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jueves, 22 de noviembre de 2007

El viajar es un placer...

Segundo posteo de Daniela de Turdera • Arremete con una certera y sagaz descripción de cómo se viaja en tren, línea Roca • Ustedes, los/las del sur, dirán... Nosotros, en el oeste, padecemos las maravillas del Sarmiento...


Mucho se ha dicho sobre los trenes. Que están sobrecargados de gente, que nunca se limpian, que cada dos por tres cancelan uno, que te roban adentro del tren y sobre los andenes, etc., etc., etc.

Planteo contar cómo es un viaje en tren, en la piel de una real usuaria. No resultan suficientes los testimonios ni tampoco la observación. Hace falta estar ahí, con la respiración de un pasajero a milímetros de tu oreja, o con algún codo -vaya a saber uno de quién- perforándote el estómago.

Para contextualizar un poco, hablaré del Tren ex línea Roca, “el Roca”, como le solemos llamar. Utilizo todos los días el ramal Ezeiza-Constitución, pero doy fe que el proveniente de Glew es incluso peor: viaja más gente.

Cada mañana, solía levantarme a determinada hora, calculando los minutos que tardaba en llegar a la estación, para así llegar a la hora en que el paso del tren estaba programado. Hace varios años, había comprado por $2 un “librito” con los horarios. Hoy, camino a la estación, voy rezando para que el tren pase, en algún momento, cuando pueda, o cuando quiera… pero que pase, que haya!!! Después, claro, la siguiente plegaria está destinada a que pueda subirme a ese tren… Uno ya la tiene más o menos clara, y se ubica donde “normalmente” (me resulta rara esta palabra con semejante tema) se abre una de las puertas. Pero atención: no recomiendo ni en el primer vagón, que suele estar repleto de gente que quiere llegar, literalmente, primera a Plaza, ni el último, ya que serías considerado un “audaz”. Muchas veces, en horas picos, suelen eliminar vagones, entonces será necesario correr por el andén hasta alcanzar el verdadero último vagón. Quizá también te sea útil pedir que las puertas funcione. Suelen están trabadas y es imposible que abran. Vi muchas patadas contra ellas, pero tampoco así quieren abrirse.

Mochila o cartera hacia delante, manitos juntas y respirar hacia arriba, según la explicación que me dieron de chiquita, para que no respire ese aire tan viciado.

Uno creería que ya está. Subió al tren. Yo, de Turdera, en 29 minutos tendría que estar en Constitución (así estaba preestablecido de acuerdo con el “librito de horarios”, que ya no se dónde quedó). Pero no; las súplicas continúan:

1) Que las puertas cierren. Muchas veces se quedan trabadas (a veces por la misma gente que tiene mitad de cuerpo adentro y mitad afuera, o por desperfectos del mismo tren). Hasta que no estén todas las puertas cerradas, el tren no puede arrancar.

2) Que no se quede varado en alguna estación o entre medio de ellas. No pregunten por qué. Sólo sucede.

3) Que no anuncien algún “accidente” y la cancelación del servicio.

En una de las estaciones, creo que es Remedios de Escalada, pintaron un mural en donde se ve el tren, y adentro, un montón de vacas que se estrujan para entrar. Metáfora literal bastante representativa.

En una oportunidad me dio mucha vergüenza cuando, entre tanto amontonamiento, vibró mi celular. Me di cuenta yo, junto con las veinticuatro personas que estaban a mi alrededor. Imposible atenderlo. Igual era un mensaje. Me avisaban que los trenes andaban con demoras.

Así hasta llegar a Plaza. Sudados, cansados, malhumorados, algunos perdiendo el presentismo… Todo para ir a trabajar, afortunados los que lo tenemos...


Regreso a casa

La hora más esperada, volver a nuestros hogares… Pero, así como vinimos, hay que regresar. Hay más anécdotas, aunque estos relatos, de curioso y fuera de lo común, ya tienen muy poco. Estamos todos en la Terminal. Hay muchos andenes, pero “normalmente” ya están definidos cuáles corresponden a qué ramal. Algunos pasajeros prefieren dejar pasar el tren que está por salir para poder viajar sentados. Ilusos. Yo ya aprendí: “apenas veas que un tren está por salir, corre hacia él y entra. No sabes qué pasará con el siguiente. Si tienes suerte, saldrá media hora más tarde de lo previsto”. Y peor aún si estás haciendo filas en un andén, y de repente escuchás por un altoparlante del siglo pasado que tu tren sale por otro andarivel. Te trasladás. O la gente te ayuda a hacerlo, porque serás arrastrado aunque no quieras. Miremos el lado positivo: solo fue un cambio de andén. Todavía hay trenes!!! Y no quiero ser exagerada, pero hubo una oportunidad en la que nos volvieron a informar que el tren salía por el anden en el que estábamos al comienzo.

Continuamos. Llega el tren, se abren las puertas, la gente que está dentro intenta salir, lógico; pero la mayoría que espera afuera lo impide, y se los lleva por delante. Ir sentados es un privilegio para unos pocos. Uno lo entiende. Luego de toda una jornada laboral, mucha gente está realmente agotada y necesita sentarse. El resto seguimos de pie (literal y metafóricamente hablando). Entra gente. Más gente. Siguen entrando. El tren siguiente al nuestro se cancela, por lo cual seremos más. Uno cree que ya no caben más, pero los pasajeros demuestran lo contrario. Siempre entran más. Y pensar que faltan las demás estaciones.

Existen segundos de descompresión, correspondientes a la llegada de las estaciones más populares (Lanús, Temperley), pero así como descienden muchos, también sube la misma cantidad o más!!!

Resulta muy problemático cuando, con el tren lleno, sube alguna mujer embarazada, con niños o alguna persona que, entre puerta y puerta del tren, totalmente aplastados y sin posibilidad alguna de movimiento, decide bajar. A las embarazadas o adultos con criaturas, reconozco que resulta IMPOSIBLE cederles el asiento. No hay espacio para la movilidad, menos para el traslado desde la puerta a un asiento. Entonces, cuando se escucha que alguien que recién ingresa quiere bajar es un tanto molesto. Tienen que bajar diez personas como mínimo para que eso pueda suceder, y correr el riesgo de no volver a entrar.

También suelen armarse las discusiones entre los mismos pasajeros: está quien plantea quemar el tren, y el otro, que desde el extremo opuesto del vagón le contesta que queme su casa así después duerme en la calle. “Gente ignorante”, despacha enfurecido. En su momento me dejó pensando ese fugaz diálogo, por que de algún modo entiendo a los dos. Si uno quema el tren, al día siguiente no tendrá trasportes para viajar. Pero, con lo que hay, ¿uno puede llegar a destino? Para distender un poquito el ambiente, se escucha una voz socarrona que señala “Suerte que ganó Cristina”. Risas de usuarios.


Pagar o no pagar. Esa es la cuestión.

Dejé para el final el tema del boleto por dos razones. Primero, porque creo que pueden surgir puntos de vista diferentes. Y segundo, porque quería describir cómo considero que se viaja en tren y así justificar mi postura sobre el boleto.

El sistema capitalista me enseñó que uno produce un bien o brinda un servicio y otro paga por eso. Yo uso el tren, yo lo pago. Perfecto. Pero las condiciones humanas mínimas e indispensables para afirmar que el tren es un servicio no se cumplen. No pago boleto. Nada me motiva a querer hacerlo. ¿No es suficiente con los subsidios que se les da como para que manoseen diariamente a los pasajeros? ¿Con qué derecho?

No estoy dispuesta a pagar y no por una cuestión de rebeldía. Sólo lo hago cuando no me dejan pasar. En Turdera “suelen pedir boletos” cuando los trenes funcionan (con demoras, pero andan). En realidad los “chanchos” están ahí, y uno sabe, implícitamente, que debe enseñarles el boleto. Ahora bien, si por casualidad alguna vez llegás a la estación y ellos no están, seguí tu camino y tomáte algún medio alternativo, porque trenes no hay. Desaparecen, se esconden. La gente está enardecida. Ellos prefieren no presenciar ese momento.

Hace mucho sacaba abono ¡¡¡Qué épocas!!! Abono mensual, abono quincenal. Era ideal. Te evitabas las largas colas para pedir tu boleto. Ahora casi nunca hay nadie. ¿Hace falta explicar la razón?

A la ida, en Plaza no piden boletos, aunque sí a la vuelta. Ahí es cuando estoy obligada a sacar. Diez boleterías están abiertas con sus cabinas enjauladas contra los disturbios de esa gente que decimos ser ciudadanos. Las filas llegan a atravesar todo el hall central.

Claro que la mayoría termina sacando el boleto mínimo; aquel que te lleva a Remedios de Escalada. La gente sureña sabe que en “Escalada no hay nada”, tal como advierte el estribillo de un canción que burla a ese barrio. Hoy, en colaboración con los pasajeros, había una chica policía (al menos tenía el uniforme y la pechera naranja fluorescente), que vendía boletos fuera de las cabinas. ¿Saben a dónde? A Escalada. Donde no hay nada y donde baja muy poca gente. Pero donde la mayoría dice viajar.

Ahora entiendo un poco más. Ex Roca. Con semejante hijo de puta, que podemos esperar de los trenes.

9 comentarios :

  1. Para no perder la costumbre dani. Muy bueno, muy descriptivo, muy usuario real. Realmente me sentí casi identificado. muy identificado como usuario.

    Solía tomar el adrogue-plaza en una època en que laburaba en Congreso, era un suplicio. La degradación a la que se exponía a muchas chicas o mejor dicho el abuso desonesto, las embarazadas, los discapacitados sin que se les ceda su justo lugar.

    Pero quiero destacar algo que quizá sea valorable. El arte. Los músicos, los cantantes, los artesanos e incluso los "buscas" que hacen de la venta de un monedero o de un manual de carpinteria un acto de la mas fina oratoria pupular.

    Vean yo he visto trenes de otros paises, especificamente los de la Madre Patri España y no es que sean mucho mas lindos que los nuestros. Pero eso no importa porque nosotros no tomamos trenes españoles. Por suerte.

    El arte ferroviario, más de una ves me parecio ver un futuro gran artista en esos vagones.

    Pero volviendo, la verdad es un desgracia viajar por momentos. Y estamos completamente de acuerdo Dani, con semejante hijo de puta por título del tren como no iban a ser así. Exitos para todos. Si Gardel canta cada día mejor vos dani escribis cada día...

    Victor de Marmol...

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  2. Visiten http://opineacercadelroca.blogspot.com/
    y descarguen su furia contra el Tren Roca. Tienen tiempo hasta el 26 de noviembre, luego la página se autodestruirá automaticamente

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  3. Yo fui usuario del Roca, vivo en Wilde y antes me era útil. Ya no, porque el tren me deja a unas cuantas cuadras de donde quiera que vaya, y por un problema en la cadera prácticamente no puedo caminar. Además, por todas las cosas que dijiste, me resulta aún más imposible. Igualmente, esto es lo de menos, porque todos (bueno, no todos), conocen lo mal que se viaja en cualquier transporte "público".

    Lo importante, creo yo, es que tu actualización trata un tema que es interesante de por sí, pero que es más interesante en estos momentos, por el contexto. En estos días es tema común el intento de los diputados (de todos los partidos de derecha) de imponer la ley por puntajes en el transporte "público". Y esta situación saca a la luz la cuestión del caos del tránsito y del transporte.

    Recuerdo que en el momento del "apogeo" del movimiento piquetero, este era el único (con los respectivos partidos de izquierda) que planteaba que el caos en el tránsito no era un problema causado por un corte de ruta o calle, si no por la lógica capitalista. Claro que lo que se impuso fue lo que los medios y los partidos patronales reproducieron, y el tema fue tapado, obviamente.

    Pero cada tanto el tema vuelve a tomar protagonismo: recordemos el estallido, hace poco tiempo, de los pasajeros del tren Roca en Constitución, cansados de todas esas cosas que describis vos (o la quema de vagones en Haedo, entre otras). El problema es que ese estallido, esa bronca acumulada, no termina en una salida política. El tema pasa al "olvido" (entre comillas, porque permenece bien fuerte en cada una de las personas) y se cambia a un empresario (Taselli, que se comió cada centavo de los subsidios), por otro (no recuerdo el nombre, pero que hará lo mismo). Quizas por eso la gente se ríe cuando alguien dice “suerte que ganó Cristina”, pues no es más que el cambio del caballo a mitad del rio(!)

    Yo creo que pagar o no pagar es como preguntarse si quemar o no quemar un tren es lo correcto, o, sí en épocas de saqueos, hay que participar o no. Y no digo que sean situaciones iguales (convengamos, el primero es una acción más bien individual, y los otros dos son actos colectivos); para nada. Sino que, si no sirven para plentarse que el tema es más profundo, entonces no pueden ayudar a cambiar demasiado.

    ¿Por qué tenemos que viajar como viajamos? ¿Quienes son los verdaderos responsables (políticos)? ¿Hay una alternativa, una en la que nosotros tengamos algún tipo de control sobre lo que nosotros usamos, sobre lo que nosotros producimos?

    Creo que el problema sigue siendo el mismo de hace tantísimos años: la oposición entre lo privado y lo público, entre los medios de producción (en este caso, los medios de transporte públicos, pero en realidad privados, y que persiguen, por lo tanto, la máximización de sus ganancias), que están en manos de unos pocos, y el intreses social de esos medios.

    Por eso hay que plantear, tanto para los trabajadores del tren, como de los colectivos y de los taxis (obviamente, no los que trabajan por "cuenta propia") las 6 horas de trabajo sin reducción de sueldo (que esto es "posible" lo demostraron los trabajadores del subte), y el control, por parte de los trabajadores, de sus respectivos lugares de trabajo (creando, por ejemplo, una Comisión Obrera de saluridad, higiene y seguridad).

    Es decir: ¡hay que cambiar de raiz la legislación laboral!. Pero claro, esto no lo van a hacer Macri, Kirchner, Carrio, etc. En vez de esto, quieren aplicar un sistema de sanciones que supuestamente es eficaz en Europa (pero ocultan que allí el régimen laboral es otro, por ejemplo, no dicen nada del salario y de las horas de trabajo, como tampoco no dicen nadas de las grandes luchas actuales de los obreros en ese continente, que paralizan al país), y preparan un pacto social, que congelará cualquier intento de modificar esa legislación laboral. Mucho menos lo van a hacer las burocracias sindicales, metidas de lleno en el pacto y en las transas mafiosas. Esto sólo lo pueden hacer los trabajadores, organizados independientemente de los partidos patronales y del Estado, con la ayuda de los vecinos, usuarios, organizaciones de lucha, etc.

    Entonces, lo que hay que quemar es la legislación laboral actual, lo que hay que saquear son las burocracias sindicales, y a los que no hay que pagarles es a los políticos patronales, con votos(??). Es decir, hay que planter una salida política. Mientras esto no suceda, seguiremos siendo prisioneros de los intereses de los de arriba, y seguiremos viajando como ellos quieren que viajemos.

    Por úlitmo, es completamente cierto que en Escalada no hay nada.

    Saludos Daniela, y gracias por la firma en mi blog. Hasta ayer estuve preparando un trabajo y no le pude dar mucha bola al blog.

    Saludos para vos tambien Esteban.

    Matías

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  4. Seré entrometido mati, pero desde que veo que escribís en el blog, me pregunto siempre quién es danila? es decir no es como Ortega y Gasset? es una persona que escribe con vos? o es como un segundo nombre? nada que ver con el tema, pero no me gusta quedarme con dudas, ni siquiera con la mas trivial como esta: saludos a todos, viste esteban no bajaron mucho las visitas, aunque claro está seguimos siendo los mismos de casi siempre pero corramos la voz.

    Exitos.

    Victor de Marmol...

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  5. Victor, en el blog les--mots somos dos personas, yo (Matías) y Danila. Cuando alguno de los dos firma con el blog, aparece como "matias y danila", que es el nombre predeterminado.

    Pero no, definitivamente no se trata de un apellido compuesto como Ortega y Gasset o Moreno y Fabianesi, Digamos que somos como el ying y el yang(?), inseparables pero completamente distintos.

    Y sí, acepto que es confuso, por lo menos a primera vista. Sobre todo cuando nos olvidamos de aclarar quien es el que escribe (o sea, el 99% de las veces).

    Saludos!

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  6. Hola hola!! Cómo están??

    Creo que con los comentarios que leí, se plantean dos problemas diferentes, aunque por supuesto, alguna conexión entre ellos existe. El primer inconveniente esta dado por el paupérrimo servicio de los trenes. El segundo problema, se refiere a las condiciones laborales de los trabajadores ferroviarios. Por supuesto que estoy 100% de acuerdo de acuerdo con vos, Mati: trabajo de 6 horas, con un salario acorde a la REAL canasta básica, en blanco, sin ser tercerizados, y demás reclamos relacionados con un trabajo digno. Ahora bien, no creo que reformando esto se mejore el servicio de los trenes.
    Son dos cuestiones independientes, aunque el punto que los une es la falta total de interés por parte de los empresarios y el mismo gobierno en solucionar ambos problemas.

    Nadie regula nada, los subsidios se otorgan sin importar en qué se utilizan. Recién escuchaba los noticieros, y planteaban el problema del Belgrano Sur, en donde la gente viaja arriba de los trenes. El Subsecretario de Transporte Ferroviario, Guillermo Luna, se defendió de tal acusación al manifestar su desconocimiento del caso, ya que "nadie hizo una denuncia". ¿Es necesario quejarse para que se haga algo? ¿Cuál es su función?¿Dónde está el control? Una posición muy cómoda la de este subsecretario, y un poco lento el periodista con las repreguntas. Claro, al día siguiente ya había alrededor de treinta inspectores, obligando a la gente a pagar el boleto y a no viajar en los techos. Pero ¿cómo le decís a un pasajero que no se suba porque va a viajar muy apretado? Todo era igual. Con cámaras de televisión y con inspectores. La gente sigue siendo maltratada. Le doy una semana más a este tema. Luego… déjenme revisar la agenda…

    Ingresé a la página que recomendó María del Carmen. Tal como ellos anuncian, ese blog se autodestruirá próximamente. Por eso prefiero citar literalmente algunos de los fragmentos que leí, por si no llegan a poder visitarlo. Si te animás, lee los tres que extraje:

    1) “(…) el olor inmundo no sale del tren sino de los negros que viene de trabajar!!! si es que trabajan, pero su olor es insoportable, al igual que viajar con ellos. la unica queja que tengo es que deberia haber una restriccion al paso de las personas que pueden hacer lo destrozos en el tren, y controlar los boletos, para que nadie viaje sin pagar, todos tenemos el mismo derecho.” (Blogger)
    2) “ (…) No se cuidó!! y fué culpa de todos. Para cuidarlos hace falta orden y seguridad en los vagones, y eso cuesta dinero..Seguimos siendo del 3° mundo.” (Javier PG)
    3) “(…) Si yo fuera dueño de una línea de ferrocarril y viera los destrozos que le hacen a los bagones, directamente ni me daría ganas de trabajar o de mejorar el servicio. Hay cosas que la gente no merece.” (Gonzalo)

    No tengo palabras para expresar tanto desacuerdo. O si las tengo, pero considero innecesario discutir sobre argumentos tan poco sólidos. ABERRANTE!!!

    Con lo siguiente me corro un poco del eje en cuestión, pero después se me olvida de comentarlo. Estoy a favor del sistema de puntos para conducir con mayor precaución. Me da un poco de temor esta afirmación, básicamente porque estoy coincidiendo con Macri. Me parece correcto que a través de un sistema de puntaje se regule sobre quién puede manejar y quién no. Considero que se evitarían miles de muertes causadas por las imprudencias de algunos conductores. Quien sepa manejar que salga, y quien no, que aprenda! Sin embargo, el problema de este nuevo proyecto no es esos veinte puntos, sino lo que rodea a toda esa cifra: ¿quién controlará si infringiste la ley? ¿el mismo policía que dándole unos pesos te deja seguir tu camino? ¿de quién será el negocio, entonces? Además, pensemos el mejor de los casos. Fehacientemente uno no sabe cumplir con las normas de tránsito y se queda con cero puntos. Supuestamente el registro te lo quitan por uno o dos meses, hasta que hagas un curso que te rehabilitará para sacar nuevamente el registro. ¿Cómo van a controlar que uno no concurra a otro distrito para sacar el carnet, salteando el curso al que esta predestinado? Y otra pregunta más: ¿quiénes dictarán esos cursos?
    El problema pienso que pasa por estas cuestiones, más que por la disciplina del conductor.

    Por el momento, esto es todo... Saludos a todos y hasta pronto!!

    Daniela

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  7. Daniela, yo no considero que sean dos puntos independientes (o por lo menos no tan independientes). Para vos es asi, segun tus palabras, por una supuesta falta de interes del gobierno y de los empresarios. Para mi se trata de otra cuestion: el funcionamiento normal del sistema capitalista (en el cual el empresario quiere sacar el mayor redito posible de su empresa), sobre todo en un pais como Argentina. Por eso no coincido con tu concepcion.

    Sin embargo, es cierto que todas esas medidas destinadas a cambiar el regimen laboral no solucionarian el problema de fondo. Por ejemplo: la jornada de 6 horas en el subte no ha acabado con el mal servicio. Esto es claro, pero tambien seria malinterpretar la cuestion. El subte sigue estando en manos de los mismos empresarios, y la patota de la Uta sigue teniendo fuerza (de hecho, sigue siendo el sindicato "formal"). Un informe de CQC (que una vez en la vida hizo un informe bueno) mostro claramente quien es el culpable del mal servicio. El video esta en Youtube.

    Es decir, el cambio en el regimen laboral no cambia el estado actual del servicio si no va acompañado de un control obrero de los lugares de trabajo y de las unidades, asi como una participacion activa de los usuarios y de los distintos sectores en lucha.

    Y aun asi, el problema no se soluciona. No hay recetas magicas que puedan acabar con años de depredacion del transporte publico.

    Igual, es muy diferente hablar de trenes y subtes, que hablar de colectivos, taxis, camiones, etc. Reducir la jornada de un colectivero seguramente evitaria que este manejase cansado (en los subtes y trenes seria igual, pero la probabilidad de un accidente es menor). Evitar la "caza" de pasajeros de los taxistas y de los colectiveros tambien provocaria menos accidentes. Etc, etc.

    Y esos etc. son, sobre todo, producto del cansansio corporal y mental. Para que veas cual es mi posicion te dejo unos links. Ademas, ahi, podes ver porque me opongo a la ley por puntos, aunque ya dije algo mas arriba.

    http://www.po.org.ar/node/12711

    http://www.po.org.ar/node/12698

    http://www.po.org.ar/node/12695

    Un saludo grande Daniela; y perdon por el no-uso de tildes, espero se comprenda el mensaje igual y que no se convierta en una costumbre de mi parte.

    Matias

    PD: entre a ese blog, y me indigne tanto como vos.

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  8. He dicho, y reafirmo, que no me siento habilitado para opinar con un mínimo de autoridad respecto del Roca, servicio que he utilizado ocasionalmente y que, en mi experiencia, "era mejor", comparado con el Sarmiento (se imaginarán, entonces, cómo viajamos aquí nosotros/as). Pero me engancho con el tema colateral que está surgiendo: registro de conductor por puntos.

    Conocen mi gusto por la analogía y por la reducción al absurdo. Les propongo el siguiente ejercicio. Una cárcel bonaerense, de las que hay y son, con su personal de penitenciaría bien corrompido, su director parcial, sesgado y también corrompido, sus "porongas" de pabellón, superpoblación, cárcel sin condena, etc. etc. etc. Quilombo, motín: el cuadro actual.

    Un diputado del PRO, bien pro él, propone que para solucionar los problemas de insubordinación, de motín, para arreglar "el problema carcelario" se establecerá un sistema de premios y castigos, puntaje según la conducta. ¿Qué pasaría? ¿Qué solucionaría? Las causas no son las consecuencias, es obvio. Los emergentes son problemáticos, porque son indicadores de una situación, pero las situaciones se "miden" en indicadores, no se originan en.

    Traslademos al sistema de tránsito (público, privado, empresarial e individual) ¿No hay todo un sistema corrompido? ¿No hay "porongas" de pabellón? ¿No hay discrecionalidad, alevosía? Un sistema de puntaje, ¿qué premia y qué castiga? En la cárcel, un tipo molesto no "muere": se "suicida" ¿El sistema de puntos no vendría a meter el cadáver bajo la alfombra, mientras el/los asesino/s del cuento anda/n impunemente suelto/s? (¿Se entiende la metáfora, no? No estoy hablando de encarcelar a un colectivero, ni nada similar: es otro "emergente", otro indicador fatal de la rentabilidad de la fórmula "cantidad de vueltas dividido tiempo insumido por altura (del bondi) sobre dos (cadáveres)"

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  9. No dudo de que esto forme parte de un sistema. Coincido. Hay gente que quiere sacar el mayor rédito posible de la situación, sin importar los costos que esto acarrea; es decir, sin interesarle como viajo yo, ni si pierdo el presentismo, ni tampoco debe interesarle a la hora que tengo que levantarme para no llegar tan tarde. No les afecta que me pase a mí, ni a cualquier otra persona.
    Pero a lo que yo apuntaba es a un caso mas concreto, mas puntual: servicio pésimo inmerso en un sistema aún más desastroso que ese servicio. Y sí, hacemos la revolución, derrocamos al sistema capitalista, los trabajadores nos hacemos cargo de su correcto funcionamiento, y comenzamos a hablar de un sistema de poder horizontal. Excelente!!! ¿Dónde firmo?

    Intento ir un poco más despacio, si bien no desvalorizo en absoluto tus ideas. Te aseguro que las comparto, pero focalizo un poco más el problema. Si nos ponemos a pensar, la gran mayoría de todos los males actuales (pobreza, desnutrición, xenofobia, guerras en sus más diversas versiones) me arriesgaría a decir que es por culpa del “Sistema”; palabrita que connota millones de ideas. “Si alguien tiene cosas de mas… ¿no es porque tiene cosas de otros?”

    Me encantaría que los trenes, subtes y cualquier otro trabajo esté en manos de los obreros. Pero tampoco es sencillo. Es revertir toda una situación. Se puede hacer. Los trabajadores del Bauen, de Zanon y de la Brukman, por nombrar las más “mediáticas”, lo demuestran día a día. El inconveniente es que los empresarios ni de casualidad anhelan esa realidad, y tampoco noto interés por desprenderse de semejantes ganancias. El gobierno de turno, como siempre, tampoco le interesa demasiado dejarlos a un lado. “Hay contratos ya firmados”, lamentan.

    Por último. Estoy también de acuerdo con que un colectivero//tachero manejaría mejor si tuviese 6 horas de trabajo. Menos cansancio, mayor responsabilidad. Pero pelear por esta legislación, no deslegitima al proyecto del sistema por puntajes. Entiendo tu idea, de que para que se logre lo segundo, primero habría que garantizar una ley que dignifique al trabajo. Apoyo esa propuesta.

    Daniela

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