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sábado, 14 de marzo de 2009
I
Paradójica
mente,
cuando estamos frente a frente
sólo puedo mirarte
y esconderme:
temor a desarmar el mundo,
a enredar las palabras,
y a perderte.
Insegura
mente,
sólo puedo mirarte
para soñarte en las noches
y reencontrarte en las tardes,
entre silencios que pesan
y palabras que darte.
II
Ya sabés, no puedo ocultártelo:
conociste los restos del yo que antes fuera,
alguien que producía pequeños milagros,
y que nunca permitía temblores en su tierra.
Y ahora aquí estoy, diríamos, entregado,
resistiéndome a tus miradas, mis deseos, la sal nueva:
harto de hogueras donde despedir los pasados,
apenas insinuándome y refugiando mi estela,
a la espera siempre de tu primer paso
–ese que nunca llega.
Ya sabés, no puedo ocultártelo:
te ha tocado en suerte
conocer al que soy después del que fuera.
Etiquetas de esta entrada: Poesías
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