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jueves, 29 de noviembre de 2007
VII
Gonzalo Coronel esperaba moviéndose nervioso, con tics aprendidos en códigos y leyes no escritos; quería hablar y las palabras no le salían: apenas balbuceaba monosílabos, que el asesor letrado acallaba en cuanto el chico lograba hilvanarlos en su mente.
Un rumor metálico y periodístico ronroneaba la sala: flashes, luces, alguien que iba a un corte y enseguida volvería para continuar informando desde el lugar de los hechos, donde concurrió a su primera audiencia el asesino parricida; improvisados cafeteros que ofrecían algo para mantenerse atento y con el estómago lleno, porque vaya uno a saber cuándo saldría éste, con todo lo que tendría para decir.
Más allá de la puerta, vecinos alborotados reclamaban que saliera el acusado, reo que había dado premeditada muerte a sus padres: no importan los motivos -decían- este pibe es una amenaza para la sociedad, un mal ejemplo para la juventud. ¿Y qué hace el gobierno para impedir esto? Nada, son cómplices, son una banda de delincuentes que apoyan al futuro colega... Bah, ni futuro, actual colega.
Algunos programas, que acaparaban un buen paquete de la audiencia y de la publicidad, continuaban con los paneles y las discusiones, cada vez con más y sofisticadas herramientas de acercamiento a la verdadera opinión del pueblo, porque el debate está instalado, señora, y usted puede opinar. Mande *666 con la palabra "inocente", si cree que Gonzalo Coronel ha sido víctima de nuestra sociedad, o *666 con la palabra "culpable", si considera que mató arteramente a sus padres, como lo que es: un asesino malparido.
Y la gente, en el taxi, en los colectivos, en el supermercado, en los velatorios, en la cola del banco, en la iglesia, en los albergues transitorios, en las plazas, en los subtes, en los partidos de polo, en los shoppings, en la peluquería, en la pileta, en las reuniones de padres y en las de tupperware, en todos lados opinaba, decidía el futuro de Gonzalo Coronel, asqueroso asesino de sus padres.
VIII
Era una casa triste, con verjas arrumbadas; el revoque amenazaba caerse a cada momento; plantas secas y desolación... No estaba tan cerca del pueblo, ni tan lejos: apenas una distancia que bien podría marcar la frontera entre el cielo y el infierno. La fachada de edificio bajo, de ésos que se ven en las afueras de un conglomerado de casas de provincia, apenas recibía la luz del sol, tapado como estaba por copas de árboles crecidos a su antojo.
No quería que nadie supiera de él: ser una sombra, un fantasma (y cada vez que recordaba esta palabra, inexplicabelmente, sentía un escalofrío, un llanto irresuelto) que pudiera deambular entre vivos, estando muerto. Era mediodía y el sol caía certero, buscando que brotara sudor en un rostro que se negaba a exteriorizar signos vitales. Zumbaban los insectos, merodeaban, acechaban.
Casi automáticamente había dicho en el local: “Quiero una casa en la selva”. El empleado, quizás dueño o quizás encargado del lugar, lo miró con cierto desprecio. Otro porteñito que quiere hacerse el macho, se dijo, y confirmó su razonamiento cuando la luz le rozó de lleno el rostro, que dejó en evidencia su entera palidez. No tenés color, hermano, te falta vida, te sobra calavereada... Se te nota: no durás. Mientras tanto, le ofrecía ranchos destartalados, en lugares inhóspitos, puro machete para llegar. “Puede ser cualquiera de éstos”, le comentó seco, y señaló, visiblemente al azar, un papel viejo, de esos que de tanto ser mostrados y mostrados sin ser elegidos, se han tornado hostiles, amenazantes. Ja, ¿justo ésta?. Te voy a llevar gustoso, pibe: a ver cuánto aguantás... "¿Se va a quedar mucho tiempo?", fue la pregunta, casi un formulismo: sabía que respondería algo así como No sé, veremos... Tengo ganas de morir allí, pensó Leonardo, pero sólo contestó que sí.
El trayecto fue breve, y silencioso. Ninguno hablaba. El futuro dueño de casa siquiera atendía al camino: era su intención volverlo a recorrer sólo para aprovisionarse, quizás para ir al correo... Ya vería. Por ahora, únicamente quería llegar, echarse a dormir o, mejor dicho, recostarse a pensar, a recordar. Tenía efectivo encima, y ni había preguntado cuánto saldría el alquiler.
- Me parece bien -le dijo al empleado-, la tomo. La había aceptado porque le gustaron instantáneamente las verjas casi moribundas, tan débiles que amenazaban tumbarse, mientras algo que no provenía de ellas mismas las sostenía, rutinariamente, en pie. Antes que el lugareño se fuera, le preguntó si no quería ganarse unos pesos llevándolo hasta el pueblo, y así comprar lo que viera que habría de necesitar. En realidad, quiso explicar todo eso, pero fue una idea más implícita que dicha: le arrojó, secamente, sin mirar, casi sin respirar, si podía llevarlo más tarde al pueblo, y traerlo. El tipo aceptó, y gustoso: Mal no me viene la guita que te voy a sacar por el caprichito, así me río un rato además con las cosas que comprás... Multiprocesadora seguro que no vas a encontrar... Quedaron en que a las cinco lo pasaría a buscar, y el hombre se fue tan sarcásticamente feliz que no pudo observar a Leonardo, dos ojos secos que lo miraban esperando que se fuera, ansiando estar solos.
IX
Leonardo:
Sé que te vas a preguntar “¿Y éste, por qué me escribe?”. Aunque te parezca mentira, conozco algunas características tuyas, como por ejemplo, saber qué podés pensar a veces. En realidad, vos también conocés algunas mías, así que sabrás qué te voy a responder... Por lo tanto, me abrevio el trámite de tener que justificar esta carta, y paso a lo que convencionalmente se espera de ella.
Acá en el hospital sigue todo exactamente igual, como cuando te fuiste. Tenemos los mismos problemas con el fürher, sigue boicoteando a la gente que le puede hacer sombra: el viejo no es gil, sabe que lo suyo es político... Peralta la otra tarde me preguntaba por vos, me decía que no lo podía creer, tan joven ella, ¿no?. En fin, las cosas que ya sabés que siempre se dicen en estos casos. El que te manda saludos en serio es José Luis. Quiere que sepas que lo que necesites, aunque estés lejos, no dudes en pedírselo. La otra tarde nos acordábamos de ese día en que estábamos en la plaza y no me acuerdo por qué empezaste a cantar y payasear, y José Luis dijo que él lo hacía mejor y se cayó de culo. ¿Te acordás qué cagazo nos pegamos? En fin, eran otros tiempos, al final nuestros viejos tenían razón con el tango. Che, mi esposa pide que no te olvides de explicarnos bien cómo llegar hasta allá, porque en el verano quiere ir a visitarte. Si se porta bien, a lo mejor la acompañe...
Te cambio el tema: no sé si leíste algo de Gonzalo Coronel. Es uno de casi dieciocho años que mató al padre y a la madre, y no quiere decir por qué. Me dijeron en el juzgado que a lo mejor me toca a mí, porque creen que voy a poder dar con el perfil de ese pibe. Es algo difícil, porque el abogado quiere mostrar que el chico actuó por emoción violenta, pero que es absolutamente normal, sano y bueno, una pobre víctima; los fiscales quieren confirmar que es un esquizo-psicótico-paranoico peligroso, y que hay que mandarlo en cana ya; los medios quisieran verlo ahorcado; y la gente, bueno, pide pan y circo... Dice el juez que mucho va a depender del informe psicológico del perito, y por eso estoy medio asustado; pero por otro lado pienso que esto me puede llevar a que me conozcan, en fin, cotizarme dentro de lo forense y enganchar algo privado. Espero que me vaya bien, mañana empiezo con las entrevistas; hace un mes que lo tienen detenido, los abogados no quieren que se alargue el tiempo... Como sabés, cuanto más pase, más difícil de asegurar que fue emoción violenta.
Mi familia está bien, contentos cuando les dije que habías escrito. Bastante escueta, eso sí. Nos quedamos con ganas de enterarnos más cosas tuyas, saber en qué ocupás todo el día en el medio de la selva, en fin, que nos digas cómo te sentís, cómo estás.
Anduvieron hace poco tus viejos por casa. ¿No les dijiste a dónde te ibas? Deberías haberles escrito algo, aunque sea para cumplir. Ya sé qué me vas a contestar, pero igual: tomá en cuenta que yo lo veo desde afuera, y más objetivamente (Sé que no vas a hacerlo). Por casa te mandan todos un cariño. Yo, un buen abrazo de amigo.
Alfredo
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miércoles, 28 de noviembre de 2007
Cuarto mes del blog • Se empieza a hacer habitual, aunque por ahora no rutinario, esto de compartirnos en este medio
Cuatro meses. Poco tiempo. Mucho debate, mucha "cosa" dando vueltas. La vida es, por suerte, compleja, diversa, y variada. Sé que hay contenidos que faltan: soy incapaz, no tengo tiempos, no tengo ganas (marque la opción que corresponda). Daniela está aportando valiosos comentarios, miradas que no tengo, cotidianeidades y problemáticas que existen y que, sin ella, no estarían acá; Víctor le suma pasión, a un blog que -lamentablemente, y contra mi voluntad- se parece cada vez más a su primer impulsor, a lo que yo digo que no soy y los demás se empeñan en ver y decir que sí soy: frío, racional, zarpado en irónico y por lo tanto, lindando con lo forro. Matías & Danila le agregan fundamentado sostén ideológico a la ensalada; creo que nadie puede decir que no aprende cuando se los lee: para coincidir o para discutir, te obligan a reflexionar.
Pero nada acá pareciera responder al porque sí: todos los que participan o han participado tienen lo suyo, desde su lugar, pensando entre todos, fundamentando, discutiendo, construyendo colectivamente: me rehúso a esos espacios donde el/la autor/a te cuenta qué hizo ese día, regalándote la minucia detallista que sólo la nada puede otorgar. Me gusta esto que vinimos generando, y me alegra haber sido, accidentalmente, el iniciador de la pelota, porque soy un convencido de que el día que nos vayamos de este mundo, más pronto que tarde, lo único útil que dejaremos, con suerte, es una idea que prendió en acciones. Nada más. Ni nada menos. (Sé que hablo desde mi rol-docente: vale. Si trabajara en el MerVal diría que lo único que dejamos son acciones... de Repsol. Pero bueno... por algo uno es lo que es y trabaja donde trabaja)
Acumulamos, en estos cuatro meses, la bonita (y envidiable) suma de casi 7100 visitas en el período. Acumulamos: una plusvalía. De las otras. Aun suponiendo que un quinto de estas visitas sean sólo mías (cuando publico un post hago fácil 10 entradas y salidas ingresando, corrigiendo, volviendo, releyendo lo ya releído, entrando de nuevo, arreglando, saliendo, obsesivamente), es mucho. Si fueran visitas presenciales, cara a cara, implicarían 7100 días para socializarse, vincularse, charlar, compartir, integrarse como gregarios en un mundo aislacionista. No es poca cosa.
Por esto sigo pensando que mucha más gente nos lee, aunque pocos escribimos. El poder de la palabra a veces asusta, porque nos desnuda ante los demás. Pero es el poder que tenemos los que nacimos sin otros poderes. Estoy seguro de que esa entidad supranatural a la que algunos llaman Dios, otros Jehová, etc. hizo, contra su voluntad, una buena obra: nos hizo pensantes y hablantes.
Hago un rodeo. Escribo algo que hace unos días andaba reflexionando. El mito adánico nos dice que Dios creó el sol, la tierra, el agua, el cielo, las critaturas de la tierra, el hombre. Y la mujer, como un apéndice del hombre, recordarán la misoginia fundacional. Ese hombre (y esa mujer, claro está, pero enunciemos con los preconceptos bíblicos) pacía alegremente, disfrutaba de la creación, so advertencia de no comer de la manzana. Era, diríamos, un animalito más. La manzana, el pecado original. ¿Cuál? Los curas que dicen abstenerse de los placeres del lecho (y de los placeres de parado, y de las otras posturas) intenteron hacer una herméutica del no-placer a partir de esa manzanita: el sexo sin su consagración ante Dios es malo, el sexo sólo por gozo es terrible, y demás: el mandato de la procreación. Ahora bien: el placer, fisiológicamente hablando, está, tiene que estar en todas las especies. Sin placer no hay espermatozoides, no hay reacciones que provoquen que esos bichitos lleguen al inodoro del baño público y te embaracen, nena, tené cuidado... El placer fue parte de la química y la fisiología de la creación originaria. El hombre-animalito ha de haber tenido placer en el el momento mismo en que el hálito del cuento le llegó, de entrada nomás, puesto que la procreación es un mandato natural y para ello hace falta la excitación de las células que arrojen la consecuencia fecundante. La cosa es que el hombre (la mujer) comió la manzana y descubrió qué era el placer: que el deseo y el placer son algo independiente de la procreación. El discernimiento comenzó aquí. El animalito pasó a ser hombre. Y enfureció al Dios, que con malicia había puesto el raciocinio allí, todo el tiempo, expuesto frente a las creaturas: expuesto y prohibido. La condición de se ve pero no se toca. Reluciente como algo ajeno. Como algo a imagen y semejanza. Como un proyecto que refracta y agranda la grandeza del Creador. Diseño, realización y arte de tapa. (c) Copyright Dios-Fecha incierta. All right reservated. Acá yo la hago, yo la fabrico, yo la vendo y yo me llevo el rédito, habrá cavilado Dios cuando empezó con la PyME del cosmos. Y el hombre (la mujer) cometió los dos actos más bellos que puede realizar, los más intrínsecamente humanos: pensó y se rebeló.
Entre paréntesis: Dios también es pecador. De los siete pecados capitales, que nos achacan y nos culpan por toda la eternidad en el manual del buen cristiano, podemos sospechar que Dios no es goloso, no es lujurioso, no es vanidoso... ¡Pero no se salva de ser iracundo! Que me expliquen qué cosa es, si no es ira, lo que lo llevó a inundar toda su obra: ira, enojo irreflexivo, que ahogó a las hormigas, a los árboles, a las jirafas, porque los hombres eran pecaminosos. ¿No disponía Dios, nada menos que Él, el creador de todo, de algún método de aniquilación selectiva? ¿Pagar justos por pecadores es digno de un Dios ecuánime? Un teólogo, seguramente, se rehusaría responderme, pero también seguramente me impugnaría por blasfemo: todo lo contrario de lo que, por suerte, sucede en este Blog: discutimos, disentimos, respondemos, incluso nos acusamos de lo que sea, pero no nos impugnamos, ni nos ninguneamos. Propongo cambiar la teología por la bloglogía: capaz nos vaya mejor como humanidad...
Las encuestas
Las cierro un día antes de que expiren, porque caducaron de antemano: las menos contestadas de toda la historia de este espacio.
La primera decía «Un grupo de idealistas desinteresados, todos ellos jóvenes y pujantes y bellos, decide armar un blog poético. Vos...» Obviamente, el grupo de jóvenes idealistas pujantes y bellos es autorreferencial, y señala a nuestro amado hermanito menor: Vivir en poesía. 23% dijo que participaría esporádicamente, escribiendo algo allí... pero ni noticias de esos ansiados colaboradores. Otro 23% prometió que entraría a leer asiduamente, pero las visitas, casi casi, son algo extraordinario. 15% dijo que iría de vez en cuando a leer qué hay por allá. Y nadie dio muestras de querer aprovechar el espacio, ni asidua ni esporádicamente, para mostrar lo suyo y listo. Pero, un 38% votó que no participaría en nada, porque es una porquería eso que están pensando esos giles (sic) La poesía siempre es desvalorizada, y los poetas siempre son vistos como locos inofensivos, cuando no molestos inadaptados. Sigan, sigan leyendo a Bucay, que así les va a ir...
La segunda encuesta era acerca de qué contenidos le están faltando a este Blog. Como esta permitía respuestas múltiples, desgrano cada opción: 6% pide boludeo y chusmerío; 18% pornografía (habiendo tanto en la web, venir justo acá a buscar eso... en fin); 6% quiere artes plásticas, trabajos críticos, artículos y/o subir imágenes al estilo de un museo virtual (está piola: a ver quién se copa: los/las de Artes, a su juego los estoy llamando); 12% solicita lo mismo, pero sobre literatura (algo armaré próximamente sobre El beso de la mujer araña, de Manuel Puig, que leí recientemente, de un tirón, hace unas noches); el mismo porcentaje (12%) espera que aparezca algo sobre música (artículos -está el de Jagger, al nadie se dignó, siquiera, bardear; el del último de Skay, ídem- y que se transforme este espacio en el de la ilegalidad de la descarga directa: releer aquí lo que acoté respecto del ítem "pornografía"); 37% quiere cine, artículos, debates, etc. (lo mismo que para artes plásticas, y de nuevo para los/las de Artes); 50% la quiere leer a Daniela-Mauro Viale y polemizar sobre temas varios; 12% ansía temas de salud y medio ambiente, la misma cantidad que votó para educación y didácticas y "otros temas", que no sabremos cuáles propondrían o tendrían en mente los participantes; 18% pide política, economía y cuestiones de análisis de la sociedad. Nadie quiere aprender a cocinar, ni desea aprender a decorar los ambientes de su casa (por suerte) Eran los temas que estaban faltando, aunque me parece que de algunos de los anteriores hay bastante, en relación con el total de publicaciones. Pero igual sigue permitiendo perfilar el lector-modelo de este Blog.
Y como siempre, la más interesante: la de los usos lingüísticos correctos. Esta vez el planteo era «Alguien, en un debate formal, quiere reforzar su posición con respecto a otras. ¿Cuál de todas es la oración correcta que debe utilizar?».
Sólo seis arriesgados osaron responder: 33% acertó plenamente; 16% dio en el blanco en dos de los tres problemas (sólo cayeron en la trampa de BAJO); 16% acertó dos de tres (equivocaron con HUBIERON); y 33% le pegó sólo a uno de los tres (creparon en BAJO y en HUBIERON). Nadie votó la opción que presentaba los tres errores juntos («HUBIERON aquí muchas posiciones, pero BAJO mi punto de vista, lo que RECIÉN se ha dicho...»), ni tampoco la que presentaba dos de tres, considerando los incorrectos BAJO y RECIÉN.
Las opciones, en este caso, incluían, como se dijo, tres problemas: la impersonalidad obligatoria de haber, cuando es verbo pleno (es decir, cuando significa, más o menos, lo mismo que existir, y no es el auxiliar de la forma verbal compuesta, como en ha salido). No puede ser hubieron, puesto que en este caso, siempre, es impersonal, es decir, no tiene sujeto gramatical. Lo que se percibe nocionalmente como sujeto es en realidad un objeto directo, y los verbos nunca concuerdan con sus objetos (No decimos Me comimos las tortas, concordando el verbo con el objeto)
El segundo aspecto es una sutileza de tipo léxico. En la anterior encuesta hemos abogado por el reconocimiento de la importancia de las preposiciones, elementos que la gramática suele considerar una porquería con valor nexual, nada más. Pero uno mira EN un lugar, o DESDE un lugar, en las mínimas de las ocasiones BAJO un lugar, y en los tres casos la diferencia está dada por la preposición. En el primer ejemplo, se mira sin que se implique una dirección, sino un lugar: EN. En cambio, en el segundo ejemplo se focaliza una dirección, un ir de la mirada hacia el objeto mirado: DESDE. En el tercero, se mira ubicado por debajo de otra cosa: sería el caso de Miro BAJO un toldo, a resguardo, cómo la gente se moja con la lluvia. Un punto de vista es un lugar DESDE donde se mira; bajo mi punto de vista no sé qué habrá, pero seguramente no hay un lugar en el cual colocarme para dirigir desde allí mi atención (ver bajo otra cosa que tapa suele ser medio molesto). ¿Podrías haber usado EN mi punto de vista? Podrías, pero habrías de ser impugnado/a de anglicista, corruptor del idioma, porque calcás la forma del inglés («in my view») sin advertir que la hermosa sutileza del español no habla de «la visión» sino del lugar desde donde se ve.
El tercer aspecto tiene que ver con una impugnación que nadie, nadie usa (o respeta) Dice la Academia que el adverbio recién sólo debe ser utilizado acompañado de un participio (un derivado verbal que funciona sintácticamente como adjetivo, y cuyas terminaciones son, por esto mismo, invariables, no conjugadas, en -ado o en -ido, manifestando, como todo adjetivo, género y número: salido, compradas. etc.) Verbigracia: recién salido, recién comprada. Para su uso autónomo, sin participio, no debe apocoparse, es decir, no debe perder sus fonemas finales: corresponde la forma plena recientemente. De este modo, debería de decirse Salí recientemente; Recientemente llegó. Si te suena feo, probá con Llegó hace un ratito, Acaba de llegar, etc. O probá con un yogur. O probá con Recién llegó, y atenéte a las tremebundas consecuencias que pergeña don Víctor de la Concha, presidente de la Real Academia Española de la Lengua. (De paso, hacemos actividad de fijación: Concha y Toro, el vino; Concha y Lengua, la Academia)
Nos vemos en el quinto mes.
Pero nada acá pareciera responder al porque sí: todos los que participan o han participado tienen lo suyo, desde su lugar, pensando entre todos, fundamentando, discutiendo, construyendo colectivamente: me rehúso a esos espacios donde el/la autor/a te cuenta qué hizo ese día, regalándote la minucia detallista que sólo la nada puede otorgar. Me gusta esto que vinimos generando, y me alegra haber sido, accidentalmente, el iniciador de la pelota, porque soy un convencido de que el día que nos vayamos de este mundo, más pronto que tarde, lo único útil que dejaremos, con suerte, es una idea que prendió en acciones. Nada más. Ni nada menos. (Sé que hablo desde mi rol-docente: vale. Si trabajara en el MerVal diría que lo único que dejamos son acciones... de Repsol. Pero bueno... por algo uno es lo que es y trabaja donde trabaja)
Acumulamos, en estos cuatro meses, la bonita (y envidiable) suma de casi 7100 visitas en el período. Acumulamos: una plusvalía. De las otras. Aun suponiendo que un quinto de estas visitas sean sólo mías (cuando publico un post hago fácil 10 entradas y salidas ingresando, corrigiendo, volviendo, releyendo lo ya releído, entrando de nuevo, arreglando, saliendo, obsesivamente), es mucho. Si fueran visitas presenciales, cara a cara, implicarían 7100 días para socializarse, vincularse, charlar, compartir, integrarse como gregarios en un mundo aislacionista. No es poca cosa.
Por esto sigo pensando que mucha más gente nos lee, aunque pocos escribimos. El poder de la palabra a veces asusta, porque nos desnuda ante los demás. Pero es el poder que tenemos los que nacimos sin otros poderes. Estoy seguro de que esa entidad supranatural a la que algunos llaman Dios, otros Jehová, etc. hizo, contra su voluntad, una buena obra: nos hizo pensantes y hablantes.
Hago un rodeo. Escribo algo que hace unos días andaba reflexionando. El mito adánico nos dice que Dios creó el sol, la tierra, el agua, el cielo, las critaturas de la tierra, el hombre. Y la mujer, como un apéndice del hombre, recordarán la misoginia fundacional. Ese hombre (y esa mujer, claro está, pero enunciemos con los preconceptos bíblicos) pacía alegremente, disfrutaba de la creación, so advertencia de no comer de la manzana. Era, diríamos, un animalito más. La manzana, el pecado original. ¿Cuál? Los curas que dicen abstenerse de los placeres del lecho (y de los placeres de parado, y de las otras posturas) intenteron hacer una herméutica del no-placer a partir de esa manzanita: el sexo sin su consagración ante Dios es malo, el sexo sólo por gozo es terrible, y demás: el mandato de la procreación. Ahora bien: el placer, fisiológicamente hablando, está, tiene que estar en todas las especies. Sin placer no hay espermatozoides, no hay reacciones que provoquen que esos bichitos lleguen al inodoro del baño público y te embaracen, nena, tené cuidado... El placer fue parte de la química y la fisiología de la creación originaria. El hombre-animalito ha de haber tenido placer en el el momento mismo en que el hálito del cuento le llegó, de entrada nomás, puesto que la procreación es un mandato natural y para ello hace falta la excitación de las células que arrojen la consecuencia fecundante. La cosa es que el hombre (la mujer) comió la manzana y descubrió qué era el placer: que el deseo y el placer son algo independiente de la procreación. El discernimiento comenzó aquí. El animalito pasó a ser hombre. Y enfureció al Dios, que con malicia había puesto el raciocinio allí, todo el tiempo, expuesto frente a las creaturas: expuesto y prohibido. La condición de se ve pero no se toca. Reluciente como algo ajeno. Como algo a imagen y semejanza. Como un proyecto que refracta y agranda la grandeza del Creador. Diseño, realización y arte de tapa. (c) Copyright Dios-Fecha incierta. All right reservated. Acá yo la hago, yo la fabrico, yo la vendo y yo me llevo el rédito, habrá cavilado Dios cuando empezó con la PyME del cosmos. Y el hombre (la mujer) cometió los dos actos más bellos que puede realizar, los más intrínsecamente humanos: pensó y se rebeló.
Entre paréntesis: Dios también es pecador. De los siete pecados capitales, que nos achacan y nos culpan por toda la eternidad en el manual del buen cristiano, podemos sospechar que Dios no es goloso, no es lujurioso, no es vanidoso... ¡Pero no se salva de ser iracundo! Que me expliquen qué cosa es, si no es ira, lo que lo llevó a inundar toda su obra: ira, enojo irreflexivo, que ahogó a las hormigas, a los árboles, a las jirafas, porque los hombres eran pecaminosos. ¿No disponía Dios, nada menos que Él, el creador de todo, de algún método de aniquilación selectiva? ¿Pagar justos por pecadores es digno de un Dios ecuánime? Un teólogo, seguramente, se rehusaría responderme, pero también seguramente me impugnaría por blasfemo: todo lo contrario de lo que, por suerte, sucede en este Blog: discutimos, disentimos, respondemos, incluso nos acusamos de lo que sea, pero no nos impugnamos, ni nos ninguneamos. Propongo cambiar la teología por la bloglogía: capaz nos vaya mejor como humanidad...
Las encuestas
Las cierro un día antes de que expiren, porque caducaron de antemano: las menos contestadas de toda la historia de este espacio.
La primera decía «Un grupo de idealistas desinteresados, todos ellos jóvenes y pujantes y bellos, decide armar un blog poético. Vos...» Obviamente, el grupo de jóvenes idealistas pujantes y bellos es autorreferencial, y señala a nuestro amado hermanito menor: Vivir en poesía. 23% dijo que participaría esporádicamente, escribiendo algo allí... pero ni noticias de esos ansiados colaboradores. Otro 23% prometió que entraría a leer asiduamente, pero las visitas, casi casi, son algo extraordinario. 15% dijo que iría de vez en cuando a leer qué hay por allá. Y nadie dio muestras de querer aprovechar el espacio, ni asidua ni esporádicamente, para mostrar lo suyo y listo. Pero, un 38% votó que no participaría en nada, porque es una porquería eso que están pensando esos giles (sic) La poesía siempre es desvalorizada, y los poetas siempre son vistos como locos inofensivos, cuando no molestos inadaptados. Sigan, sigan leyendo a Bucay, que así les va a ir...
La segunda encuesta era acerca de qué contenidos le están faltando a este Blog. Como esta permitía respuestas múltiples, desgrano cada opción: 6% pide boludeo y chusmerío; 18% pornografía (habiendo tanto en la web, venir justo acá a buscar eso... en fin); 6% quiere artes plásticas, trabajos críticos, artículos y/o subir imágenes al estilo de un museo virtual (está piola: a ver quién se copa: los/las de Artes, a su juego los estoy llamando); 12% solicita lo mismo, pero sobre literatura (algo armaré próximamente sobre El beso de la mujer araña, de Manuel Puig, que leí recientemente, de un tirón, hace unas noches); el mismo porcentaje (12%) espera que aparezca algo sobre música (artículos -está el de Jagger, al nadie se dignó, siquiera, bardear; el del último de Skay, ídem- y que se transforme este espacio en el de la ilegalidad de la descarga directa: releer aquí lo que acoté respecto del ítem "pornografía"); 37% quiere cine, artículos, debates, etc. (lo mismo que para artes plásticas, y de nuevo para los/las de Artes); 50% la quiere leer a Daniela-Mauro Viale y polemizar sobre temas varios; 12% ansía temas de salud y medio ambiente, la misma cantidad que votó para educación y didácticas y "otros temas", que no sabremos cuáles propondrían o tendrían en mente los participantes; 18% pide política, economía y cuestiones de análisis de la sociedad. Nadie quiere aprender a cocinar, ni desea aprender a decorar los ambientes de su casa (por suerte) Eran los temas que estaban faltando, aunque me parece que de algunos de los anteriores hay bastante, en relación con el total de publicaciones. Pero igual sigue permitiendo perfilar el lector-modelo de este Blog.
Y como siempre, la más interesante: la de los usos lingüísticos correctos. Esta vez el planteo era «Alguien, en un debate formal, quiere reforzar su posición con respecto a otras. ¿Cuál de todas es la oración correcta que debe utilizar?».
Sólo seis arriesgados osaron responder: 33% acertó plenamente; 16% dio en el blanco en dos de los tres problemas (sólo cayeron en la trampa de BAJO); 16% acertó dos de tres (equivocaron con HUBIERON); y 33% le pegó sólo a uno de los tres (creparon en BAJO y en HUBIERON). Nadie votó la opción que presentaba los tres errores juntos («HUBIERON aquí muchas posiciones, pero BAJO mi punto de vista, lo que RECIÉN se ha dicho...»), ni tampoco la que presentaba dos de tres, considerando los incorrectos BAJO y RECIÉN.
Las opciones, en este caso, incluían, como se dijo, tres problemas: la impersonalidad obligatoria de haber, cuando es verbo pleno (es decir, cuando significa, más o menos, lo mismo que existir, y no es el auxiliar de la forma verbal compuesta, como en ha salido). No puede ser hubieron, puesto que en este caso, siempre, es impersonal, es decir, no tiene sujeto gramatical. Lo que se percibe nocionalmente como sujeto es en realidad un objeto directo, y los verbos nunca concuerdan con sus objetos (No decimos Me comimos las tortas, concordando el verbo con el objeto)
El segundo aspecto es una sutileza de tipo léxico. En la anterior encuesta hemos abogado por el reconocimiento de la importancia de las preposiciones, elementos que la gramática suele considerar una porquería con valor nexual, nada más. Pero uno mira EN un lugar, o DESDE un lugar, en las mínimas de las ocasiones BAJO un lugar, y en los tres casos la diferencia está dada por la preposición. En el primer ejemplo, se mira sin que se implique una dirección, sino un lugar: EN. En cambio, en el segundo ejemplo se focaliza una dirección, un ir de la mirada hacia el objeto mirado: DESDE. En el tercero, se mira ubicado por debajo de otra cosa: sería el caso de Miro BAJO un toldo, a resguardo, cómo la gente se moja con la lluvia. Un punto de vista es un lugar DESDE donde se mira; bajo mi punto de vista no sé qué habrá, pero seguramente no hay un lugar en el cual colocarme para dirigir desde allí mi atención (ver bajo otra cosa que tapa suele ser medio molesto). ¿Podrías haber usado EN mi punto de vista? Podrías, pero habrías de ser impugnado/a de anglicista, corruptor del idioma, porque calcás la forma del inglés («in my view») sin advertir que la hermosa sutileza del español no habla de «la visión» sino del lugar desde donde se ve.
El tercer aspecto tiene que ver con una impugnación que nadie, nadie usa (o respeta) Dice la Academia que el adverbio recién sólo debe ser utilizado acompañado de un participio (un derivado verbal que funciona sintácticamente como adjetivo, y cuyas terminaciones son, por esto mismo, invariables, no conjugadas, en -ado o en -ido, manifestando, como todo adjetivo, género y número: salido, compradas. etc.) Verbigracia: recién salido, recién comprada. Para su uso autónomo, sin participio, no debe apocoparse, es decir, no debe perder sus fonemas finales: corresponde la forma plena recientemente. De este modo, debería de decirse Salí recientemente; Recientemente llegó. Si te suena feo, probá con Llegó hace un ratito, Acaba de llegar, etc. O probá con un yogur. O probá con Recién llegó, y atenéte a las tremebundas consecuencias que pergeña don Víctor de la Concha, presidente de la Real Academia Española de la Lengua. (De paso, hacemos actividad de fijación: Concha y Toro, el vino; Concha y Lengua, la Academia)
Nos vemos en el quinto mes.
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martes, 27 de noviembre de 2007
¿Estás al pedo? • ¿No sabés qué hacer, ahora que no cursás? • Tu Blog favorito te da la solución
Juego 1: Es una especie de lanzamiento de jabalina, pero con un pingüino. Ideal para espíritus conservacionistas. Tenés que cliquear en la roca que te señalé en la imagen para comenzar, y para que el Yeti mueva el garrote con que lanzará al pingüinito. Obviamente, el juego consiste en mandarlo cada vez más lejos...
Juego 2: Tenés que fotografiar a Superman, que vuela los aires de diferentes ciudades. Le das comienzo al juego, y avisa cuántas fotos tenés que sacar. Corre el tiempo, y cada vez el hombre de acero se hace más rápido y más escurridizo. La cámara de fotos (que te señalé) se mueve con tu puntero de mouse, y al dar clic lo retratás. Al final de cada episodio el programa te puntúa, según la calidad de las fotos, en función de una portada de diario donde se publica que ha sido visto Superman en cada una de las metrópolis.
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Rafaella Carrá, "Para enamorarse bien hay que venir al sur" y la propaganda de la dictadura militar
6 Respuestas/comentarios Publicado por Esteban Cid a las 21:14Infancia y propaganda fascista • Explota explota mi expló • Un post que en apariencia, sólo en apariencia, es en joda
Es duro, pero debo decirlo: si algo de inocencia quedaba en mi vida, en algún rincón de mi espíritu, alma, o como se llame ese espacio subjetivo donde se guardan idealizados los recuerdos, incontaminados, he de aceptar que acabo de perderla, ídose hubo, savoló. Lo que en mi primera infancia cantaba, no era lo que en realidad era: los milicos de la última dictadura también censuraron a Rafaella Carrá.
Conocidos por asesinatos impunes, por crímenes obscenos, por diezmar el país en todo aspecto que se considere, por dejarnos sin Walsh, por silenciar a Puig, a Cortázar, Oesterheld y muchísimos otros, ahora me tocó a mí: me han dejado sin recuerdos.
Rafaella, la cara Rafaella, no venía al sur para enamorarse bien: venía a hacer el amor. A coger. ¿Entendés? No venía a llevársela en carretilla, ni a encamarse con toda la Junta, ni nada que se le parezca.
Hagamos revisionismo, e hilemos los hechos. Presentemos las pruebas. Corría el año 1978, 1980 tal vez. Una rubia bastante fuerte para la época, italiana (las italianas siempre connotan cama) con ropa ceñida, en pastiche con el flamenco, el olé, las castañuelas, cantaba:
Hasta acá, podría decirse: festiva, superficial, filosófica a veces, ponderativa del sur (obviamente, cada "sur" se atribuía la cualidad amatoria: los españoles dicen que Almería, para nosotros, obvio, lo que canta son loas al macho argento) Una mujer en la plenitud de su vida, que entiende que el mundo puede irse al carajo en cualquier momento (remember: postrimerías de la guerra fría), desarraigada, sin proyecto colectivo («alma de vagabundo») en busca de la libertad, plena de amor (la plácida libertad amorosa, sin tensiones ni conflictos: «donde no hay odio ni guerra el amor se convierte en rey») Un poco brutita (asqueroso queísmo que hay por allí) pero querible, porque viene al sur a buscarnos, viene «allí donde estás tú» Amor y verdad se terminan hermanando, en el sur, obviamente: "la" verdad está en el sur, reservorio moral de Occidente, podría pensarse. El amor enjuaga los sufrimientos y ya llegará la época de la Argentina redimida...
A todo esto, sin embargo, ahora me vengo a enterar, veinticinco, treinta años después, que la letra original, la que la bella Rafaella tuvo que transar, y modificar, era:
Es, como puede verse, completamente distinta. Se acaba el mundo, y a ponerla... Vamos al sur que me hacen falta no uno, sino varios amantes: total ya perdí la inocencia (¿la virginidad?) y ahora puedo revolear la chancleta. Así cierra más lo de «corazón de vagabundo», que con mucha menos poesía el lunfardo llama "yirar". Acá, claramente, una mujer le/s habla a otra/s mujer/es, la/s "aviva": dejáte de joder con eso de hacerlo por amor, disfrutá tus partes. «Búscate otro más bueno» y listo, (obviamente, la cualidad "más buena" no puede ser sino la relacionada con las habilidades amatorias, que sea un semental, o sea). La mujer pacata, filosófica, que recomienda el amor para recomenzar un mundo idílico, se ha transformado en una máquina sexual.
Ahora bien: uno entiende, no comparte pero entiende, la deleznable actitud de silenciamiento a un Walsh y la censura de su obra. Entendible en tanto un tipo pensante a más no poder como él socavaba los cimientos mismos del autoritarismo, del genocidio que el grupo de asesinos implementaba, de un tan modo sistemático que lleva a repensar la categoría de racionalidad que se le atribuye al género humano. Pero... ¿era necesario esto? ¿También Rafaella? Y en tal caso, ¿por qué?
Lo que grita y lo que combate, se calla, se silencia y se mata. Lo que sirve, se reconfigura y se aprovecha. Delfín, Tiburón y Mojarrita siempre, pero siempre siempre, tenían aventuras que remedaban el coraje de las FF.AA., que inculcaban una pueril concepción de guerra interior, de infiltración extranjera, etc. Palito Ortega era soldado conscripto, hijo bueno que abandonaba la rebeldía o la atenuaba porque cumplía con todos los requisitos del niño modelo, buenito, para nada rebelde, trabajador, católico. Propaganda servil, explícita, infame.
Lo obvio es obvio, y se deconstruye más o menos pronto. Pero en otras ocasiones, uno se siente que ha sido atrapado en esa red goebbeliana, que ha sabido reconocer algunas trampas, pero no todas, porque la memoria guarda los recuerdos junto con su época, y la bucólica infancia tiñe todo del mismo color feliz y despreocupado. Y un día, me cago en diez, encontrás que lo que fuiste no lo fuiste, que te moldearon la cabeza una manga de hijos de puta mal paridos, que te impidieron preguntarles a tus viejos por qué esa señora quería venir al sur a empomarse cuanto macho latino hubiera, y te creíste -sin saberlo, compraste el cuento- que en el sur estaba el reservorio del Occidente liberal y católico. Apostólico y romano, obviamente.
Aguante la versión original. Cuando pueda, la subo
Conocidos por asesinatos impunes, por crímenes obscenos, por diezmar el país en todo aspecto que se considere, por dejarnos sin Walsh, por silenciar a Puig, a Cortázar, Oesterheld y muchísimos otros, ahora me tocó a mí: me han dejado sin recuerdos.
Rafaella, la cara Rafaella, no venía al sur para enamorarse bien: venía a hacer el amor. A coger. ¿Entendés? No venía a llevársela en carretilla, ni a encamarse con toda la Junta, ni nada que se le parezca.
Hagamos revisionismo, e hilemos los hechos. Presentemos las pruebas. Corría el año 1978, 1980 tal vez. Una rubia bastante fuerte para la época, italiana (las italianas siempre connotan cama) con ropa ceñida, en pastiche con el flamenco, el olé, las castañuelas, cantaba:
Por si acaso se acaba el mundo todo el tiempo he de aprovecharChin pun
corazón de vagabundo voy buscando mi libertad
He viajado por la tierra y me he dado cuenta de que
donde no hay odio ni guerra el amor se convierte en rey
Tuve muchas experiencias y he llegado a la conclusión
que viviendo enamorada en el sur se pasa mejor.
Para enamorarse bien hay que venir al sur
Para enamorarse bien iré donde estás tú
Sin amores, ¿quién se puede consolar?
Sin amores, esta vida es infernal
Para enamorarse hay que venir al sur
Lo importante es que tú vayas cuando quieras tú.
Y si sufres no lo pienses más:
espera que te pase y vuélvete a enamorar
Todos dicen que el amor es amigo de la verdad
para mí que nunca miento es la única realidad.
Cuántas veces la inconciencia rompe con la vulgaridad
Venceremos resistencias para amarnos cada vez más
Para enamorarse bien hay que venir al sur.
Para enamorarse bien iré donde estás tú.
Sin amores, ¿quién se puede consolar?
Sin amores, esta vida es infernal
Para enamorarse bien hay que venir al sur.
Lo importante que tú vayas cuando quieras tú.
Y si sufres no lo pienses más:
espera que te pase y vuélvete a enamorar
Para enamorarse bien hay que venir al sur.
Lo importante que tú vayas cuando quieras tú.
Y si sufres no lo pienses más:
espera que te pase y vuélvete a enamorar.
espera que te paaaaaaase, y vuélvete a enamorar.
Hasta acá, podría decirse: festiva, superficial, filosófica a veces, ponderativa del sur (obviamente, cada "sur" se atribuía la cualidad amatoria: los españoles dicen que Almería, para nosotros, obvio, lo que canta son loas al macho argento) Una mujer en la plenitud de su vida, que entiende que el mundo puede irse al carajo en cualquier momento (remember: postrimerías de la guerra fría), desarraigada, sin proyecto colectivo («alma de vagabundo») en busca de la libertad, plena de amor (la plácida libertad amorosa, sin tensiones ni conflictos: «donde no hay odio ni guerra el amor se convierte en rey») Un poco brutita (asqueroso queísmo que hay por allí) pero querible, porque viene al sur a buscarnos, viene «allí donde estás tú» Amor y verdad se terminan hermanando, en el sur, obviamente: "la" verdad está en el sur, reservorio moral de Occidente, podría pensarse. El amor enjuaga los sufrimientos y ya llegará la época de la Argentina redimida...
A todo esto, sin embargo, ahora me vengo a enterar, veinticinco, treinta años después, que la letra original, la que la bella Rafaella tuvo que transar, y modificar, era:
Por si acaso se acabe el mundo todo el tiempo he de aprovecharY olé
Corazon de vagabundo voy buscando mi libertad.
He viajado por la tierra y me he dado cuenta de que
donde no hay odio ni guerra el amor se convierte en rey.
Tuve muchas experiencias y he llegado a la conclusión
que perdida la inocencia en el sur se pasa mejor.
Para hacer bien el amor hay que venir al sur
Para hacer bien el amor iré donde estás tú
Sin amantes, ¿quién se puede consolar?
Sin amantes, esta vida es infernal
Para hacer bien el amor hay que venir al sur
Lo importante es que lo hagas con quien quieras tú
Y si te deja no lo pienses más:
búscate otro más bueno, vuélvete a enamorar
Todos dicen que el amor es amigo de la locura
pero a mí, que ya estoy loca, es lo único que me cura.
Cuántas veces la inconciencia rompe con la vulgaridad:
venceremos resistencias para amarnos cada vez más
Tuve muchas experiencias y he llegado a la conclusión
que perdida la inocencia en el sur se pasa mejor
Para hacer bien el amor hay que venir al sur
para hacer bien el amor iré donde estás tú
Sin amantes, ¿quién se puede consolar?
Sin amantes, esta vida es infernal.
Para hacer bien el amor hay que venir al sur.
Lo importante es que lo hagas con quien quieras tú
Y si te deja no lo pienses más:
búscate otro mas bueno, vuélvete a enamorar.
Para hacer bien el amor hay que venir al sur.
Para hacer bien el amor iré donde estás tú.
Sin amantes, ¿quién se puede consolar?
Sin amantes, esta vida es infernal.
Para hacer bien el amor hay que venir al sur.
Lo importante es que lo hagas con quien quieras tú
y si te deja no lo pienses más:
búscate otro mas bueno, vuélvete a enamorar.
Buscate otro más bueeeeeeeno, vuélvete a enamorar
Es, como puede verse, completamente distinta. Se acaba el mundo, y a ponerla... Vamos al sur que me hacen falta no uno, sino varios amantes: total ya perdí la inocencia (¿la virginidad?) y ahora puedo revolear la chancleta. Así cierra más lo de «corazón de vagabundo», que con mucha menos poesía el lunfardo llama "yirar". Acá, claramente, una mujer le/s habla a otra/s mujer/es, la/s "aviva": dejáte de joder con eso de hacerlo por amor, disfrutá tus partes. «Búscate otro más bueno» y listo, (obviamente, la cualidad "más buena" no puede ser sino la relacionada con las habilidades amatorias, que sea un semental, o sea). La mujer pacata, filosófica, que recomienda el amor para recomenzar un mundo idílico, se ha transformado en una máquina sexual.
Ahora bien: uno entiende, no comparte pero entiende, la deleznable actitud de silenciamiento a un Walsh y la censura de su obra. Entendible en tanto un tipo pensante a más no poder como él socavaba los cimientos mismos del autoritarismo, del genocidio que el grupo de asesinos implementaba, de un tan modo sistemático que lleva a repensar la categoría de racionalidad que se le atribuye al género humano. Pero... ¿era necesario esto? ¿También Rafaella? Y en tal caso, ¿por qué?
Lo que grita y lo que combate, se calla, se silencia y se mata. Lo que sirve, se reconfigura y se aprovecha. Delfín, Tiburón y Mojarrita siempre, pero siempre siempre, tenían aventuras que remedaban el coraje de las FF.AA., que inculcaban una pueril concepción de guerra interior, de infiltración extranjera, etc. Palito Ortega era soldado conscripto, hijo bueno que abandonaba la rebeldía o la atenuaba porque cumplía con todos los requisitos del niño modelo, buenito, para nada rebelde, trabajador, católico. Propaganda servil, explícita, infame.
Lo obvio es obvio, y se deconstruye más o menos pronto. Pero en otras ocasiones, uno se siente que ha sido atrapado en esa red goebbeliana, que ha sabido reconocer algunas trampas, pero no todas, porque la memoria guarda los recuerdos junto con su época, y la bucólica infancia tiñe todo del mismo color feliz y despreocupado. Y un día, me cago en diez, encontrás que lo que fuiste no lo fuiste, que te moldearon la cabeza una manga de hijos de puta mal paridos, que te impidieron preguntarles a tus viejos por qué esa señora quería venir al sur a empomarse cuanto macho latino hubiera, y te creíste -sin saberlo, compraste el cuento- que en el sur estaba el reservorio del Occidente liberal y católico. Apostólico y romano, obviamente.
Aguante la versión original. Cuando pueda, la subo
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jueves, 22 de noviembre de 2007
Sigue la novela • Todos los jueves en tu kiosco... perdón, en tu Blog
IV
La noticia, por esos días, era el caso de Gonzalo Coronel, un adolescente que, presuntamente, había matado a sus padres y a sus dos hermanos, mientras dormían. Todo el país seguía la cuestión por televisión, en ciertos programas en los que se analizaba si la naturaleza asesina de ese muchacho era humana, o si -por el contrario- respondía a fuerzas satánicas.
Uno de los panelistas, vestido burdamente de mujer, bastardeaba los géneros impúdicamente, declamando, para sí, una condición no-natural, una cuestión de opciones culturales, y ofrecía servicios de masaje en cámara, mientras opinaba que no existía la naturaleza, que no se podía plantear en Coronel un impulso natural, pues no existía tal cosa. El conductor cerraba cada bloque de programa con un rictus que suponía objetividad periodística, mientras azuzaba al público a escupir a semejante asesino el día del juicio oral, a la vez que dos señoras, sistemáticamente, antes de ir a la pausa, dos mujeres como arrancadas de entre las compras de la feria de la esquina, decían que a semejante criminal le correspondía la pena en capital, quizás creyendo que el menor sería ajusticiado en alguna provincia del interior. El abogado de Gonzalo Coronel defendía estrepitosamente a su cliente frente a las cámaras, reclamaba una inimputabilidad no respetada, y juraba que juraría ante Dios la inocencia del muchacho.
V
Estaban en la casa de Sofía, en la puerta de entrada. Era una típica construcción de barrio, llena de flores, fragancias e historia. Caía uno de esos soles de septiembre, entre rosado y naranja, que bañaba los frentes de claridad difuminada. Quizás fuera una de las últimas calles empedradas de la ciudad, y hasta podría decirse que de noche aún estaba el hombre en la esquina rosada.
Ya hacía dos meses que se decían novios, pero esto no era más que estar conociéndose, después de haberse visto en la casa de Marta.
Sofía quería recordar el título de cierta novela en la que el personaje recorre un pueblo, buscando a su padre, y resulta estar dialogando permanentemente con fantasmas, hasta que muere. El argumento continúa con la historia del padre, que se va entremezclando con la del hijo. Era una lectura lejana, pero ella la recordaba con la vividez propia de quien resguarda del olvido ciertas anécdotas, aunque no retenga lugares, personajes o situaciones.
- ¿Qué será un fantasma?
- Algo que no existe. La fe desesperada de nosotros, los vivos, que no nos conformamos con la ilusión de un reencuentro en un más allá paradisíaco.
- Si fuera sólo eso... El fantasma es como un personaje romántico, le da emoción a la muerte.
- Sí, debe ser emocionante morir... Sobre todo después, cuando se lo contás a tus amigos en un café...
- ¡Yo estoy hablando en serio! El día de mi muerte pediría más vida -dijo Sofía.
- El día de mi muerte -respondió Leonardo- quizás me encuentre muerto.
VI
- ¿Qué opina del caso del pibe este que mató a la familia?. Flor de hijo de puta, ¿no?
La pregunta lo arrebató de su mirar fijo por la ventana. La pregunta lo aferró a la tierra. Le recordó que era Leonardo Molina, viudo antes que vivo, ánima en pena en viaje hacia la nada. La pregunta, el hombre, los bigotes del hombre, la mirada obscena con que esperaba su respuesta, los titulares del diario, el tenue sacudirse el tren, el pasillo, el murmullo, las risas, la vida presente y burlándose de él, infeliz médico que renunciaba a todo, infeliz hombre atravesado por dentro con una flecha de vacío, que le llenaba las vísceras de nada; Gonzalo Coronel, el asesino: la gente juzgaba en el televisor cuya pantalla mostraba señoras gritonas y travestis quejosos; un pasaje y el destino: Misiones; un dolor en el pecho como materia del alma, y una muerta, Sofía, y otra muerta, la hija que no llegó, con sus ojos, a dar con los del padre, la hija de un nombre que no llegó a ser aprendido.
- ¿De qué?
- De éste –señaló irritado, casi con los bigotes lo hizo, la foto en primera plana– El tal Gonzalo Coronel, que mató a su familia, durmiéndolos primero, inyectándoles veneno después. Dicen que no se llevaban bien... ¡La pucha!. Si por discutir con los padres, un hijo mata a toda la familia... ¡En qué país vivimos! –le repitió, pegando violentamente con el revés de su mano en la portada del diario- Yo creo que no alcanza con matarlo. Habría que trozarlo vivo, quemarlo, que sufra...
- Ah, no sé –alcanzó a responder, sin fuerza, sin aliento, fija la vista sin atención en un paisaje todo igual, todo lleno de negro, demasiado rebosante de vida como para poder apreciarlo.
-Tome, le doy el diario si quiere. ¿Usted es turista?. Mire que acá hoy por hoy no se habla de otra cosa...
Hubiera querido responderle que no quería el diario, contestarle que en realidad era un muerto, un muerto que acompañaba, en un eterno cortejo, a otras dos muertas; que era un fantasma, aunque no supiera bien qué significaba ser fantasma; que no estuvo últimamente por estas tierras; que era Leonardo Molina, y que quizás estuvo enterado de su caso, ya que si bien ni los periódicos, ni la televisión, ni las radios, ni la gente en la plaza, ni los chicos en las escuelas, ni los funcionarios, ni sus sillones, habían informado nada a la población sobre qué había pasado, él sabía que cualquier mortal tendría que haberse dado cuenta de que el trece de junio el sol se había detenido, las plantas habían dejado de crecer, el aire se solidificó. Hubiera querido gritarle todo eso, pero sólo aceptó el diario, con una sonrisa que no llegó a forzar los labios, una desesperación que sólo el cielo con sus dioses hubieran comprendido, hubieran consentido.
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Segundo posteo de Daniela de Turdera • Arremete con una certera y sagaz descripción de cómo se viaja en tren, línea Roca • Ustedes, los/las del sur, dirán... Nosotros, en el oeste, padecemos las maravillas del Sarmiento...
Mucho se ha dicho sobre los trenes. Que están sobrecargados de gente, que nunca se limpian, que cada dos por tres cancelan uno, que te roban adentro del tren y sobre los andenes, etc., etc., etc.
Planteo contar cómo es un viaje en tren, en la piel de una real usuaria. No resultan suficientes los testimonios ni tampoco la observación. Hace falta estar ahí, con la respiración de un pasajero a milímetros de tu oreja, o con algún codo -vaya a saber uno de quién- perforándote el estómago.
Para contextualizar un poco, hablaré del Tren ex línea Roca, “el Roca”, como le solemos llamar. Utilizo todos los días el ramal Ezeiza-Constitución, pero doy fe que el proveniente de Glew es incluso peor: viaja más gente.
Cada mañana, solía levantarme a determinada hora, calculando los minutos que tardaba en llegar a la estación, para así llegar a la hora en que el paso del tren estaba programado. Hace varios años, había comprado por $2 un “librito” con los horarios. Hoy, camino a la estación, voy rezando para que el tren pase, en algún momento, cuando pueda, o cuando quiera… pero que pase, que haya!!! Después, claro, la siguiente plegaria está destinada a que pueda subirme a ese tren… Uno ya la tiene más o menos clara, y se ubica donde “normalmente” (me resulta rara esta palabra con semejante tema) se abre una de las puertas. Pero atención: no recomiendo ni en el primer vagón, que suele estar repleto de gente que quiere llegar, literalmente, primera a Plaza, ni el último, ya que serías considerado un “audaz”. Muchas veces, en horas picos, suelen eliminar vagones, entonces será necesario correr por el andén hasta alcanzar el verdadero último vagón. Quizá también te sea útil pedir que las puertas funcione. Suelen están trabadas y es imposible que abran. Vi muchas patadas contra ellas, pero tampoco así quieren abrirse.
Mochila o cartera hacia delante, manitos juntas y respirar hacia arriba, según la explicación que me dieron de chiquita, para que no respire ese aire tan viciado.
Uno creería que ya está. Subió al tren. Yo, de Turdera, en 29 minutos tendría que estar en Constitución (así estaba preestablecido de acuerdo con el “librito de horarios”, que ya no se dónde quedó). Pero no; las súplicas continúan:
1) Que las puertas cierren. Muchas veces se quedan trabadas (a veces por la misma gente que tiene mitad de cuerpo adentro y mitad afuera, o por desperfectos del mismo tren). Hasta que no estén todas las puertas cerradas, el tren no puede arrancar.
2) Que no se quede varado en alguna estación o entre medio de ellas. No pregunten por qué. Sólo sucede.
3) Que no anuncien algún “accidente” y la cancelación del servicio.
En una de las estaciones, creo que es Remedios de Escalada, pintaron un mural en donde se ve el tren, y adentro, un montón de vacas que se estrujan para entrar. Metáfora literal bastante representativa.
En una oportunidad me dio mucha vergüenza cuando, entre tanto amontonamiento, vibró mi celular. Me di cuenta yo, junto con las veinticuatro personas que estaban a mi alrededor. Imposible atenderlo. Igual era un mensaje. Me avisaban que los trenes andaban con demoras.
Así hasta llegar a Plaza. Sudados, cansados, malhumorados, algunos perdiendo el presentismo… Todo para ir a trabajar, afortunados los que lo tenemos...
Regreso a casa
La hora más esperada, volver a nuestros hogares… Pero, así como vinimos, hay que regresar. Hay más anécdotas, aunque estos relatos, de curioso y fuera de lo común, ya tienen muy poco. Estamos todos en la Terminal. Hay muchos andenes, pero “normalmente” ya están definidos cuáles corresponden a qué ramal. Algunos pasajeros prefieren dejar pasar el tren que está por salir para poder viajar sentados. Ilusos. Yo ya aprendí: “apenas veas que un tren está por salir, corre hacia él y entra. No sabes qué pasará con el siguiente. Si tienes suerte, saldrá media hora más tarde de lo previsto”. Y peor aún si estás haciendo filas en un andén, y de repente escuchás por un altoparlante del siglo pasado que tu tren sale por otro andarivel. Te trasladás. O la gente te ayuda a hacerlo, porque serás arrastrado aunque no quieras. Miremos el lado positivo: solo fue un cambio de andén. Todavía hay trenes!!! Y no quiero ser exagerada, pero hubo una oportunidad en la que nos volvieron a informar que el tren salía por el anden en el que estábamos al comienzo.
Continuamos. Llega el tren, se abren las puertas, la gente que está dentro intenta salir, lógico; pero la mayoría que espera afuera lo impide, y se los lleva por delante. Ir sentados es un privilegio para unos pocos. Uno lo entiende. Luego de toda una jornada laboral, mucha gente está realmente agotada y necesita sentarse. El resto seguimos de pie (literal y metafóricamente hablando). Entra gente. Más gente. Siguen entrando. El tren siguiente al nuestro se cancela, por lo cual seremos más. Uno cree que ya no caben más, pero los pasajeros demuestran lo contrario. Siempre entran más. Y pensar que faltan las demás estaciones.
Existen segundos de descompresión, correspondientes a la llegada de las estaciones más populares (Lanús, Temperley), pero así como descienden muchos, también sube la misma cantidad o más!!!
Resulta muy problemático cuando, con el tren lleno, sube alguna mujer embarazada, con niños o alguna persona que, entre puerta y puerta del tren, totalmente aplastados y sin posibilidad alguna de movimiento, decide bajar. A las embarazadas o adultos con criaturas, reconozco que resulta IMPOSIBLE cederles el asiento. No hay espacio para la movilidad, menos para el traslado desde la puerta a un asiento. Entonces, cuando se escucha que alguien que recién ingresa quiere bajar es un tanto molesto. Tienen que bajar diez personas como mínimo para que eso pueda suceder, y correr el riesgo de no volver a entrar.
También suelen armarse las discusiones entre los mismos pasajeros: está quien plantea quemar el tren, y el otro, que desde el extremo opuesto del vagón le contesta que queme su casa así después duerme en la calle. “Gente ignorante”, despacha enfurecido. En su momento me dejó pensando ese fugaz diálogo, por que de algún modo entiendo a los dos. Si uno quema el tren, al día siguiente no tendrá trasportes para viajar. Pero, con lo que hay, ¿uno puede llegar a destino? Para distender un poquito el ambiente, se escucha una voz socarrona que señala “Suerte que ganó Cristina”. Risas de usuarios.
Pagar o no pagar. Esa es la cuestión.
Dejé para el final el tema del boleto por dos razones. Primero, porque creo que pueden surgir puntos de vista diferentes. Y segundo, porque quería describir cómo considero que se viaja en tren y así justificar mi postura sobre el boleto.
El sistema capitalista me enseñó que uno produce un bien o brinda un servicio y otro paga por eso. Yo uso el tren, yo lo pago. Perfecto. Pero las condiciones humanas mínimas e indispensables para afirmar que el tren es un servicio no se cumplen. No pago boleto. Nada me motiva a querer hacerlo. ¿No es suficiente con los subsidios que se les da como para que manoseen diariamente a los pasajeros? ¿Con qué derecho?
No estoy dispuesta a pagar y no por una cuestión de rebeldía. Sólo lo hago cuando no me dejan pasar. En Turdera “suelen pedir boletos” cuando los trenes funcionan (con demoras, pero andan). En realidad los “chanchos” están ahí, y uno sabe, implícitamente, que debe enseñarles el boleto. Ahora bien, si por casualidad alguna vez llegás a la estación y ellos no están, seguí tu camino y tomáte algún medio alternativo, porque trenes no hay. Desaparecen, se esconden. La gente está enardecida. Ellos prefieren no presenciar ese momento.
Hace mucho sacaba abono ¡¡¡Qué épocas!!! Abono mensual, abono quincenal. Era ideal. Te evitabas las largas colas para pedir tu boleto. Ahora casi nunca hay nadie. ¿Hace falta explicar la razón?
A la ida, en Plaza no piden boletos, aunque sí a la vuelta. Ahí es cuando estoy obligada a sacar. Diez boleterías están abiertas con sus cabinas enjauladas contra los disturbios de esa gente que decimos ser ciudadanos. Las filas llegan a atravesar todo el hall central.
Claro que la mayoría termina sacando el boleto mínimo; aquel que te lleva a Remedios de Escalada. La gente sureña sabe que en “Escalada no hay nada”, tal como advierte el estribillo de un canción que burla a ese barrio. Hoy, en colaboración con los pasajeros, había una chica policía (al menos tenía el uniforme y la pechera naranja fluorescente), que vendía boletos fuera de las cabinas. ¿Saben a dónde? A Escalada. Donde no hay nada y donde baja muy poca gente. Pero donde la mayoría dice viajar.
Ahora entiendo un poco más. Ex Roca. Con semejante hijo de puta, que podemos esperar de los trenes.
Planteo contar cómo es un viaje en tren, en la piel de una real usuaria. No resultan suficientes los testimonios ni tampoco la observación. Hace falta estar ahí, con la respiración de un pasajero a milímetros de tu oreja, o con algún codo -vaya a saber uno de quién- perforándote el estómago.
Para contextualizar un poco, hablaré del Tren ex línea Roca, “el Roca”, como le solemos llamar. Utilizo todos los días el ramal Ezeiza-Constitución, pero doy fe que el proveniente de Glew es incluso peor: viaja más gente.
Cada mañana, solía levantarme a determinada hora, calculando los minutos que tardaba en llegar a la estación, para así llegar a la hora en que el paso del tren estaba programado. Hace varios años, había comprado por $2 un “librito” con los horarios. Hoy, camino a la estación, voy rezando para que el tren pase, en algún momento, cuando pueda, o cuando quiera… pero que pase, que haya!!! Después, claro, la siguiente plegaria está destinada a que pueda subirme a ese tren… Uno ya la tiene más o menos clara, y se ubica donde “normalmente” (me resulta rara esta palabra con semejante tema) se abre una de las puertas. Pero atención: no recomiendo ni en el primer vagón, que suele estar repleto de gente que quiere llegar, literalmente, primera a Plaza, ni el último, ya que serías considerado un “audaz”. Muchas veces, en horas picos, suelen eliminar vagones, entonces será necesario correr por el andén hasta alcanzar el verdadero último vagón. Quizá también te sea útil pedir que las puertas funcione. Suelen están trabadas y es imposible que abran. Vi muchas patadas contra ellas, pero tampoco así quieren abrirse.
Mochila o cartera hacia delante, manitos juntas y respirar hacia arriba, según la explicación que me dieron de chiquita, para que no respire ese aire tan viciado.
Uno creería que ya está. Subió al tren. Yo, de Turdera, en 29 minutos tendría que estar en Constitución (así estaba preestablecido de acuerdo con el “librito de horarios”, que ya no se dónde quedó). Pero no; las súplicas continúan:
1) Que las puertas cierren. Muchas veces se quedan trabadas (a veces por la misma gente que tiene mitad de cuerpo adentro y mitad afuera, o por desperfectos del mismo tren). Hasta que no estén todas las puertas cerradas, el tren no puede arrancar.
2) Que no se quede varado en alguna estación o entre medio de ellas. No pregunten por qué. Sólo sucede.
3) Que no anuncien algún “accidente” y la cancelación del servicio.
En una de las estaciones, creo que es Remedios de Escalada, pintaron un mural en donde se ve el tren, y adentro, un montón de vacas que se estrujan para entrar. Metáfora literal bastante representativa.
En una oportunidad me dio mucha vergüenza cuando, entre tanto amontonamiento, vibró mi celular. Me di cuenta yo, junto con las veinticuatro personas que estaban a mi alrededor. Imposible atenderlo. Igual era un mensaje. Me avisaban que los trenes andaban con demoras.
Así hasta llegar a Plaza. Sudados, cansados, malhumorados, algunos perdiendo el presentismo… Todo para ir a trabajar, afortunados los que lo tenemos...
Regreso a casa
La hora más esperada, volver a nuestros hogares… Pero, así como vinimos, hay que regresar. Hay más anécdotas, aunque estos relatos, de curioso y fuera de lo común, ya tienen muy poco. Estamos todos en la Terminal. Hay muchos andenes, pero “normalmente” ya están definidos cuáles corresponden a qué ramal. Algunos pasajeros prefieren dejar pasar el tren que está por salir para poder viajar sentados. Ilusos. Yo ya aprendí: “apenas veas que un tren está por salir, corre hacia él y entra. No sabes qué pasará con el siguiente. Si tienes suerte, saldrá media hora más tarde de lo previsto”. Y peor aún si estás haciendo filas en un andén, y de repente escuchás por un altoparlante del siglo pasado que tu tren sale por otro andarivel. Te trasladás. O la gente te ayuda a hacerlo, porque serás arrastrado aunque no quieras. Miremos el lado positivo: solo fue un cambio de andén. Todavía hay trenes!!! Y no quiero ser exagerada, pero hubo una oportunidad en la que nos volvieron a informar que el tren salía por el anden en el que estábamos al comienzo.
Continuamos. Llega el tren, se abren las puertas, la gente que está dentro intenta salir, lógico; pero la mayoría que espera afuera lo impide, y se los lleva por delante. Ir sentados es un privilegio para unos pocos. Uno lo entiende. Luego de toda una jornada laboral, mucha gente está realmente agotada y necesita sentarse. El resto seguimos de pie (literal y metafóricamente hablando). Entra gente. Más gente. Siguen entrando. El tren siguiente al nuestro se cancela, por lo cual seremos más. Uno cree que ya no caben más, pero los pasajeros demuestran lo contrario. Siempre entran más. Y pensar que faltan las demás estaciones.
Existen segundos de descompresión, correspondientes a la llegada de las estaciones más populares (Lanús, Temperley), pero así como descienden muchos, también sube la misma cantidad o más!!!
Resulta muy problemático cuando, con el tren lleno, sube alguna mujer embarazada, con niños o alguna persona que, entre puerta y puerta del tren, totalmente aplastados y sin posibilidad alguna de movimiento, decide bajar. A las embarazadas o adultos con criaturas, reconozco que resulta IMPOSIBLE cederles el asiento. No hay espacio para la movilidad, menos para el traslado desde la puerta a un asiento. Entonces, cuando se escucha que alguien que recién ingresa quiere bajar es un tanto molesto. Tienen que bajar diez personas como mínimo para que eso pueda suceder, y correr el riesgo de no volver a entrar.
También suelen armarse las discusiones entre los mismos pasajeros: está quien plantea quemar el tren, y el otro, que desde el extremo opuesto del vagón le contesta que queme su casa así después duerme en la calle. “Gente ignorante”, despacha enfurecido. En su momento me dejó pensando ese fugaz diálogo, por que de algún modo entiendo a los dos. Si uno quema el tren, al día siguiente no tendrá trasportes para viajar. Pero, con lo que hay, ¿uno puede llegar a destino? Para distender un poquito el ambiente, se escucha una voz socarrona que señala “Suerte que ganó Cristina”. Risas de usuarios.
Pagar o no pagar. Esa es la cuestión.
Dejé para el final el tema del boleto por dos razones. Primero, porque creo que pueden surgir puntos de vista diferentes. Y segundo, porque quería describir cómo considero que se viaja en tren y así justificar mi postura sobre el boleto.
El sistema capitalista me enseñó que uno produce un bien o brinda un servicio y otro paga por eso. Yo uso el tren, yo lo pago. Perfecto. Pero las condiciones humanas mínimas e indispensables para afirmar que el tren es un servicio no se cumplen. No pago boleto. Nada me motiva a querer hacerlo. ¿No es suficiente con los subsidios que se les da como para que manoseen diariamente a los pasajeros? ¿Con qué derecho?
No estoy dispuesta a pagar y no por una cuestión de rebeldía. Sólo lo hago cuando no me dejan pasar. En Turdera “suelen pedir boletos” cuando los trenes funcionan (con demoras, pero andan). En realidad los “chanchos” están ahí, y uno sabe, implícitamente, que debe enseñarles el boleto. Ahora bien, si por casualidad alguna vez llegás a la estación y ellos no están, seguí tu camino y tomáte algún medio alternativo, porque trenes no hay. Desaparecen, se esconden. La gente está enardecida. Ellos prefieren no presenciar ese momento.
Hace mucho sacaba abono ¡¡¡Qué épocas!!! Abono mensual, abono quincenal. Era ideal. Te evitabas las largas colas para pedir tu boleto. Ahora casi nunca hay nadie. ¿Hace falta explicar la razón?
A la ida, en Plaza no piden boletos, aunque sí a la vuelta. Ahí es cuando estoy obligada a sacar. Diez boleterías están abiertas con sus cabinas enjauladas contra los disturbios de esa gente que decimos ser ciudadanos. Las filas llegan a atravesar todo el hall central.
Claro que la mayoría termina sacando el boleto mínimo; aquel que te lleva a Remedios de Escalada. La gente sureña sabe que en “Escalada no hay nada”, tal como advierte el estribillo de un canción que burla a ese barrio. Hoy, en colaboración con los pasajeros, había una chica policía (al menos tenía el uniforme y la pechera naranja fluorescente), que vendía boletos fuera de las cabinas. ¿Saben a dónde? A Escalada. Donde no hay nada y donde baja muy poca gente. Pero donde la mayoría dice viajar.
Ahora entiendo un poco más. Ex Roca. Con semejante hijo de puta, que podemos esperar de los trenes.
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domingo, 18 de noviembre de 2007
XVI Marcha del Orgullo Lésbico, Gay Transexual y Bisexual o cómo informar acerca de los propios prejuicios
1 Respuestas/comentarios Publicado por Esteban Cid a las 13:30En los diarios de hoy, domingo, figura que ayer se realizó en Buenos Aires la XVI Marcha del Orgullo LGTB (Lésbico, Gay, Transexual y Bisexual) • Esta -ya clásica- movilización de apoyo y orgullo me produjo la curiosidad de investigar cómo fue informada en todos los medios capitalinos • Lo que sigue, unas reflexiones sueltas acerca de esas menciones (y omisiones)
Posicionémonos de entrada: según el DRAE, el orgullo es el sentimiento de «Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas». No estoy de acuerdo con esa definición, que se cruza con lo religioso (el orgullo es uno de los siete pecados capitales) Descontado ese anclaje pecaminoso, el orgullo queda en la definición como un sentimiento de estima ante ciertas causas nobles y virtuosas, que pueden ser propias o ajenas, y en este último caso involucran de algún modo a la persona que siente el orgullo. Así se dice que un padre está orgulloso de sus hijos, por ejemplo.
En relación con la XVI Marcha del Orgullo, la causa virtuosa puede ser propia o ajena. Propia, en el sentido de ser parte del colectivo organizador, ser partícipe del evento en sí, etc. Ajena, en el sentido de "es cosa de otros/as" Analicemos esta segunda cuestión.
Cuando el seleccionado nacional de fútbol le gana al seleccionado de Bolivia, más allá de la previsibilidad del resultado, hay un cierto orgullo que trasciende a los once que jugaron ese partido. Cuando un argentino disputa el Torneo Mundial del Sorongo Acústico, los diarios reflejan el sentimiento de orgullo que recorre las venas del nacionalismo. Lo vivieron hace poco los hoy ya olvidadísimos jugadores de rugby de Los Pumas. ¿Cuál es la diferencia esencial entre estar orgulloso por lo que once, uno, o muchos, realizan en nombre de todos, y esta Marcha del Orgullo? Dicho de otro modo: ¿por qué, sin haber disputado directamente, financiado, esponsoreado, participado, sin haber regado siquiera el césped del estadio donde se realizó tal o cual evento, todos se sienten parte de un "logro", se sienten orgullosos de él, y no lo sienten cuando se realiza una Marcha del Orgullo?
Porque no soy gay/lesbiana/transexual/bisexual, podría ser la respuesta. Pero tampoco sos futbolista profesional, rugbier profesional ni profesional del sorongo acústico, se podría contraargumentar. Porque ser gay es antinatural, podría aventurar algún/a custodio/a de conciencias ajenas. Tan antinatural como que el hombre nade, cuando fue diseñado por la naturaleza para desplazarse por la tierra, podríamos decir, y sin embargo nadie en sus cabales considera antinatural la práctica de Meolans. Hay orgullos y orgullos, entonces, aparentemente: orgullitos fáciles y que sientan bien, y orgullos difíciles de digerir, porque implican pensar(se).
¿Qué lleva a que determinadas personas, determinados seres humanos, decidan realizar una marcha que visibilice su satisfacción por haber elegido ser quienes son, su orgullo? ¿Hay, acaso, marchas del orgullo médico, o del orgullo docente? Lo que lleva a que estas personas, seres humanos, decidan manifestarse es ese mismo prejuicio de base del que hablábamos en el párrafo anterior: cuesta aceptar que otros asumieron ser diferentes, ser como se les canta, y que desde ese lugar interpelan posturas acríticas, opciones porque sí, decisiones a la ligera y atravesadas de prejuicios.
Se puede estar orgulloso por ser gay, y se puede estar orgulloso porque están dadas las condiciones para que personas con preferencias sexuales diferentes puedan manifestarse y hacerse visibles. Y hasta se puede ser indiferente, tal como me es indiferente que cierto compatriota gane el torneo mundial del sorongo, o el mundial de fútbol. Pero no se puede estar orgulloso de que, todavía, sea necesario hacer estas marchas, porque indican que algo está fallando, que evidentemente como sociedad hay debates que todavía no podemos darnos. Pura imbecilidad, miedo e intolerancia disfrazados de darwinismo democrático.
En definitiva, entonces: el orgullo puede estar dado por lo que sos, o porque otras personas hayan logrado mostrarse orgullosas de lo que son. En cualquiera de los dos casos, la conclusión es que queda mucho por recorrer y hacer. Y si no sentís orgullo, en cualquiera de las dos versiones, si sentís indiferencia o asco, es porque seguramente la interpelación que esa Marcha realiza a tu subjetividad está siendo efectiva, y vos preferís dormir la siesta antes que pensarte y pensar de qué modo se puede lograr un mundo un poco mejor, un mundo que, por suerte, es lo suficientemente grande como para que todos entremos cómodamente en él, si cada uno le ponemos el grano de esfuerzo necesario.
Los diarios
Si aceptamos que el periodismo, por un lado, impone una agenda, pero por el otro, esa construcción debe basarse en lo que circula socialmente, analizar de qué modo cada periódico dio cuenta de este suceso nos permitiría pensar, también, qué sociedad tenemos.
Accedo a las versiones electrónicas, por lo cual no sé en qué página salió ni qué otras noticias rodearon la que estamos viendo. Las secciones que menciono son las que organizan las ediciones digitales.
Clarín, en la sección La Ciudad, titula: «El orgullo gay desfiló en carrozas por la Avenida de Mayo» La volanta afirma: «DE PLAZA DE MAYO AL CONGRESO, POR SUS DERECHOS» Luego aparece una foto de dos personas con trajes de comparsa (similares a los de las vedetes), resumida en el epígrafe «COLOR. LA IMAGEN, ANTES DEL DESFILE CON MUSICA DISCO, DESDE EL CABILDO. ADEMAS HUBO UN BAILE DE CIERRE» El periodista, en el breve texto, hace pie en el carácter de espectáculo de la Marcha, a la que llama la movida (como si fuera una moda, una rave, etc.) Destaca, precisamente, qué música se escuchaba, la presencia de carrozas, etc. Si hemos de dar crédito al esquema de pirámide invertida de la noticia periodística, en los últimos párrafos va la información menos relevante. En el caso de Clarín, allí es donde se informa cuál fue el eje de la movilización, qué se reinvindicaba, a quién se escrachaba y un incidente con el Gobierno de la Ciudad, que no prestó este año los equipos de sonido. Marcha-show. Versión diluida de reclamos, puro glamour, cercano al estereotipo de frivolidad y superfcialidad del gay (Ahora la foto de primer plano que comienza la nota se recubre de sentido)
Perfil, en la sección Sociedad, afirma «Marcha del orgullo gay, con muchas mujeres», asombrándose (¿descubriendo, tal vez, que las mujeres también pueden ser gays, o ser sujetos autónomos y con discernimiento como para apoyar marchas de estas características?) La volanta expresa «Veinte mil asistentes», y también sigue una foto, de plano general, en la que se ve una carroza (de nuevo lentejuelas y plumas) rodeada de personas a cara descubierta y no disfrazadas, y un cartel. Arranca informando qué agrupaciones participaron, sigue con los detalles de color y sonoros del caso, informa acerca de ciertos carteles, que no queda claro si fueron un gesto irónico en la marcha o si realmente existen esas agrupaciones (y, entonces, el trabajo deconstructivo es realmente militante): la agrupación “Putos Peronistas de La Matanza” y remeras de chicas cuyas inscripciones decían “Potencia Tortillera”. Nuevamente, los últimos párrafos son para informar acerca de las reivindicaciones en esta ocasión. El penúltimo párrafo retoma la cuestión de la negativa del gobierno porteño a ceder equipos de sonido, y del temor por lo que ocurrirá una vez que el empresario Macri incorpore la Ciudad a su holding. El último y brevísimo párrafo termina con una información que cristaliza con la clave de lectura del texto y sus supuestos ideológicos:«Y finalmente, después del grito de rigor, llegaron los besos entre todos», dice. Ay estos putos, siempre fiesteros...
La Nación incluye el tema en Información general. Es el único diario que permite comentarios de los ciberlectores, y de los seis que en este momento figuran, dos de ellos fueron retirados por el editor, por violar el reglamento de publicación (ser ofensivos, injuriosos, etc.) El título es «Marcharon lesbianas y gays por la ciudad», recortando un subgrupo dentro del universo de asistentes (bisexuales, transexuales, y heterosexuales, seguramente) Y la volanta informa: «Reclamos al gobierno». No hay foto, pero ya es sintomática la operación discursiva: un transexual es, a la vista, una mujer (o sea, se operó, se la cortó: a la vista las apariencias engañan, y tranquilizan); un bisexual es un descarriado que de vez en cuando se tira una canita al aire, pero es recuperable. La marcha fue de putos y tortas, el resto no estuvo. La foto, si estuviera, tendría que dejar al desnudo lo que el título quiere construir: que no asistieron personas de a pie, personas a secas, con el variopinto que conforma cualquier conjunto de personas en cualquier evento que se propone como marcha y como festejo, sino que asistieron lesbianas y gays. Eso sí: hicieron reclamos al gobierno, claro está. Hasta los putos y las tortas se quejan de este gobierno pareciera querer decir La Nación (¿Cuál gobierno?: La Nación titula, calla, y otorga) La noticia comienza, precisamente, afirmando: «Con quejas contra el gobierno de la ciudad, lesbianas, gays y travestis se concentraron ayer en la Plaza de Mayo para luego marchar hasta el Congreso, donde reclamaron por la igualdad de sus derechos» De nuevo se recorta del público asistente el colectivo indeseable. Paradójicamente, debo decir, la noticia informa acerca de los reclamos y las reivindicaciones, haciendo caso omiso del estereotipo que los dos diarios anteriores, progresistas, reflejaron en su focalización en el colorido y las plumas.
Página/12 ubica la cuestión en la sección Sociedad, y titula: «Desde el orgullo» No hay volanta, pero sí copete, que dice: «La marcha gay tomó la Avenida de Mayo, con abucheos y con premios, y con el repetido reclamo de que se eliminen los decretos contravencionales que le dan poder a la policía para hostigarlos. El evento fue alegre y sin incidentes» En el primer párrafo, se menciona que fue la marcha más concurrida de todas las realizadas hasta ahora, a qué personas se abucheó y a quiénes se reconoció. Luego sigue con las reinvindicaciones realizadas, y en los párrafos siguientes mezcla opiniones y consignas con datos de color. En el medio, un largo autoelogio a un periodista del mismo diario, apoyado en la marcha. En el último párrafo, se menciona a las pasadas el conflicto con el gobierno porteño, el cual queda reducido a «unas críticas» acerca de no facilitar sonidos, luces y escenarios. La nota también presenta, de entrada, una foto de primer plano al estilo "vedete", y se ve de fondo un palco con globos de colores y carteles que no se pueden leer.
Crónica toma la noticia como de Interés general, y titula: «LLENA DE ORGULLO SE REALIZO LA MARCHA LGTB». Sin volanta, el copete amplía: «La decimosexta marcha del Orgullo Lésbico Gay Trans Bisexual 2007 en la Ciudad de Buenos Aires comenzó, poco después de las 18, en la Plaza de Mayo con una concentración que partió hacia el Congreso Nacional, donde realizaron una fiesta con música electrónica» y está acompañado por una foto de un palco, donde dos carteles multicolores promocionan el boliche Amerika. En el escueto texto, informa primero qué organizaciones participaron, luego la cantidad de asistentes, siguen dos párrafos con los reclamos y termina con otro que hace una historia sinóptica de estas marchas.
Para Ámbito Financiero, la noticia no existió, y su lugar en la sección Información General parece estar ocupado por no sé qué pelotudeces sobre Brad Pitt. La Prensa tampoco se enteró del hecho. Lo mismo para La Razón, aunque en este caso las palmas del silenciamiento y el reemplazo se las lleva una noticia acerca de una persona, en algún recóndito rincón del mundo, a la que le están creciendo raíces (sí, raíces, de árbol, para más datos) en el cuerpo, fotos incluidas. El Cronista Comercial, infiel a su nombre, no pudo mandar un cronista, ni levantar los cables con la data, pero en la contratapa creyó importante informar acerca del Festival de Cine Erótico, quizás porque para los yuppies de la city sea más importante enterarse acerca de la paja que de otras formas de sexualidad.
Infobae ubica la noticia en Información General. Y ya desde el título se posiciona: «El centro se conmocionó con la marcha del orgullo gay» Una conmoción es un estado de caos y alarma generalizados. Uno piensa en la AMIA, en la Embajada de Israel, en Las Torres Gemelas o en Atocha. Sin volanta ni copete, arranca la noticia: «La conocida movilización, que reúne a homosexuales y otros sectores que buscan la reivindicación, tiuvo [sic] este sábado su decimosexta edición» Siempre es interesante ver cómo se jerarquiza la información en la escritura, y qué es lo que se privilegia. En particular, qué se esconde en las proposiciones adjetivas con función explicativa, como en este caso. La conocida movilización, explica el texto, reúne a homosexuales (primera omisión) y otros sectores (no los nombremos, no nos quememos) que buscan no sé qué, ah, sí "la" reivindicación (una, la única, "la" que todos conocemos, qué molestos que son, la buscan y no la encuentran, qué salames, busquen mejor: esconde y niega el hecho de que es un proceso, que es una lucha, que hay dos partes, la que legitima y la que busca legitimarse; "la" reivindicación no se busca: se pelea contra alguien, pero eso no aparece acá, quizás porque Infobae está del lado del poder que legitima y obvio, reconoce su posición como "la" posición, y la de los insubordinados es una no-posición, una insurrección, una conmoción al orden establecido) En el segundo párrafo informa cuál fue el lema, quiénes asistieron (sólo Infobardo informa que hubo turistas, en este loco paisaje urbano) y qué se reclamaba (perdón, se buscaba) en la marcha: igualdad, libertad y diversidad Obviamente, el diario no puede con su genio y nuevamente le salta el Adolfito, al clasificar estos derechos sociales como "ideales": «en reclamo de "igualdad, libertad y diversidad", entre otros ideales», aúlla el escriba pigmeo fascista. Le sigue un párrafo que retoma la información acerca de la nutrida cantidad de asistentes, y luego otros que señalan el show, el espectáculo, la cuestión frívola: la ropa, la música, la puesta en escena. Continúa la información acerca de la negativa del gobierno porteño para ceder equipos (aunque, claro está, se borraron, se callaron, las dudas de los organizadores sobre la continuidad de esta Marcha en el futuro, cuando asuma el empresario) y termina con un párrafo novedoso, que trae algo que ningún otro medio informó: se contó con mucha seguridad, básicamente mucha polícia y vallado: cepo para que la contaminación no trascienda esos límites claramente establecidos. A diferencia de los demás medios, no hay foto, sino video (un informe televisivo de C5N, el nuevo chiche del Dani) en el que se ven caras y caras y más caras de personas que asistieron, y alguna que otra drag queen por allí. ¿Cuál será el objetivo? ¿Que alguna señora de Recoleta se horrorice -se conmocione- descubriendo a su hijo/a en esa Marcha? Andá a saber... De estos buenos muchachos se puede esperar cualquier cosa...
Paisaje transmitido entre los nervios
La noticia, dicen los que saben, debe ofrecer entre el título, la volanta, el copete y el primer párrafo un resumen general, la macroestructura, podríamos decir. Luego, información cada vez menos relevante, hasta el último párrafo.
Partiendo de la consigna anterior, los textos aquí reseñados deberían dar idea cabal acerca de qué, cuándo, dónde, quiénes, cómo y por qué ocurrió lo que se informa. Qué ocurrió, la marcha; cuándo ocurrió, ayer; dónde ocurrió, en Capital Federal; las siguientes preguntas son parte del problema que se analiza o, dicho de otro modo, el lugar donde emerge la ideología.
Paradójicamente y contra el lugar común, el reporte más austero de la noticia lo dio Crónica. No hay evaluaciones en el discurso, que se limita a informar las preguntas anteriores. Esto no quiere decir que sea un texto neutral, puesto que no existe tal cosa, pero sí que la evaluación es intrínseca a la tecnología periodística, o sea, qué decir, dónde, cómo jerarquizar la noticia, qué considerar relevante en función del lector modelo.
No todos clasifican el hecho del mismo modo: para Clarín, se trata de un acontecimiento que se cataloga en la sección referida a la cuidad, donde también se puede hablar de los baches o del estado de las plazas de la Capital Federal. Ningún periódico trae a cuento si se realizaron marchas similares en las demás provincias, pero ésta era una modalidad común años anteriores; por lo cual la reivindicación de esta lucha no es algo que acontece, preocupa y sucede sólo en la gran ciudad. Para Perfil y Página/12, se trata de un hecho que involucra a la sociedad, o al menos así lo ubican en sus respectivos diarios. La Nación, Crónica e Infobae suponen que el evento es de interés general, como cuando informan que nacieron jirafas en el zoológico. Ninguno lo ve como -creo- debe ser visto: como un acto de política, en el más genuino y puro sentido de esta palabra. Perfil es el único que pareciera entender el fenómeno en esta dimensión, pero lo clausura desde el humor (que a veces, como en este caso, ayuda a solidificar prejuicios y estereotipos) ya que abre su texto con una frase de la marcha: «Gays al poder. Total la casa ya es rosada»
Dos son los datos, en un análisis apresurado, que destacan por la divergencia entre un medio y otro: el desarrollo de la Marcha y la cuestión del equipamiento que el gobierno de la Ciudad no brindó. En el primero, como hemos afirmado, algunos medios se deshacen en cierto regodeo o interés por mostrar esto como un acto de vedetismo de aquellos que se constituyen en una especie de parodia degradada de una mujer, en el peor de los casos, o si no, mostrando el suceso como una fiesta, superficial y glamorosa fiesta. Con respecto al segundo aspecto, es claro cómo cada medio aprovecha para llevar agua para su molino, callando o poniendo de relieve su distancia o cercanía con el gobierno local, entrante y/o saliente.
Párrafo aparte merece El Cronista. Siendo, junto con Ámbito, dos diarios económicos, se justificaría que no consideraran nada que no fuera referido a política económica (no obstante, tienen otras secciones, por ejemplo, de espectáculos). Sin embargo, como ya se ha dicho, El Cronista informa, y nada menos que en su contratapa, acerca del Festival de Cine Erótico, cine que, por su parte, también está constituido por pelis de temática GLTB, pero que, presumo, tampoco han de estar consideradas en este texto.
Es notorio cómo algunos medios decidieron ningunear el acontecimiento, y cómo y con qué rellenaron sus páginas. La Razón, el hijo pobre del grupo Clarín, le robó por unos segundos el estrellato sensacionalista a Crónica, con eso del hombre-árbol.
Luego de leídas las noticias que refieren al mismo hecho en los diversos diarios, salta a la vista una conclusión: es imprescindible seguir con estas Marchas, por lo menos hasta que sean, realmente, sólo de fiesta y festejo.
En relación con la XVI Marcha del Orgullo, la causa virtuosa puede ser propia o ajena. Propia, en el sentido de ser parte del colectivo organizador, ser partícipe del evento en sí, etc. Ajena, en el sentido de "es cosa de otros/as" Analicemos esta segunda cuestión.
Cuando el seleccionado nacional de fútbol le gana al seleccionado de Bolivia, más allá de la previsibilidad del resultado, hay un cierto orgullo que trasciende a los once que jugaron ese partido. Cuando un argentino disputa el Torneo Mundial del Sorongo Acústico, los diarios reflejan el sentimiento de orgullo que recorre las venas del nacionalismo. Lo vivieron hace poco los hoy ya olvidadísimos jugadores de rugby de Los Pumas. ¿Cuál es la diferencia esencial entre estar orgulloso por lo que once, uno, o muchos, realizan en nombre de todos, y esta Marcha del Orgullo? Dicho de otro modo: ¿por qué, sin haber disputado directamente, financiado, esponsoreado, participado, sin haber regado siquiera el césped del estadio donde se realizó tal o cual evento, todos se sienten parte de un "logro", se sienten orgullosos de él, y no lo sienten cuando se realiza una Marcha del Orgullo?
Porque no soy gay/lesbiana/transexual/bisexual, podría ser la respuesta. Pero tampoco sos futbolista profesional, rugbier profesional ni profesional del sorongo acústico, se podría contraargumentar. Porque ser gay es antinatural, podría aventurar algún/a custodio/a de conciencias ajenas. Tan antinatural como que el hombre nade, cuando fue diseñado por la naturaleza para desplazarse por la tierra, podríamos decir, y sin embargo nadie en sus cabales considera antinatural la práctica de Meolans. Hay orgullos y orgullos, entonces, aparentemente: orgullitos fáciles y que sientan bien, y orgullos difíciles de digerir, porque implican pensar(se).
¿Qué lleva a que determinadas personas, determinados seres humanos, decidan realizar una marcha que visibilice su satisfacción por haber elegido ser quienes son, su orgullo? ¿Hay, acaso, marchas del orgullo médico, o del orgullo docente? Lo que lleva a que estas personas, seres humanos, decidan manifestarse es ese mismo prejuicio de base del que hablábamos en el párrafo anterior: cuesta aceptar que otros asumieron ser diferentes, ser como se les canta, y que desde ese lugar interpelan posturas acríticas, opciones porque sí, decisiones a la ligera y atravesadas de prejuicios.
Se puede estar orgulloso por ser gay, y se puede estar orgulloso porque están dadas las condiciones para que personas con preferencias sexuales diferentes puedan manifestarse y hacerse visibles. Y hasta se puede ser indiferente, tal como me es indiferente que cierto compatriota gane el torneo mundial del sorongo, o el mundial de fútbol. Pero no se puede estar orgulloso de que, todavía, sea necesario hacer estas marchas, porque indican que algo está fallando, que evidentemente como sociedad hay debates que todavía no podemos darnos. Pura imbecilidad, miedo e intolerancia disfrazados de darwinismo democrático.
En definitiva, entonces: el orgullo puede estar dado por lo que sos, o porque otras personas hayan logrado mostrarse orgullosas de lo que son. En cualquiera de los dos casos, la conclusión es que queda mucho por recorrer y hacer. Y si no sentís orgullo, en cualquiera de las dos versiones, si sentís indiferencia o asco, es porque seguramente la interpelación que esa Marcha realiza a tu subjetividad está siendo efectiva, y vos preferís dormir la siesta antes que pensarte y pensar de qué modo se puede lograr un mundo un poco mejor, un mundo que, por suerte, es lo suficientemente grande como para que todos entremos cómodamente en él, si cada uno le ponemos el grano de esfuerzo necesario.
Los diarios
Si aceptamos que el periodismo, por un lado, impone una agenda, pero por el otro, esa construcción debe basarse en lo que circula socialmente, analizar de qué modo cada periódico dio cuenta de este suceso nos permitiría pensar, también, qué sociedad tenemos.
Accedo a las versiones electrónicas, por lo cual no sé en qué página salió ni qué otras noticias rodearon la que estamos viendo. Las secciones que menciono son las que organizan las ediciones digitales.
Clarín, en la sección La Ciudad, titula: «El orgullo gay desfiló en carrozas por la Avenida de Mayo» La volanta afirma: «DE PLAZA DE MAYO AL CONGRESO, POR SUS DERECHOS» Luego aparece una foto de dos personas con trajes de comparsa (similares a los de las vedetes), resumida en el epígrafe «COLOR. LA IMAGEN, ANTES DEL DESFILE CON MUSICA DISCO, DESDE EL CABILDO. ADEMAS HUBO UN BAILE DE CIERRE» El periodista, en el breve texto, hace pie en el carácter de espectáculo de la Marcha, a la que llama la movida (como si fuera una moda, una rave, etc.) Destaca, precisamente, qué música se escuchaba, la presencia de carrozas, etc. Si hemos de dar crédito al esquema de pirámide invertida de la noticia periodística, en los últimos párrafos va la información menos relevante. En el caso de Clarín, allí es donde se informa cuál fue el eje de la movilización, qué se reinvindicaba, a quién se escrachaba y un incidente con el Gobierno de la Ciudad, que no prestó este año los equipos de sonido. Marcha-show. Versión diluida de reclamos, puro glamour, cercano al estereotipo de frivolidad y superfcialidad del gay (Ahora la foto de primer plano que comienza la nota se recubre de sentido)
Perfil, en la sección Sociedad, afirma «Marcha del orgullo gay, con muchas mujeres», asombrándose (¿descubriendo, tal vez, que las mujeres también pueden ser gays, o ser sujetos autónomos y con discernimiento como para apoyar marchas de estas características?) La volanta expresa «Veinte mil asistentes», y también sigue una foto, de plano general, en la que se ve una carroza (de nuevo lentejuelas y plumas) rodeada de personas a cara descubierta y no disfrazadas, y un cartel. Arranca informando qué agrupaciones participaron, sigue con los detalles de color y sonoros del caso, informa acerca de ciertos carteles, que no queda claro si fueron un gesto irónico en la marcha o si realmente existen esas agrupaciones (y, entonces, el trabajo deconstructivo es realmente militante): la agrupación “Putos Peronistas de La Matanza” y remeras de chicas cuyas inscripciones decían “Potencia Tortillera”. Nuevamente, los últimos párrafos son para informar acerca de las reivindicaciones en esta ocasión. El penúltimo párrafo retoma la cuestión de la negativa del gobierno porteño a ceder equipos de sonido, y del temor por lo que ocurrirá una vez que el empresario Macri incorpore la Ciudad a su holding. El último y brevísimo párrafo termina con una información que cristaliza con la clave de lectura del texto y sus supuestos ideológicos:«Y finalmente, después del grito de rigor, llegaron los besos entre todos», dice. Ay estos putos, siempre fiesteros...
La Nación incluye el tema en Información general. Es el único diario que permite comentarios de los ciberlectores, y de los seis que en este momento figuran, dos de ellos fueron retirados por el editor, por violar el reglamento de publicación (ser ofensivos, injuriosos, etc.) El título es «Marcharon lesbianas y gays por la ciudad», recortando un subgrupo dentro del universo de asistentes (bisexuales, transexuales, y heterosexuales, seguramente) Y la volanta informa: «Reclamos al gobierno». No hay foto, pero ya es sintomática la operación discursiva: un transexual es, a la vista, una mujer (o sea, se operó, se la cortó: a la vista las apariencias engañan, y tranquilizan); un bisexual es un descarriado que de vez en cuando se tira una canita al aire, pero es recuperable. La marcha fue de putos y tortas, el resto no estuvo. La foto, si estuviera, tendría que dejar al desnudo lo que el título quiere construir: que no asistieron personas de a pie, personas a secas, con el variopinto que conforma cualquier conjunto de personas en cualquier evento que se propone como marcha y como festejo, sino que asistieron lesbianas y gays. Eso sí: hicieron reclamos al gobierno, claro está. Hasta los putos y las tortas se quejan de este gobierno pareciera querer decir La Nación (¿Cuál gobierno?: La Nación titula, calla, y otorga) La noticia comienza, precisamente, afirmando: «Con quejas contra el gobierno de la ciudad, lesbianas, gays y travestis se concentraron ayer en la Plaza de Mayo para luego marchar hasta el Congreso, donde reclamaron por la igualdad de sus derechos» De nuevo se recorta del público asistente el colectivo indeseable. Paradójicamente, debo decir, la noticia informa acerca de los reclamos y las reivindicaciones, haciendo caso omiso del estereotipo que los dos diarios anteriores, progresistas, reflejaron en su focalización en el colorido y las plumas.
Página/12 ubica la cuestión en la sección Sociedad, y titula: «Desde el orgullo» No hay volanta, pero sí copete, que dice: «La marcha gay tomó la Avenida de Mayo, con abucheos y con premios, y con el repetido reclamo de que se eliminen los decretos contravencionales que le dan poder a la policía para hostigarlos. El evento fue alegre y sin incidentes» En el primer párrafo, se menciona que fue la marcha más concurrida de todas las realizadas hasta ahora, a qué personas se abucheó y a quiénes se reconoció. Luego sigue con las reinvindicaciones realizadas, y en los párrafos siguientes mezcla opiniones y consignas con datos de color. En el medio, un largo autoelogio a un periodista del mismo diario, apoyado en la marcha. En el último párrafo, se menciona a las pasadas el conflicto con el gobierno porteño, el cual queda reducido a «unas críticas» acerca de no facilitar sonidos, luces y escenarios. La nota también presenta, de entrada, una foto de primer plano al estilo "vedete", y se ve de fondo un palco con globos de colores y carteles que no se pueden leer.
Crónica toma la noticia como de Interés general, y titula: «LLENA DE ORGULLO SE REALIZO LA MARCHA LGTB». Sin volanta, el copete amplía: «La decimosexta marcha del Orgullo Lésbico Gay Trans Bisexual 2007 en la Ciudad de Buenos Aires comenzó, poco después de las 18, en la Plaza de Mayo con una concentración que partió hacia el Congreso Nacional, donde realizaron una fiesta con música electrónica» y está acompañado por una foto de un palco, donde dos carteles multicolores promocionan el boliche Amerika. En el escueto texto, informa primero qué organizaciones participaron, luego la cantidad de asistentes, siguen dos párrafos con los reclamos y termina con otro que hace una historia sinóptica de estas marchas.
Para Ámbito Financiero, la noticia no existió, y su lugar en la sección Información General parece estar ocupado por no sé qué pelotudeces sobre Brad Pitt. La Prensa tampoco se enteró del hecho. Lo mismo para La Razón, aunque en este caso las palmas del silenciamiento y el reemplazo se las lleva una noticia acerca de una persona, en algún recóndito rincón del mundo, a la que le están creciendo raíces (sí, raíces, de árbol, para más datos) en el cuerpo, fotos incluidas. El Cronista Comercial, infiel a su nombre, no pudo mandar un cronista, ni levantar los cables con la data, pero en la contratapa creyó importante informar acerca del Festival de Cine Erótico, quizás porque para los yuppies de la city sea más importante enterarse acerca de la paja que de otras formas de sexualidad.
Infobae ubica la noticia en Información General. Y ya desde el título se posiciona: «El centro se conmocionó con la marcha del orgullo gay» Una conmoción es un estado de caos y alarma generalizados. Uno piensa en la AMIA, en la Embajada de Israel, en Las Torres Gemelas o en Atocha. Sin volanta ni copete, arranca la noticia: «La conocida movilización, que reúne a homosexuales y otros sectores que buscan la reivindicación, tiuvo [sic] este sábado su decimosexta edición» Siempre es interesante ver cómo se jerarquiza la información en la escritura, y qué es lo que se privilegia. En particular, qué se esconde en las proposiciones adjetivas con función explicativa, como en este caso. La conocida movilización, explica el texto, reúne a homosexuales (primera omisión) y otros sectores (no los nombremos, no nos quememos) que buscan no sé qué, ah, sí "la" reivindicación (una, la única, "la" que todos conocemos, qué molestos que son, la buscan y no la encuentran, qué salames, busquen mejor: esconde y niega el hecho de que es un proceso, que es una lucha, que hay dos partes, la que legitima y la que busca legitimarse; "la" reivindicación no se busca: se pelea contra alguien, pero eso no aparece acá, quizás porque Infobae está del lado del poder que legitima y obvio, reconoce su posición como "la" posición, y la de los insubordinados es una no-posición, una insurrección, una conmoción al orden establecido) En el segundo párrafo informa cuál fue el lema, quiénes asistieron (sólo Infobardo informa que hubo turistas, en este loco paisaje urbano) y qué se reclamaba (perdón, se buscaba) en la marcha: igualdad, libertad y diversidad Obviamente, el diario no puede con su genio y nuevamente le salta el Adolfito, al clasificar estos derechos sociales como "ideales": «en reclamo de "igualdad, libertad y diversidad", entre otros ideales», aúlla el escriba pigmeo fascista. Le sigue un párrafo que retoma la información acerca de la nutrida cantidad de asistentes, y luego otros que señalan el show, el espectáculo, la cuestión frívola: la ropa, la música, la puesta en escena. Continúa la información acerca de la negativa del gobierno porteño para ceder equipos (aunque, claro está, se borraron, se callaron, las dudas de los organizadores sobre la continuidad de esta Marcha en el futuro, cuando asuma el empresario) y termina con un párrafo novedoso, que trae algo que ningún otro medio informó: se contó con mucha seguridad, básicamente mucha polícia y vallado: cepo para que la contaminación no trascienda esos límites claramente establecidos. A diferencia de los demás medios, no hay foto, sino video (un informe televisivo de C5N, el nuevo chiche del Dani) en el que se ven caras y caras y más caras de personas que asistieron, y alguna que otra drag queen por allí. ¿Cuál será el objetivo? ¿Que alguna señora de Recoleta se horrorice -se conmocione- descubriendo a su hijo/a en esa Marcha? Andá a saber... De estos buenos muchachos se puede esperar cualquier cosa...
Paisaje transmitido entre los nervios
La noticia, dicen los que saben, debe ofrecer entre el título, la volanta, el copete y el primer párrafo un resumen general, la macroestructura, podríamos decir. Luego, información cada vez menos relevante, hasta el último párrafo.
Partiendo de la consigna anterior, los textos aquí reseñados deberían dar idea cabal acerca de qué, cuándo, dónde, quiénes, cómo y por qué ocurrió lo que se informa. Qué ocurrió, la marcha; cuándo ocurrió, ayer; dónde ocurrió, en Capital Federal; las siguientes preguntas son parte del problema que se analiza o, dicho de otro modo, el lugar donde emerge la ideología.
Paradójicamente y contra el lugar común, el reporte más austero de la noticia lo dio Crónica. No hay evaluaciones en el discurso, que se limita a informar las preguntas anteriores. Esto no quiere decir que sea un texto neutral, puesto que no existe tal cosa, pero sí que la evaluación es intrínseca a la tecnología periodística, o sea, qué decir, dónde, cómo jerarquizar la noticia, qué considerar relevante en función del lector modelo.
No todos clasifican el hecho del mismo modo: para Clarín, se trata de un acontecimiento que se cataloga en la sección referida a la cuidad, donde también se puede hablar de los baches o del estado de las plazas de la Capital Federal. Ningún periódico trae a cuento si se realizaron marchas similares en las demás provincias, pero ésta era una modalidad común años anteriores; por lo cual la reivindicación de esta lucha no es algo que acontece, preocupa y sucede sólo en la gran ciudad. Para Perfil y Página/12, se trata de un hecho que involucra a la sociedad, o al menos así lo ubican en sus respectivos diarios. La Nación, Crónica e Infobae suponen que el evento es de interés general, como cuando informan que nacieron jirafas en el zoológico. Ninguno lo ve como -creo- debe ser visto: como un acto de política, en el más genuino y puro sentido de esta palabra. Perfil es el único que pareciera entender el fenómeno en esta dimensión, pero lo clausura desde el humor (que a veces, como en este caso, ayuda a solidificar prejuicios y estereotipos) ya que abre su texto con una frase de la marcha: «Gays al poder. Total la casa ya es rosada»
Dos son los datos, en un análisis apresurado, que destacan por la divergencia entre un medio y otro: el desarrollo de la Marcha y la cuestión del equipamiento que el gobierno de la Ciudad no brindó. En el primero, como hemos afirmado, algunos medios se deshacen en cierto regodeo o interés por mostrar esto como un acto de vedetismo de aquellos que se constituyen en una especie de parodia degradada de una mujer, en el peor de los casos, o si no, mostrando el suceso como una fiesta, superficial y glamorosa fiesta. Con respecto al segundo aspecto, es claro cómo cada medio aprovecha para llevar agua para su molino, callando o poniendo de relieve su distancia o cercanía con el gobierno local, entrante y/o saliente.
Párrafo aparte merece El Cronista. Siendo, junto con Ámbito, dos diarios económicos, se justificaría que no consideraran nada que no fuera referido a política económica (no obstante, tienen otras secciones, por ejemplo, de espectáculos). Sin embargo, como ya se ha dicho, El Cronista informa, y nada menos que en su contratapa, acerca del Festival de Cine Erótico, cine que, por su parte, también está constituido por pelis de temática GLTB, pero que, presumo, tampoco han de estar consideradas en este texto.
Es notorio cómo algunos medios decidieron ningunear el acontecimiento, y cómo y con qué rellenaron sus páginas. La Razón, el hijo pobre del grupo Clarín, le robó por unos segundos el estrellato sensacionalista a Crónica, con eso del hombre-árbol.
Luego de leídas las noticias que refieren al mismo hecho en los diversos diarios, salta a la vista una conclusión: es imprescindible seguir con estas Marchas, por lo menos hasta que sean, realmente, sólo de fiesta y festejo.
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jueves, 15 de noviembre de 2007
• Hace años, empecé una novela • Últimamente, me viene rodeando la idea de "obligarme" a continuar su escritura, aprovechando el blog • Una especie de "novela por entregas", al estilo de la de folletín • Sebas, ayer a la noche, me decidió, así que va fundamentalmente para él, que quiere leer más • Es que ahora, los lunes y jueves a la tardecita me aburro... :P
o O o O o
I
El día de mi muerte pediría más vida, dijo.
El día de mi muerte quizás me encuentre muerto, contestó.
II
No es en vivir en lo que se nos huye el tiempo,
sino en una espera oscura y tal vez prefigurada,
en un campo llano sin senderos
que multiplican horizontes sin palabras.
A veces creemos que nacimos acá
y en realidad ya habíamos muerto en otro lado.
No es en vivir en lo que se nos huye el tiempo,
sino en una espera oscura y tal vez prefigurada,
en un campo llano sin senderos
que multiplican horizontes sin palabras.
A veces creemos que nacimos acá
y en realidad ya habíamos muerto en otro lado.
III
Cuando se recibió, algo como congoja lo invadía. No era exactamente tristeza; no era exactamente felicidad. Era -había dicho- incierta expectativa. Y así había querido resumir toda una carrera de Medicina, todas las noches inhóspitas, todo el encierro entre humo y libros, todos los exámenes, todos los días. Por eso, ahora, este tren era insoportable; por eso, ahora, ese único pasaje en primera categoría era una carga áspera; por eso, ahora, su futuro era un día enclavado en un pasado.
IV
Leonardo estudiaba cuando conoció a Sofía.
Se casaron ni bien cumplió el año de haberse recibido, y ya trabajaba en el Hospital.
Ella quedó embarazada tres meses después.
En el parto nació muerta la nena.
A los quince días moría su esposa.
A los cinco meses, renunció al Hospital, vendió el departamento, los muebles, sus proyectos, el optimismo.
El 4 de noviembre estaba en la Estación: a las catorce y diecisiete salió el tren.
Dos y media, solo, encerrado en el baño, lloró, con un llanto de hombre que sólo un cielo poblado de dioses atónitos podría comprender, podría provocar.
Se casaron ni bien cumplió el año de haberse recibido, y ya trabajaba en el Hospital.
Ella quedó embarazada tres meses después.
En el parto nació muerta la nena.
A los quince días moría su esposa.
A los cinco meses, renunció al Hospital, vendió el departamento, los muebles, sus proyectos, el optimismo.
El 4 de noviembre estaba en la Estación: a las catorce y diecisiete salió el tren.
Dos y media, solo, encerrado en el baño, lloró, con un llanto de hombre que sólo un cielo poblado de dioses atónitos podría comprender, podría provocar.
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sábado, 10 de noviembre de 2007
Género gramatical (femenino/masculino): lengua, cultura e hipótesis Sapir-Whorf
0 Respuestas/comentarios Publicado por Esteban Cid a las 13:36La lengua como modelización de la realidad • La llamada «Hipótesis Sapir-Whorf» en la morfología nominal del español • Reflexiones a partir de un ¿chiste? que trabajamos ayer en un taller para docentes
En el ámbito de la sociolingüística no cuantitativa (o sea, por fuera de la teoría de William Labov, quien en cierto modo pergeñó lo que hoy entendemos por sociolingüística) suele prestarse fundamental atención a la relación entre lengua y sociedad. El inteligente profesor Roberto Bein solía afirmar, mesa de café mediante, que la diferencia entre la sociolingüística y la sociología del lenguaje estaba dada por el acento que se pusiera en dicha relación; por eso, los sociolingüistas tenderían estudiar (modelizar, analizar, proponer) la lengua y cómo funciona en ella lo social, mientras que los sociólogos del lenguaje se inclinarían a estudiar (modelizar, analizar, proponer) la sociedad y cómo funciona en ella la lengua. Parece un juego de palabras, pero en la práctica supone teorías y respuestas (teóricas, empíricas, prácticas, sociales, políticas, culturales, etc.) bien distintas.
En el siglo XX, fundamentalmente en la lingüística y en la antropología norteamericanas, se profundizó el estudio del léxico, de los rasgos gramaticales (morfológicos, fonológicos, sintácticos), de la semántica, en interrelación con la cultura y la comunidad lingüística, básicamente en estudios de las culturas aborígenes de Norteamérica. Más allá de sus propuestas, hoy quizás algo envejecidas, lo que estos diferentes trabajos pusieron en crisis, visto en perspectiva, fue cierto modo de pensar, que estaba formateado a partir de los rasgos configuracionales de las lenguas europeas, desde el latín y el griego en adelante. O sea: si en griego, latín y todas las lenguas grecorromanas modernas hay un sujeto y un predicado, por lo tanto iremos a buscar sujetos y predicados en cuanta lengua estudiemos. El ligüista Benjamin Whorf, precisamente, llamó la atención sobre este aspecto, el regodeo de los lingüistas por las lenguas que él llamó S. A. E. («Standard Average European», o sea, las lenguas del tipo europeo estándar)
Fue Whorf quien, a partir del estudio de la lengua amerindia Hopi, encontró que en ésta «es inexacto considerar como cosa natural que un Hopi, conociendo [sic] únicamente la lengua Hopi y las ideas culturales de su propio medio tenga las mismas nociones del tiempo y del espacio que nosotros, nociones éstas a las que a menudo se les supone un origen intuitivo y consideradas generalmente universales» (B. Whorf, cit. por Karmele Roatetxe Amusategui: La Sociolingüística, pág. 84). En principio, la lengua Hopi carece de una palabra que traduzca uno a uno nuestro término tiempo y, por otra parte, la temporalidad se expresa en su lengua con un sistema de opciones gramaticales diferente del de las lenguas SAE, por ejemplo en la conjugación de los verbos, en la relación entre eje temporal y comportamiento del locutor, etc. (en español, por caso, el eje temporal se establece a partir del aquí y ahora desde donde enuncia el locutor, cosa que no ocurre en la lengua Hopi)
Son harto conocidos los diversos estudios comparativos que se han realizado acerca de campos léxicos, tales como el de los colores (por ejemplo, la gama de colores que va desde ciertos tonos grises al azul y al verde son designados, en la lengua Ibo, sólo con el término ocha) o el de las relaciones de parentesco (por ejemplo, en español designamos como cuñado o cuñada las mismas relaciones que el ruso designa de seis modos distintos, según sea mujer o varón, hermana/o propio o del esposo o de la esposa)
Estos casos vendrían a mostrar que cada lengua ha categorizado y modelizado la realidad de acuerdo con pautas específicas, pautas que podemos ver correspondiéndose con formaciones ideológicas, históricas, políticas, geográficas, etc. El lingüista norteamericano Edward Sapir fue quien sugirió la hipótesis del relativisimo lingüístico que luego su discípulo Whorf establecería. Para Sapir, «Dos lenguas nunca son suficientemente parecidas para poder considerarlas como exposiciones de la misma realidad social. Los mundos en los que viven sociedades distintas son mundos separados y no se trata simplemente del mismo mundo con diferentes etiquetas» «La lengua no es sólo un inventario de distintos ítems [sic] sino que define la experiencia de un modo efectivo para nosotros [...] a causa de nuestra proyección inconsciente» (E. Sapir, cit. por Karmele Roatetxe Amusategui, ídem, pág. 83)
A partir de estas intuiciones, Whorf afirmó la hipótesis del siguiente modo: «Diseccionamos la naturaleza siguiendo líneas que nos vienen indicadas por nuestras lenguas nativas. […] El mundo es presentado en un flujo caleidoscópico de impresiones que tiene que ser organizado por nuestras mentes –y esto significa que tiene que ser organizado en nuestras mentes por los sistemas lingüísticos. […] Nosotros dividimos la naturaleza, la organizamos en conceptos, y adscribimos significados […] Así, pues, nos vemos introducidos en un nuevo principio de relatividad que afirma que todos los observadores no son dirigidos por la misma evidencia física hacia la misma imagen del universo, a menos que sus fondos de experiencia lingüística sean similares, o puedan ser calibrados de algún modo» (B. Whorf: Language, Thought and Reality; 1941)
Conducida al extremo, esta hipótesis se torna inadmisible: la lengua impondría al pensamiento una determinada estructura basada en la propia cultura, lo cual supondría, a su vez, una relación determinística entre raza, cultura y lengua. Se pueden presentar varios argumentos en contra de la versión extrema de la «hipótesis Sapir-Whorf»: en primer lugar, las lenguas, son hasta cierto punto, traducibles, lo cual demostraría que hay una base conceptual en gran medida universal; en segundo lugar, y teniendo en cuenta las imperfecciones que supone la traducción (por ejemplo, en los casos de discrepancia léxica entre lenguas dados arriba), siempre se pueden hacer descripciones más o menos genéricas de esos conceptos (por ejemplo, se puede utilizar hermano político o hermana política para las diferencias en las palabras de parentesco entre el ruso y el español), ya que cuando la equivalencia de conceptos entre lenguas no es posible, siempre se puede recurrir a una descripción referencial sustituta (por ejemplo, en inglés existe el concepto pest, que no tiene equivalente castellano, pero puede ser traducido por la descripción “animal nocivo”). Cabe entonces afirmar que existe un fondo conceptual común (parte del lenguaje universal y genético) y una estructuración específica que cada lengua particular realiza de esa base conceptual común.
No obstante, podemos plantear una versión débil de esta hipótesis, por la cual entender que las lenguas suponen condiciones para que se construyan visiones particulares del mundo, que no están determinadas por las lenguas en sí, sino que éstas actúan como condición de posibilidad de aquellas. Como usuarios del lenguaje estamos orientados (aunque no determinados) a ver el mundo a partir de las categorías que nos da nuestra propia lengua. El mismo Whorf pareciera inclinado a suscribir esta versión débil, ya que reconoce que ha habido procesos sociales, como el desarrollo del capitalismo, que ocurrieron fuera del lenguaje (es decir, no determinados por él) y que, incluso, fueron ellos los que dirigieron modificaciones en las lenguas.
El género y el género
Estudiando la lengua Aymara, Martha Hardman afirma:
¿Cuál es la situación en el español, al menos en nuestro dialecto rioplatense del español? Transcribo y amplío un "chiste" que ayer se trabajó en un taller sobre sexualidad, para que las conclusiones, luego de la larga perorata, las establezcas como respuesta de este post :)
En el siglo XX, fundamentalmente en la lingüística y en la antropología norteamericanas, se profundizó el estudio del léxico, de los rasgos gramaticales (morfológicos, fonológicos, sintácticos), de la semántica, en interrelación con la cultura y la comunidad lingüística, básicamente en estudios de las culturas aborígenes de Norteamérica. Más allá de sus propuestas, hoy quizás algo envejecidas, lo que estos diferentes trabajos pusieron en crisis, visto en perspectiva, fue cierto modo de pensar, que estaba formateado a partir de los rasgos configuracionales de las lenguas europeas, desde el latín y el griego en adelante. O sea: si en griego, latín y todas las lenguas grecorromanas modernas hay un sujeto y un predicado, por lo tanto iremos a buscar sujetos y predicados en cuanta lengua estudiemos. El ligüista Benjamin Whorf, precisamente, llamó la atención sobre este aspecto, el regodeo de los lingüistas por las lenguas que él llamó S. A. E. («Standard Average European», o sea, las lenguas del tipo europeo estándar)
Fue Whorf quien, a partir del estudio de la lengua amerindia Hopi, encontró que en ésta «es inexacto considerar como cosa natural que un Hopi, conociendo [sic] únicamente la lengua Hopi y las ideas culturales de su propio medio tenga las mismas nociones del tiempo y del espacio que nosotros, nociones éstas a las que a menudo se les supone un origen intuitivo y consideradas generalmente universales» (B. Whorf, cit. por Karmele Roatetxe Amusategui: La Sociolingüística, pág. 84). En principio, la lengua Hopi carece de una palabra que traduzca uno a uno nuestro término tiempo y, por otra parte, la temporalidad se expresa en su lengua con un sistema de opciones gramaticales diferente del de las lenguas SAE, por ejemplo en la conjugación de los verbos, en la relación entre eje temporal y comportamiento del locutor, etc. (en español, por caso, el eje temporal se establece a partir del aquí y ahora desde donde enuncia el locutor, cosa que no ocurre en la lengua Hopi)
Son harto conocidos los diversos estudios comparativos que se han realizado acerca de campos léxicos, tales como el de los colores (por ejemplo, la gama de colores que va desde ciertos tonos grises al azul y al verde son designados, en la lengua Ibo, sólo con el término ocha) o el de las relaciones de parentesco (por ejemplo, en español designamos como cuñado o cuñada las mismas relaciones que el ruso designa de seis modos distintos, según sea mujer o varón, hermana/o propio o del esposo o de la esposa)
Estos casos vendrían a mostrar que cada lengua ha categorizado y modelizado la realidad de acuerdo con pautas específicas, pautas que podemos ver correspondiéndose con formaciones ideológicas, históricas, políticas, geográficas, etc. El lingüista norteamericano Edward Sapir fue quien sugirió la hipótesis del relativisimo lingüístico que luego su discípulo Whorf establecería. Para Sapir, «Dos lenguas nunca son suficientemente parecidas para poder considerarlas como exposiciones de la misma realidad social. Los mundos en los que viven sociedades distintas son mundos separados y no se trata simplemente del mismo mundo con diferentes etiquetas» «La lengua no es sólo un inventario de distintos ítems [sic] sino que define la experiencia de un modo efectivo para nosotros [...] a causa de nuestra proyección inconsciente» (E. Sapir, cit. por Karmele Roatetxe Amusategui, ídem, pág. 83)
A partir de estas intuiciones, Whorf afirmó la hipótesis del siguiente modo: «Diseccionamos la naturaleza siguiendo líneas que nos vienen indicadas por nuestras lenguas nativas. […] El mundo es presentado en un flujo caleidoscópico de impresiones que tiene que ser organizado por nuestras mentes –y esto significa que tiene que ser organizado en nuestras mentes por los sistemas lingüísticos. […] Nosotros dividimos la naturaleza, la organizamos en conceptos, y adscribimos significados […] Así, pues, nos vemos introducidos en un nuevo principio de relatividad que afirma que todos los observadores no son dirigidos por la misma evidencia física hacia la misma imagen del universo, a menos que sus fondos de experiencia lingüística sean similares, o puedan ser calibrados de algún modo» (B. Whorf: Language, Thought and Reality; 1941)
Conducida al extremo, esta hipótesis se torna inadmisible: la lengua impondría al pensamiento una determinada estructura basada en la propia cultura, lo cual supondría, a su vez, una relación determinística entre raza, cultura y lengua. Se pueden presentar varios argumentos en contra de la versión extrema de la «hipótesis Sapir-Whorf»: en primer lugar, las lenguas, son hasta cierto punto, traducibles, lo cual demostraría que hay una base conceptual en gran medida universal; en segundo lugar, y teniendo en cuenta las imperfecciones que supone la traducción (por ejemplo, en los casos de discrepancia léxica entre lenguas dados arriba), siempre se pueden hacer descripciones más o menos genéricas de esos conceptos (por ejemplo, se puede utilizar hermano político o hermana política para las diferencias en las palabras de parentesco entre el ruso y el español), ya que cuando la equivalencia de conceptos entre lenguas no es posible, siempre se puede recurrir a una descripción referencial sustituta (por ejemplo, en inglés existe el concepto pest, que no tiene equivalente castellano, pero puede ser traducido por la descripción “animal nocivo”). Cabe entonces afirmar que existe un fondo conceptual común (parte del lenguaje universal y genético) y una estructuración específica que cada lengua particular realiza de esa base conceptual común.
No obstante, podemos plantear una versión débil de esta hipótesis, por la cual entender que las lenguas suponen condiciones para que se construyan visiones particulares del mundo, que no están determinadas por las lenguas en sí, sino que éstas actúan como condición de posibilidad de aquellas. Como usuarios del lenguaje estamos orientados (aunque no determinados) a ver el mundo a partir de las categorías que nos da nuestra propia lengua. El mismo Whorf pareciera inclinado a suscribir esta versión débil, ya que reconoce que ha habido procesos sociales, como el desarrollo del capitalismo, que ocurrieron fuera del lenguaje (es decir, no determinados por él) y que, incluso, fueron ellos los que dirigieron modificaciones en las lenguas.
El género y el género
Estudiando la lengua Aymara, Martha Hardman afirma:
[En castellano] Lo mismo ocurre con la indicación de sexo. Los pronombres distinguen: él o ella. Los sustantivos distinguen: la doctora, el doctor. Los adjetivos concuerdan. Como la distinción se extiende no sólo a animales sino también a lo inanimado, hay género gramatical. Aunque el verbo no marca género en castellano, siempre resulta difícil una oración, en castellano, sin alguna indicación de sexo. Así que el niño (que el lector, también la lectora, tome nota – el niño masculino) aprende a distinguir el sexo como algo de primera importancia (y, de paso, que el masculino es ‘lo normal’ y el femenino lo derivado; los paralelos culturales están a la vista)
[…]
Los postulados lingüísticos de las lenguas Jaqi no son los de las lenguas indoeuropeas. Ni número ni sexo forman parte de lo que caracteriza a esta familia lingüística. Es, por eso, interesante observar la reacción de los hablantes de las lenguas Jaqi frente a estos postulados del castellano. El de número mayormente sólo provoca fastidio, ya que al hablar el castellano les resulta molesto especificar cada vez, venga a cuenta o no, el número, además de acordarse siempre de todas las (redundantes) concordancias. El postulado de sexo, en cambio, provoca risa. Tanto que comentan que en castellano (como también en inglés) hasta los perros son ‘él’ o ‘ella’. ¿Acaso los perros son gente para decirles así? El perro es perro, no gente para decirle ‘él’ o ‘ella’. (El lector curioso se dará cuenta de los muchos choques que hay en esta observación aparentemente simple)
Martha Hardman: “Postulados lingüísticos del idioma aymara”, en A. Escobar: El reto del multilingüismo en Perú, 1972; págs. 37 a 46
¿Cuál es la situación en el español, al menos en nuestro dialecto rioplatense del español? Transcribo y amplío un "chiste" que ayer se trabajó en un taller sobre sexualidad, para que las conclusiones, luego de la larga perorata, las establezcas como respuesta de este post :)
Zorro: Un héroe justiciero. Un animal.
Zorra: Puta
Perro: El mejor amigo del hombre.
Perra: Puta
Aventurero: Osado, valiente, arriesgado
Aventurera: Puta
Ambicioso: Visionario, enérgico, con metas claras, definidas
Ambiciosa: Puta
Cualquier: pronombre indeterminado (equivalente a Fulano, Mengano, Zutano)
Cualquiera: Puta
Callejero: parteneciente o relativo a la calle. Aplícase tambien a ciertas expresiones urbanas (cfr. "arte callejero")
Callejera: Puta
Hombrezuelo: diminutivo: hombrecillo. Mínimo, pequeño
Mujerzuela: Puta
Un hombre público: personaje prominente. Funcionario público. Dignidad. Hombre afamado
Una mujer pública: Puta
Hombre de la vida: Hombre con gran experiencia. Sabio
Mujer de la vida: Puta
Atorrante: Hombre que vive en las calles. Afectivamente, simpático, vivo, sagaz
Atorranta: Puta
Un hombre rápido: inteligente, despierto, vivaz.
Una mujer rápida: Puta
Puto: Homosexual, hombre que tiene relaciones sexuales consentidas y gratuitas con otros hombres
Puta: Puta, o sea, por si no queda claro, mujer que se cosifica y comercia con su cuerpo
Dios: Ser supremo, creador del universo en la religión judeo-cristiana, cuya divinidad se transmitió a su hijo varón por línea paterna
Diosa: Ser mitológico, fatuo, de culturas supersiticiosas, obsoletas, olvidadas.
Patri-monio: conjunto de bienes
Matri-monio: conjunto de males
Héroe: ser de capacidades y acciones extraordinarias
Heroína: una droga
Un hombre atrevido: osado, valiente, desenfadado
Una mujer atrevida: insolente, maleducada
Soltero: codiciado espécimen, supone o puede suponer inteligencia, habilidad
Soltera: quedada, lenta, ya se le fue el tren
Suegro: padre político
Suegra: Bruja, metiche, vieja de mierda
Machista: Hombre macho, viril
Feminista: Una lesbiana
Ser un Don Juan: un hombre picaflor, cabal, en todos sus sentidos
Ser una Doña Juana: la mujer de la limpieza, la vecina chusma de la esquina, etc.
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