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viernes, 7 de diciembre de 2007

Daniela y su primera vez

Siguen las colaboraciones de Daniela de Turdera • Esta vez, la denuncia cede un poco el protagonismo a la intimidad, a la anécdota sabrosa • Regodeáte y enteráte qué hace (y cómo lo hace) Dani cuando no está por acá...


La semana pasada recibimos una invitación para participar en la conmemoración del 83° Aniversario de la Cámara Argentina de Comercio (CAC), agrupación que nuclea a cientos de cámaras sectoriales y regionales, extranjeras y binacionales, y a miles de empresas. La misión de esta Entidad consiste en “defender los intereses del conjunto de los empresarios, contemplando –por supuesto– el interés general”.

No estaba obligada a concurrir; demás está decir que sin mi presencia el evento se llevaría a cabo de todas formas, pero algo dentro de mí generaba esa inquietud que terminó con la acreditación al evento.

Martes, 18 horas, salida del trabajo. Nos acercamos humildemente a pie hasta el Hotel Sheraton junto a Mariana, una compañera de oficina. Majestuoso se veía de lejos. Luces, lujo, brillo, esplendor, estrellas (exactamente cinco estrellas). Era la primera vez que entraba a un hotel con semejantes características.

En el hall de entrada, nos recibieron elegantes y prolijos hombres; quienes nos indicaron que debíamos subir las escaleras que estaban a nuestra derecha, las que nos llevarían hasta el Salón El Libertador. Allí, unas diez chicas, vestidas en forma idéntica, se hacían responsables de dos o tres letras del abecedario para permitir la acreditación de los invitados en forma ordenada, según la inicial de su apellido. Al costado, la prensa también podía hacer lo mismo. Con solo identificarme, se me abrió paso a este nuevo mundo. “Adelante”, me dijo la responsable de la letra G.

Ya estábamos adentro. Aún no había demasiada gente, y las únicas “damas” ajenas a la organización éramos nosotras. En menos de diez minutos, la sala comenzó a llenarse. Algunas mujeres, y muchísimos hombres. Empresarios. Gente de plata, de poder. Personas instruidas, cultas, informadas, respetables, solemnes. ¡Qué presencias!. Muchos presidentes de las empresas más importantes de la Argentina y del exterior, muchos políticos nacionales y provinciales. Muchos empresarios. Entre ellos se daban “afectuosos y sinceros” saludos. Las conversaciones banales y superfluas eran constantes. Supongo que a eso le llaman “hacer sociales”. Todo era reluciente, refinado, delicado. Pura aristocrácia. Sonrisas por doquier.

El evento consistía principalmente en un “cocktail” (aprendí que ese vocablo de origen inglés debe ser pronunciado como palabra grave; si uno lo agudiza, pierde lo glamoroso), acompañado por las palabras del Presidente de la Cámara, Carlos de la Vega; el actual y futuro Ministro de Planificación, Julio De Vido; y el actual vicepresidente y gobernador electo de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli. Cuando hablo de lujo, hablo de LUJO.

Copas de vino tinto y blanco de la Bodega neuquina auspiciante del evento recorrían el Salón principal. Nadie desperdiciaba el ofrecimiento del personal de catering. Una copa, dos copas y dos copas y dos copas. Ya empezaba a ver doble. Pero tuve la suficiente lucidez para escuchar los discursos. Comenzó De la Vega. No el zorro, pero no resultaría improcedente hacer una comparación (con las cualidades del animal, no con el personaje).

El presidente de la entidad comenzó señalando el crecimiento de la Argentina en los últimos años. Apuntó datos del “asombroso incremento del PBI”, de la “reducción de la desocupación” a un solo dígito, de la “disminución del nivel de pobreza e indigencia” y de la “recuperación del salario”. Continuó haciendo referencia a más números en las importaciones, en las exportaciones y en el superávit de las cuentas públicas. También mencionó la negociación de la deuda externa y a los “honrados” compromisos con el F.M.I. En fin, habló del conocido “crecimiento” de la economía nacional. No hacen falta más explicaciones.

Su discurso estaba inundado por distintas frases unidas como ser “acuerdos sociales”, “equilibrio”, “diálogo social”, “contribuciones” e “integración social”.

No faltó oportunidad para criticar a ciertos sectores políticos que “se preocupan más por detectar iniciativas empresarias exitosas para gravarlas con nuevos impuestos o tasas, antes que dar prioridad a la promoción de inversiones, la radicación de empresas y la creación de empleos”. Y al finalizar expuso que se buscará lograr “básicos sobre objetivos realistas y equitativos, que privilegien el bien común sobre las apetencias sectoriales, que permitan varias décadas de crecimiento, continuidad y estabilidad de las políticas, más allá de los gobiernos”; lo que significaría seguir ganando, esté quien esté en el sillón de Rivadavia.

Sin dejarme respirar aunque sea unos minutos de tanto país primer-mundista, De Vido tomó la palabra e inmediatamente empezó a repartir halagos a quien se cruzase por el escenario, e incluso a quienes no estaban allí. Relajante.

Y por último, Scioli. Con él sí estuve de acuerdo. Fue sensato. Entró en el recinto, se sentó en el asiento que ya tenía señalado, se levantó y se retiró. No expresó una sola palabra. No saludó ni felicitó. No hizo ni dijo nada. Supongo que algo de vergüenza ajena tuvo que haber sentido.

Finalizado los discursos, formalizaban la apertura del servicio de lunch. Quedé impresionada. No sólo por lo que servían, sino por la actitud de la gente de “buenos modales” con la que creí cruzarme en el hall principal, apenas llegué. Se produjo una especie de avalancha contra las mesas. No había respeto ni compasión. Al parecer solo había hambre. ¡Y yo que me preocupaba por cómo tenía que agarrar la copa de vino! Ahora sí puedo hablar de coctel. Nuevamente se me había engañado. Llegué a creer que ese nivel actitudinal de los empresarios podía mantenerse durante toda la noche. En absoluto. Logré descubrir que la primera apariencia con la que me encontré al llegar al hotel era sólo eso: una fachada. Era una de esas caras que veías a tu alrededor, estiradas, transformadas, irreales. Una máscara, que escondía lo que eran verdaderamente. Empresarios sí, pero con sus grandes penurias encubiertas.

Me fui mucho más distendida. Una es quien sabe que es, y tiene la fortuna de poder actuar y ser en función de eso, en todo momento y lugar. Sin necesidad de disimular. Me retiré del Hotel, esquivando los lujosos autos importados. Me fui a tomar el subte que me lleva hasta Plaza Constitución, y de allí hacer combinación con mi adorable Roca...

1 comentario :

  1. Suele pasar que cuando uno se encuentra cercado por el lujo, vienen a la mente frases de "negritos de mierda" que no saben nada de la vida, "el lujo es vulgaridad" -dijo el indio-

    Algunas cosas, scioli por ejemplo, yo creo igual que dani que se debe haber retirado con al menos un peso en la conciencia, veamos; estuvo con todos, con Carlo, con el cabezòn y con el pinguino, ahora se hizo rancho aparte, pero claro està, la provincia de bs as o este pedazo de tierra llamado asì siempre se relaciona con el gobierno nacional, con relaciones carnales. Y el gobierno nacional ahora està dirigido, a partir de hoy por la señora del primer caballero. O sea, tambièn va a estar con ella. Pero lo raro nunca se lo acuso de nada, aparentemente no està sucio. Verguenza ajena. mmm verguenza ciudadana y de la de pibe de barrio, a lo mejor me equivoco.

    Otro tema, hace unos dìas releìa despues de varios años, la patagonia rebelde. Me puse a pensar en todos los nenes que dani viò en ese cocktail (era así) ja. y recordaba a los señores de la sociedad rural, a los Brawn devenidos en buenos crisitianos solo por el capitalismo, los mismos brawn antepasados, del pibe que mato un flaco en ferruggen Brasil. Los mismos caudillos que siguen gobernando està tierra bendita y maldita.

    Recorde al compañero wickens y sentì un escalofrio.

    Macri, 100 por ciento derecha, Kirchner cien por ciento Kirchner, scioli es un misterio todavia o mas o menos, a los invitados al agape ya los imagino muy sociedad rural.

    Entonces tanto primer mundo nos empalaga. Este primer mundo de la productividad y la industrializaciòn en el que estos señores nos auguran muchos años de estadia a mi me suena a represiòn ideologìca, y con mucha suerte espero que ciertos saberes insurrectos se dediquen a romper las pelotas como es debido. Primer mundo, crecimiento ecónomico? a mi me siguen pagando una mierda, tengo esperanzas en que me cambien el pizarrón del aula 16 de la escuela 32 de guernica, si mejora la economia bienvenido sea.

    Y me parece que a veces los argentos estamos envueltos en una nube de historia que nos aprisiona. Yo no creo que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen. Creo que nos merecemos algo mejor, pero no solo polìticos, si no tambièn empresarios mejores, y nos merecemos intentar cada dìa, ser ciudadanos mejores.

    Y bue dani, a mi estos tipos, me recordaron a los de la sociedad rural, y vos te volviste en el roca, que se le va a hacer, que ciclicos que somos.

    Exitos a todos en el final de semiología.

    Saludos...

    Victor de Marmol

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