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domingo, 3 de enero de 2010
Me voy, me llevo
yo la alegría de los tiempos;
nunca sabrás qué sentiste: mas sentirás miedo,
dolor, compasión, tremendo
imaginarte y no aceptar: remedio
fuerte ante tu frágil cuerpo;
nadie te ha amado como yo, nadie ha puesto
su vida en peligro al volver manejando con el viento,
nadie te dejó
en la puerta de tu casa y acunó al viento
para que durmieras; nadie, nunca, te amó
contra todos y contra mí mismo: soy tu sombra;
seré tu eterno error y culpa, sin remedio,
porque lo supiste o intuiste.
Porque si muero
esta noche, esta noche en que me siento lleno,
serás culpable de mi amor, y mi destierro.
Pero nada te debo
Etiquetas de esta entrada: Poesías
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