así que este balance es, strictu sensu, un antibalance, o sea, un balance de las cosas que pensé publicar y no sólo no publiqué sino que no voy a publicar. O sea que este vendría a ser una especie de prólogo de esos tantos que aparecen al comienzo de la macedoniana Museo de la novela de la Eterna, con menos vuelo y mucho más acotado, obvio (entre otras cosas, porque no cuento entre mis amigos con ningún Georgie, y no puedo dedicarme a departir alegremente en cafés y cenas literaturizando en forma oral)
Hecho el prólogo, entremos en el consabido análisis de las encuestas, como cierre para -de una puta buena vez- poder poner las nuevas (seguramente el malón que constantemente entra en el blog (?) se preguntará "hasta cuándo aparecerán las viejas cerradas -sin alusiones personales-; cuándo vendrán las nuevas, jóvenes y abiertas -ídem)
La primera era ¿Con quién pasás estas vacaciones? Tenemos, evidentemente, un público enamorado. O un público enyuntado. O un público que tiene palenque 'onde rascarse, al menos: 45% se fue con novio/a, y 9% con marido/esposa (en este caso, la opción incluia hijos/as). Un/a pobre santo/a se fue con hermanos/as, primos, etc. y, en pareja proporción (18%) estamos los que nos fuimos solos, solita mi alma, o con amigos/as (caso en el cual, si los grupos fueron mixtos, quizás se dio lo del palenque, sólo quizás) El dato que descolla, no obstante, es dónde fueron: otra vez 5 personas (41%), los mismos que la pasaban con novio/a, afirmaron que irían a ningún lado, con lo cual es dable suponer que han ido a piletas, parques, etc. Linda forma de pasarla con el novio/a... 8% se fue o se quería ir a Córdoba, y nuevamente, en idénticas proporciones nos fuimos a la Patagonia y/o a la costa (25%) ¿Los descartes?: Nadie se fue con el/la amante (el/la otro/a no merece vacaciones, pareciera, porque no me la creo esa de que acá nadie tiene o tuvo un desliz); nadie se fue con los padres, los abuelos o los tíos, ni con acompañantes pagos, ni con desconocidos/as contactados por Internet, fonochat y esas cosas; no se fueron a Cuyo, ni al NOA, ni al NEA, ni a la Mesopotamia, ni al extranjero limítrofe, ni al extranjero profundo. Dicho de otro modo: ¡no nos cruzamos en los mismos lugares de puro pedo! (Bah, yo sí me encontré con Mauro Restelli y sra., exalumno de Semio y actual extasiado cursante de Letras, pero fue pactado de antemano).
Podríamos intersectar lo anterior con la siguiente pregunta, que era de respuesta múltiple, como para saber con qué disfrutamos las vacaciones normalmente, hayamos ido a ningún lado o a cualquiera de los mencionados, solos y/o acompañados. A la cuestión de ¿Qué cosa/s JAMÁS pueden faltar en tu valija cuando te vas de vacaciones?, una amplísima mayoría (64%) respondió libros, seguidos muy de cerca (50%) por CD's, reproductores de música, etc. Hasta acá, podríamos decir: dupla convencional y afín (literatura y música). Otra fue, con el 35% en ambos casos, la de ropa para la noche y preservativos. Como si dijéramos: no sólo de leer y escuchar música vive el hombre (la mujer también, claro está): también están la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres... Otro 35% consideró que infaltable, lo que se dice infaltable, son las hojas y las lapiceras, quizás, relacionando datos, para hacer las listas de libros que ya leyeron, temas musicales que ya escucharon o... chabones/chabonas que ya se voltearon... Andá a saber. Un cauto 28% afirmó que jamás sale sin un abrigo (por si refresca) en su valija. Otro 28% dijo que lleva mapas, con lo que podríamos concluir que nuestros visitantes saben que se van, pero no saben bien a dónde. Y dos datos llamativos: sólo el 28% dijo que es imprescindible el teléfono celular, la misma cantidad que declaró las drogas (legales y/o ilegales). ¿Llamativo por qué? No sé, fijáte... ¡no tengo todas las respuestas! 21% de los encuestados lleva bronceador (supongo que para el día) y otro 21% considera imprescindible el maquillaje (supongo que para la noche) Podríamos decir, apresuradamente: del 35% de las personas que se dedicó en sus vacaciones al meteisaca con preservativo, sólo el 21% se maquilló (antes, para conquistar; o después, para ocultar las visibles marcas de trasnoche) No sabemos si ese 21% maquillado corresponde a señoritas o a señoritos, lo cual abriría toda una cascada de nuevas hipótesis. En franca minoría, están (estamos): tupper con viandas para el camino (14%), termo con escabio para el ídem (14%), barajas, dados, juegos de mesa (14%), pala "Lineman" (7%, o sea: yo), PC portátil (7% que no fui yo), agenda con direcciones y teléfonos (evidentemente, no respondió esto ni los/las que llevaban el celular ni el/la que llevó la PC portátil) Un 14% llevó otros, que andá a saber qué sería (me parece que no voy a incluir más esta opción en las encuestas) y nadie, pero nadie nadie, llevó Biblia y rosario, pelucas y medias de red, y la foto del consorte, como conjuro para evitar ponerle cornamenta (o sea que, o somos un público fiel, o somos un grupo desprejuiciadamente infiel)
Cambiando el ángulo de la información, y en otra sección de nuestro programa, clásica, corresponde ahora que arrimemos el bochín a la cuestión de la lengua. Esta vez, el enunciado en juego fue Una novia/esposa quejosa, de esas que nunca faltan, recrimina a su novio/marido en las vacaciones. ¿Cuál de las siguientes es la opción normativamente correcta?. La correctísima, purísima, por la que se decidió apenas el 10% (una sola persona) era «¿Para qué me dijiste "vámonos a la costa? ¡Acá todo aumentó el ciento por ciento!», e implicaba:
• El vulgarismo en dijistes (el pretérito perfecto simple de la segunda persona del singular, para la segunda y la tercera conjugaciones (terminaciones en -er e -ir) es SIEMPRE en -iste: partISTE, dijISTE, temISTE, tuvISTE, etc. Una posible explicación de este error es la de que pareciera que, intuitivamente, los usuarios del español tienden a asociar la marca -s en las desinencias como de 2ª persona, hecho que se puede encontrar, por ejemplo, en los presentes y los pretéritos imperfectos. Por contaminación de las marcas temporales trasladarían -s al pretérito perfecto simple, antiguamente denominado indefinido. La adición de un sonido al final de una palabra se denomina paragogue, y suele utilizarse para suavizar un final de palabra inusual en el español (frac o fraque, por ejemplo) En algunos casos es correcto, o aceptado por la institución rectora (la RAE) pero en otros, como en la -s paragógica que nos preocupa, no lo es.
• El vulgarismo en vamosnos. Técnicamente irreprochable, acá la -s se pierde, por usos y costumbres. La síncopa (caída de un sonido en el interior de una palabra) de -s se dio por cacofonía (disonancia o choque de sonidos próximos) cuando el enclítico de primera persona del plural se une con el verbo en primera del plural, como en este caso.
• El vulgarismo en cien por cien(to): en este caso, se trata de apócopes (caída de los sonidos de una palabra, por motivos gramaticales) mal formados. Algunos adjetivos y adverbios sufren apócope, delante de sustantivo (cien casas) o de otro adverbio (muy poco) Las formas plenas (ciento, mucho) se utilizan cuando, respectivamente, no acompañan a un sustantivo u otro adverbio (Déme ciento; déme mucho) Ya tratamos esta cuestión, creo, cuando vimos el caso de primero y tercero (puesto que el apócope, además, se da sólo en los masculinos), por lo que no ahondaremos.
Un 20% optó por el enunciado que tenía todo mal («¿Para qué me dijistes "vámosnos a la costa? ¡Acá todo aumentó el cien por cien!»); otro 20% optó por el que tenía uno de los dos problemas de apócope («¿Para qué me dijiste "vámonos a la costa? ¡Acá todo aumentó el cien por ciento!); y otro 20% prefirió el caso de la paragogue y del mismo error de apócope («¿Para qué me dijistes "vámonos a la costa? ¡Acá todo aumentó el ciento por ciento!); 10% cayó en el problema de la síncopa y del doble apócope («¿Para qué me dijiste "vámosnos a la costa? ¡Acá todo aumentó el cien por cien!»); otro 10% sólo en el de la paragogue («¿Para qué me dijistes "vámonos a la costa? ¡Acá todo aumentó el ciento por ciento!») y otro 10% sólo en la síncopa («¿Para qué me dijiste "vámosnos a la costa? ¡Acá todo aumentó el ciento por ciento!»)
Hemos tratado, en esta lección, el apasionante tema de los metaplasmos, es decir, de las figuras de dicción que implican la alteración de los vocablos, por aumento (por ejemplo, aunque hay más, la paragogue), supresión (apócope, síncopa) transposición (algo maravilloso que se llama metátesis y que explica, por ejemplo, por qué algunas personas dicen vedera en lugar de vereda) o la contracción de dos sonidos. Finalizada que hubo... ite, misa est.
Nos vemos en el sexto.
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Yo me fuí con mi novia a Colon, Entre Ríos. Mucha calle de tierra, la gente sentada en la vereda, las puertas sin llave. Pueblo lindo puro turismo. Las playas son lindas, tienen que competir con Gualeguay...
ResponderEliminarInfaltables fueron el mp3, la guitarra para el fogón de la noche. Anteojos negros a la mañana por la resaca. El viaje incluyo un recital de Kapanga y Mancha de Rolando, como parte del festival nacional de artesanías sito en dicha ciudad.
Faltaron las infidelidades, o por lo menos yo no lo fuí, no sé mi novia tardanzas hubo cada ves que se iba a comprar puchos pero no es para desconfiar...
Yo quería ir al sur el antiguo paraiso del mochilero. Pero como me gusto me tuve que aguantar ciertas frases del tipo... "vistes que iba a estar bueno" hablando de fraseos correctos e incorrectos. jajaj.
En fin, nuevo año. Empieza de nuevo el ruedo. Puan allá vamos. Esperemos encontrar gente interesante en el camino y mentes lindas acompañadas de lindas visiones.
Un abrazo para todos. Y para los nuevos cursantes de semiología. Ojo; Esteban es como los peronistas. Es bueno pero si lo vigilan es mejor. jaja un chiste de comienzo de clases.
Exitos para todos.
Victor de Marmol...