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domingo, 28 de febrero de 2010

La censura, lo censurable y sus porqué • "Criminal mambo", de los Redondos, y la dictadura • Anotaciones que no suman nada


Apareció acá la foto de la Circular 725/769 del CONFER, con fecha 17 de julio de 1976, en la cual algún milico (puesto en patrón de estancia con los contenidos que se podían radiodifundir) determinó (prohibió) que la canción Criminal mambo, de los Redondos, fuera excluida de las programaciones de las emisoras de radio y TV (de cualquier modo, en esa época, seguramente, era improbable que la pasaran). Los motivos eran, por supuesto, su letra burda, su ofensa la moral y las buenas costumbres. etc. La letra es la que sigue:
Criminal mambo
(Beilinson - Solari)


Es un criminal mambo,
es un criminal mambo,
es un criminal mambo,
es un criminal mambo...

¡Criminall mambo!
¡Criminal mambo!

Sonato un raggio dal capo al piede
de cuore a faccio tutto da me.
Me beso a bolo con precizione
e solo copio la mía lezione.
¡Banzai! ¡Banzai!

Es un criminal mambo,
es un criminal mambo,
es un criminal mambo,
es un criminal mambo...
Lo primero que uno puede pensar es: ¿en qué parte de esta letra está el problema?, es decir, en qué nivel de explicitud están los sentidos que se impugnan en la circular. Los milicos jamás se caracterizaron por entender la literatura, ni toda la cultura, en términos de metáfora o de alusión. Sin embargo, preguntarse qué tiene de "malo" esta letra es algo tramposo, pues acepta, legaliza, que sí es posible intervenir desde el Estado para prohibir las producciones y manifestaciones artísticas y culturales (si no en este, en otros casos): la censura es así de arbitraria, así de brutal. No necesita demasiadas justificaciones, demasiados argumentos: como siempre, es una simple cuestión de quién tiene el poder, y cómo y para qué.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Hace dos sábados, en el muy recomendable programa radial Carpe Noctem, se departió acerca del estatus de la mentira, y si esta es consuetudinariamente humana • La Argentina, que siempre descolló por la calidad y solidez de su intelectualidad, puede dar sobradas pruebas de esto • Nena, por favor, cambiá de canal


El gran diario argentino informó hace instantes en su portal el resultado de la sesión del Senado de hoy, con un rutilante recuadro en fondo negro, que textualmente dice


Una "maniobra" es un teje y maneje: algo espurio. En este caso, dejar sin quórum la sesión. Hace unos pocos meses, la oposición se había retirado del recinto de Diputados cuando se votaba en particular la Ley de Servicios Audiovisuales, pero en aquel caso no fue una "maniobra", sino un "hecho desafortunado" ya que, de haberse quedado, era probable que pudieran modificar los plazos para la desmonopolización. Afirmar que iban a perder es dar cuenta de lo que no fue, es decir, de las infinitas variantes de lo que podría haber sido: lo contrario del "periodismo independiente y objetivo". Más llamativo es, todavía, cómo reconfigura esta "derrota" nuestro amado diario en la bajada, ya que «la oposición tenía los votos» pero «no alcanzaba el quórum»: algo básico de la vida legislativa, desde siempre, es que se va a perder o se va a ganar al recinto si, previamente, está garantizada la asistencia mínima de legisladores. Si no, es pura chafalonía.

Una jueza de la Ciudad de Buenos Aires volvió a autorizar el casamiento entre dos personas del mismo sexo • Bergoglio reclama a Mauri que sea garante de la legalidad • Putos, derecha e Iglesia: ¿y acá de qué acusamos a los K?


Ayer, una jueza autorizó el casamiento (no la "unión civil": el casamiento, es decir, eso que implica libretita, hijos y herencia) a dos hombres. Increíblemente, todavía hay gente que quiere casarse. Y encima, gays. Obviamente, la santa madre iglesia (católica apostólica y romana) puso el grito en el cielo y, enarbolando sus sotanas según la moda otoño-invierno 2010, salió a pedir que el señor Gerente General de Buenos Aires S. A. garantizara la legalidad.

En cualquier teoría sobre el discurso argumentativo, se distinge entre argumento y falacia; así, mientras se considera que el primero es un enunciado de forma válida, que deviene en conclusiones válidas, el segundo "asume" la apariencia de un argumento aunque, bien mirado, su forma y/o sus conclusiones no lo son. Un caso típico es la falacia de afirmación del consecuente por la cual, por ejemplo, se sostiene algo así como que (1) Los Kirchner aborrecen la institucionalidad [causa-consecuencia]; (2) Pepe Mujica invita a los empresarios argentinos a fugar capitales al Uruguay [aplicación de la consecuencia anterior a un nuevo caso]; (3) Pepe Mujica es kirchnerista [conclusión falaz]. Otra típica falacia es la denominada ad hominem, o contra la persona: Este gobierno está lleno de montoneros, enunciado que, aunque bien podría ser válido, no dice nada respecto de por qué tal o cual medida, acción, etc., lo es (o no). Esta falacia puede, por extensión, aplicarse a toda una institución: Los obispos en la época de la dictadura apoyaron a los genocidas, por lo tanto la iglesia es una mierda.

Lo interesante de las falacias es que, desde un punto de vista comunicativo (no desde la lógica de una argumentación científica) suelen ser muy eficaces y, por lo tanto, válidas en términos de convencimiento de un determinado auditorio. Sin embargo, la sacrosanta madre aborrece de estos pragmatismos, y se inscribe en una especie de retórica aristotélica en la cual la verdad es la verdad. Por este motivo, y aunque eficaces en términos argumentativos e históricos, no se van a considerar acá contrargumentos del tipo "¿De qué legalidad hablan los que confesaron a los genocidas?" o similares (es imposible no pensar en la caritativa cristiandad del santo patrono Quarrachino y su reversión de la aeroisla del menemato). Intentemos deconstruir el argumento del atildado Bergoglio en sus propios términos.

El Monse dijo que «Dado que el Poder Ejecutivo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es el garante de la legalidad en la ciudad, el Sr. Jefe de Gobierno, a través del Ministerio Público, tiene la obligación de apelar el fallo» Suponiendo (no hay razón para pensar en contrario), que se refiere a la legalidad secular, y no religiosa (o sea, que el purpurino cardenal no está pensando en Mauri como especialista en derecho canónico, ni como abogado del diablo, por supus), el propio Monse está diciendo:
(1) La iglesia no tiene jurisprudencia ni alcance en las leyes del Estado;
(2) La cuestión excede los preceptos del derecho canónico;
(3) La iglesia y el Estado son dos órdenes distintos, cada uno con sus poderes y autoridades naturales;
(4) La actual configuración legistlativo-jurídica constituye la "legalidad" que los Estados deben garantizar.

De lo anterior se desprende, entonces:
(1) Que la iglesia no es un particular interesado ni damnificado (sí, en última instancia, el Estado);
(2) Que la iglesia bien puede aplicar (y lo aplica, a los laicos -otra cosa es a los propios sacerdotes, y si no miremos a Grassi y a Storni-) cuanta sanción cupiera en el derecho canónico a sus feligreses antinatura;
(3) Que los poderes del Estado son, por pleno derecho, los que legislan, ejecutan y tutelan las leyes; por ejemplo, la ley de divorcio;
(4) Que, en definitiva, Mauri -en este caso- tiene que garantizar que siga habiendo divorcios en la Capital, pues esta es su "legalidad" actual.

La conclusión anterior (4) es contradictoria con los mismos preceptos que la iglesia tiene en su particularísimo ordenamiento jurídico, y con su praxis cotidiana: los divorciados no pueden volver a casarse, comulgar, etc. Increíblemente, el mismo Monse que reclama garantizar la legalidad es, entonces (y una vez más, diríamos) el primer gran socio de la ilegalidad: como en viejas épocas, bendice a los que no cumplen con la ley que, en nombre de dios, piden se defienda.

¿Curioso, no?

martes, 16 de febrero de 2010

Telón rápido

Un día el actor que pone en escena sus discursos que nada dicen
hablará,
inútilmente,
sabiendo que apagará lo poco o mucho que lo une a vos,
esas horas que comparten y donde siente que sobrevuela la esperanza, a pesar
de las mentiras, los silencios
–pues se ha acostumbrado, también, a los tuyos, a tu no preguntar con las palabras adecuadas–,
ya no soportará esa farsa en que representa papeles de prestidigitador y como hechizo,
las palomas saldrán, al fin, de las galeras correctas,
y revelará los trucos:

entonces, que se prepare el público,
esos deseosos por puro morbo insolidario de artimañas ajenas al descubierto,
preparate vos,

y sobre todo

que se preparen la tierra y los gusanos.


16/2/10

jueves, 4 de febrero de 2010

Rockito

Estoy tan en el aire
tan “me da todo lo mismo”
tan “oh, nena, ven a cabalgar”

Y tengo en mis manos la pócima-que-explota,
tengo el raje de un sueño,
el “ya no sangra más”;

y tengo el aire metido en los pulmones
(al viento)
tengo un cuento de lobos
donde siempre, alguien, da para más;

tengo el mundo en mis pantalones
me tengo, y te tengo:
¿qué importa el final?

Antes de esta noche, antes de mi cama:
sangrarás.

Salmo pagano

¿En quién pensás al irte a dormir? ¿A quién invocás al volver de tus sueños?

Yo soy la tierra de tus inseguridades: soy aquello que te prohibís –o que quizás nunca entendiste–, soy
tu ángel guardián, ¿acaso nunca me sentiste, en tus momentos más duros,

a tu lado y como invisible, pero siempre ahí, sobre tu pecho?

Soy el cruce de los tiempos, y nada ocurre porque sí: necesitabas –todos estamos solos en este universo–
un sustento,
implorabas que germinaran los soles en tu vida, y yo allí, solo y muerto, teniendo
un relato para tus fantasías, lleno de amor
(único ofrecimiento)


No merecía esto.


No supiste abarcarme, no quisiste: te dio miedo;
quizás –es cierto– no te interesó el intento;

nada es perfecto en este mundo donde llueve cuando soplan los vientos,

donde
los hombres nos comportamos como niños sedientos,

donde
cualquiera escapa a la palabra y al latido cuando rugen las voces del miedo.


Sé que sabés que abarcás mis días, mis noches, mis jornadas, y mis lamentos;

pido a tus dioses clemencias: ruego,
un instante de paz, de comunión, un sincero
beso

apenas:
eso

Las agrupaciones en Internet: comunidades y redes sociales • El mundo del Fotolog y de Facebook: sus posibilidades y riesgos • ¿Qué hace y puede un cibermiembro social?


La idea de aldea global, de cibermundo, fue una atractiva parafernalia con la que, a partir de la década del '80 del siglo pasado, la postmodernidad plasmó su idea de ampliación de las fronteras, y de ciudadanía del mundo: el capitalismo global encontró en el desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación el anzuelo por el cual esa entelequia denominada el hombre común se sintió compelido a participar, sin saber bien en qué (y a no participar en otras cuestiones, claro está).

Las primeras agrupaciones de usuarios de internet fueron comunidades. Este término, más antropológico que sociológico, remite etimológicamente a otras palabras, emparentadas con ella: comunicación y comunión (en el sentido de consustanciación, no en su acepción religiosa). Esas comunidades eran claramente definidas a partir de objetivos, intereses y necesidades comunes: científicas y de seguridad, primero (allí nació la "protointernet"); diversas, luego (usuarios de tal o cual programa o juego, fanáticos de tal o cual grupo musical, grupos GGLTB, skin heads, hackers, o lo que fuera) Aunque no se conocieran personalmente, cara a cara, ni tuvieran contacto directo (el concepto mismo de 'comunidad' no requiere de esto, pues entonces no podríamos hablar de los artesanos europeos del siglo XV, por ejemplo), la decimonónica idea de intercambio epistolar, de contacto, se trasladó rápidamente al correo electrónico, a los foros de opinión, a los primeros chats: bastaría con sentirse parte de un determinado colectivo de identificación (eventualmente, suscribirse a él, ratificándose) para formar parte. Tarde o temprano, un congreso, una mesa redonda, un simposio, una salida nocturna, una reunión o una jornada leather terminaría permitiendo identificar nick con rostro.

A estas comunidades de usuarios siguieron, ya en el siglo XXI, las redes sociales, en el marco de lo que se conoce como Internet 2.0, vale decir, básicamente, protocolos de acceso y códigos de programación más flexibles, abiertos. El antiguo concepto de comunidad, más cerrado, más imaginario (y paradójicamente, también, más palpable) cedió paso a una red social. Y el cambio de nombre, por supuesto, no habrá de ser inocente.

¿Qué es una red social? Fundamentalmente, una plataforma programada para que se suscriban e interactúen usuarios de todo el mundo. Si la 'comunidad' suponía intereses, objetivos y necesidades comunes, un vínculo de comunicación determinado por ciertos propósitos, la 'red social' exaspera esto al punto de disolverlo: quien se suscribe, por ejemplo, a Fotolog lo hace, sencillamente, para interactuar con gente de la que desconoce absolutamente todo. El éxito de esta plataforma, por caso, se basó en la posibilidad de colocar en una amplia vidriera, global, fotos diversas de cada uno de los usuarios/as, a la espera de comentarios, también variopintos y eclécticos. Cada foto es subida con un epígrafe, que suele ser del tipo "Nah, me sak esta foto después de bañarm Firmen lindo ¬¬" Los comentarios orillan el mismo tenor. Además, los usuarios pueden intercambiar sus direcciones de correo electrónico para agregarse a algún programa de mensajería instantánea (básicamente, el MSN de Hotmail), y pueden declararse "favoritos" entre sí (el conocido "efeame y te efeo", es decir, el hecho de agregarse a "F"avoritos -de ahí lo de la "efe", y lo de la "efe reversa"-) Y no hay nada más por hacer en esa "red social". A Fotolog le siguió Facebook que, si bien implica una plataforma con mayor cantidad de herramientas, se basa fundamentalmente en los mismos mecanismos.

¿Qué permite Facebook? Por un lado, integra los contactos de correo electrónico y permite agregarlos al perfil del usuario; por otro, facilita búsquedas de usuarios por nombre y apellido u otro tipo de rangos, tales como dónde cursó estudios. A esta tecnología de conformación de la red, le siguen: la posiblidad de subir fotos y videos; insertarlos desde otros perfiles o sitios, tales como Youtube; escribir notas; comentar todo esto tanto en el propio perfil como en el de otros/as; y anotar qué estás pensando, vale decir, una suerte de mensaje breve, que no tiene posibilidades de edición del texto (negritas, cursivas, etc.) en las que cada uno/a puede poner cosas del estilo "Hoy me duele un juanete" y que todos/as compartan (comenten) tal dolor.

La red social que plantea, entonces, una plataforma como Facebook estaría claramente delimitada y configurada por la ausencia de intereses, gustos, etc. explícitos (es frecuente que alguien agregue a alguien porque sí, para ver qué onda, lo cual depara sorpresas de todo tipo) entre los usuarios interconectados, que son denominados amigos por el programa: la utopía de Roberto Carlos. Por otra parte, en esta utopía del todos/as-amigos/as-de-todos/as, las posibilidades materiales de cada usuario son relativamente escasas: fisgonear a los demás, eventualmente comentar lo que los otros hacen, y nombrarse o comentarse a sí mismo/as. La instantaneidad con que esto se produce hace imposible, por ejemplo, que una persona pueda leer todos los estados ("qué estás pensando") diarios de sus, por caso, 300 "amigos", o que pueda comentar todas las fotos, videos, enlaces, etc., que han subido, o atender siquiera a las demás acciones en su "red social".

La sociedad configurada por estas plataformas, así, carece de todos los atributos de cualquier sociedad: en Facebook no está reflejados ni el conflicto, ni la lucha de intereses y clases; tampoco hay posibilidad de cambio (no tiene código abierto como sí por ejemplo, la plataforma Blogger, que permite a cada usuario entrometerse en el código de programación de su blog y modificarlo a su antojo; ni siquiera tiene opciones predeterminadas para la configuración del diseño de su perfil): Facebook es una "comunidad de iguales" dirigida, administrada y construida por administradores que tienen todo el poder, y son invisibles a los usuarios quienes, como toda alternativa de mando, sólo tienen la posiblidad de "desconectar" a los usuarios/as que los han "ciberdefraudado", vale decir, eliminarte (simbólica y materialmente) de mi red social, de mi cibermundo. Por otra parte, salvo por el hecho del parloteo, no ofrece verdaderas herramientas de interacción social (tiene un protocolo rudimentario de chat uno-a-uno, y juegos -un ámbito de socialización por excelencia- que en realidad son un cúmulo de individualidades interactuando con el juego en sí, y no entre ellas)

Estos atributos y acciones que propician "socialmente" plataformas como Facebook, (y otras que, si bien similares, implican una laxitud en requisitos y prohibiciones) se correlacionan, así, con las acciones posibles que cada "miembro social" de una red tiene: como ya se dijo, puede pavonearse de poseer miles de amigos y comentarios pero, por ejemplo, no puede construir, reconstruir, confrontar o destruir las normas establecidas (puede rotular con un "Me gusta" o "No me gusta" determinada actividad de otro usuario/a, pero no puede cambiar ese mensaje a "Me parece detestable" o a "Te amo con toda mi alma") Esto, obviamente, naturaliza cierto tipo de relaciones sociales y, en tanto tal, contribuye fuertemente a una lógica del statu quo dentro del dolce far niente. Suponer una causalidad mecanicista y postular que esto hará (de aquí a diez o veinte años) una especie de sociedad (real) de autómatas es falaz; tanto como sostener que estos nuevos modos de vinculación (ciber)social son ingenuos e inocuos. El acercamiento y el uso críticos de estas plataformas y tecnologías son imprescindibles pero, claro está, habrá que desarrollarlos fuera de estas "redes sociales" que, casualmente, tampoco ofrecen herramientas al respecto.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Starfucker

En Facebook, donde mucho más no se puede hacer, me la pasé subiendo boludeces de Youtube • Cosas como las que siguen