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miércoles, 5 de noviembre de 2008

Alejandra Pizarnik: "Árbol de Diana"

En mi modestísima y seguramente errada opinión, Árbol de Diana es uno de los cinco libros fundamentales de la poesía argentina, en tanto extrema multiplica y pone en crisis la subjetividad poética, el "yo lírico" entendido por el estructuralismo como el organizador del material poético, análogo al "yo narrativo". ¿Qué decir en un mundo disgregado, desigual? ¿Qué escribir si la unicidad del yo racional es una utopía que está desmoronándose?

Árbol de Diana es, ante todo, un caleidoscopio enunciativo: enunciadores que se involucran, que se imbrican, se describen o construyen o deconstruyen permanentemente, en una fantasmagoría que implica un destinatario, que puede ser el mismo enunciador u otro. Es también la fragmentación textual, que materializa en el discurso la contracara de la fragmentación subjetiva: es en la lectura donde se pueden rastrear isotopías entre las poesías numeradas de este libro, reconstruir figuras enunciativas que dialogan entre sí.

Hay un surrealismo extraño en este libro, producto ya no de la libre asociación sino de una especie de convicción del poder mágico de las palabras, que se reúnen en su capacidad creadora, fundante de mundos-otros, territorios alienados que parecieran ordenarse a partir de la voz poética. La voz, antes que el yo, es lo que queda en la experiencia de la escritura, el sedimento vital en el papel, y lo que pareciera también ordenar, dar sentido (confuso, onírico, patológico) a la subjetividad.

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Árbol de Diana
Alejandra Pizarnik



1


He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a al luz
y he cantado la tristeza de lo que nace.




2


Éstas son las versiones que nos propone:
un agujero, una pared que tiembla...




3


sólo la sed

el silencio

ningún encuentro

cuídate de mí amor mío

cuídate de la silenciosa en el desierto

de la viajera con el vaso vacío

y de la sombra de su sombra



4


AHORA BIEN:

Quién dejará de hundir su mano en busca del
tributo para la pequeña olvidada. El frío pagará.
Pagará el viento. La lluvia pagará. Pagará el
trueno.


A Aurora y Julio Cortázar




5


por un minuto de vida breve

única de ojos abiertos

por un minuto de ver

en el cerebro flores pequeñas

danzando como palabras en la boca de un mudo




6


ella se desnuda en el paraíso

de su memoria

ella desconoce el feroz destino

de sus visiones

ella tiene miedo de no saber nombrar

lo que no existe




7


Salta con la camisa en llamas

de estrella a estrella,

de sombra en sombra.

Muere de muerte lejana

la que ama el viento.




8


Memoria iluminada, galería donde
vaga la sombra de lo que espero. No es
verdad que vendrá. No es verdad que
no vendrá.




9


Estos huesos brillando en la noche,

estas palabras como piedras preciosas

en la garganta viva de un pájaro petrificado,

este verde muy amado,

este lila caliente,

este corazón sólo misterioso.




10


un viento débil

lleno de rostros doblados

que recorto en forma de objetos que amar




11


ahora

en esta hora inocente

yo y la que fui nos sentamos

en el umbral de mi mirada




12


no más las dulces metamorfosis de una niña de seda

sonámbula ahora en la cornisa de niebla

su despertar de mano respirando

de flor que se abre al viento




13


explicar con palabras de este mundo

que partió de mí un barco llevándome




14


El poema que no digo,

el que no merezco.

Miedo de ser dos

camino del espejo:

alguien en mí dormido

me come y me bebe.




15


Extraño desacostumbrarme

de la hora en que nací.

Extraño no ejercer más

oficio de recién llegada.




16


has construido tu casa

has emplumado tus pájaros

has golpeado al viento

con tus propios huesos

has terminado sola

lo que nadie comenzó




17


Días en que una palabra lejana se apodera de mí.
Voy por esos días sonámbula y transparente. La
hermosa autómata se cansa, se encanta, se cuenta
casos y cosas: nido de hilos rígidos donde me danzo
y me lloro en mis numerosos funerales. (Ella es su
espejo incendiado, su espera en hogueras frías, su
elemento místico, su fornicación de nombres cre-
ciendo solos en la noche pálida)



18


como un poema enterado

del silencio de las cosas

hablas para no verme


19


cuando vea los ojos

que tengo en los míos tatuados




20


dice que no sabe del miedo de la muerte del amor

dice que tiene miedo de la muerte del amor

dice que el amor es muerte es miedo

dice que la muerte es miedo es amor

dice que no sabe


a Laure Bataillon

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