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miércoles, 26 de diciembre de 2007
XIX
–Che, Nuevo, ¿tenés un careta?
–¿Se puede fumar piola acá a la noche?
–Si no bardeás sí… ¿Tenés o no?
–¿Cómo te llamás?
–Tito ¿Y vos?
–Gonzalo… Lalo
–¿Por qué caíste?
– …
–Dale, boludo, por qué caíste. Todos caemos acá por algo. Hay que callarse con los ratis, pero entre nosotros está todo bien
–Achuré a mis viejos
–Mierda… Hay unos pares acá con esa causa ¿Por?
–Bardeaban… Me rompían las pelotas… Además, mi viejo…
–¿Qué?
–Nada, dejá
–Dale, no te hagás el ortiva. ¿Tu viejo qué?
–Se zarpaba. Antes. Conmigo. Cuando era pendejo. Mi vieja se hacía la boluda que no veía nada, pero no me la creo… Después no, porque una vez le metí una mano que lo descosí y se rescató
–¿Cuánto te dieron?
–Toda la vida–¿Vos sos el de la tele?
–Seh
–Mirá vos, vieja, sos famoso… Ja Vas a ser uno de los porongas de acá, acordáte lo que te digo…
–¿Vos decís? El otro día se me quiso zarpar ese gil, el del tatuaje en la mano, ¿cómo se llama?
–¿Trapito?
–Ese
–Ese la va de macho acá adentro, tiene varias que lo atienden. Tené cuidado: si te le hacés el amigo te coge y si no, también. Está entongado con la gorra, esos logis lo usan para que le traiga cosas…
–¿Vos sos amigo?
–Yo hago la mía, nadie me jode y yo no jodo. Pero cuando me buscaron me encontraron Preguntále al Barrilete de qué es la cicatriz que tiene…
–¿Qué onda con el loco ese?
–Me vino a apurar cuando entré… Pero se tuvo que hacer una paja todo vendado
–Yo por ahora vengo zafando de eso
–Ya te va a tocar. Acá hay que cuidar el culo
–Que vengan que salen de a pedacitos
–Los vemos, Lolo. ¿Dormís boca arriba?
–Nos vemos loco. No de costado o boca abajo, ¿por?
–Ya voy a bajar a tu cama a la madrugada, jaja
–¿Qué te pasa, gil?
–Nada, amigo, una joda loco. Todo piola conmigo. Dormí tranquilo. Y boca arriba, hacéme caso. En las de abajo es más peligroso.
XX
–Leo… ¡Me están matando los mosquitos!
–Sofi, amor, esto es vivir en la naturaleza…
–Sí, pero… por qué no nos fuimos a una cabaña, ¿eh? Decíme…
–¡Si me dijiste que sí cuando te pregunté si querías venir en carpa! Mirá qué hermosa luna… Mirá cómo se refleja en el agua… Escuchá las chicharras… ¿Vos creés que hubiéramos disfrutado esto en un hotel, o en una cabaña?
–No, pero… Es incómodo. Me duele el cuerpo ya de estar acá en el piso… Tendríamos que haber traído colchonetas… Además, escuchá… Se oye que en las carpas vecinas están…
–Eso es lo bueno de un camping, Sofi… Tenés el audio de los canales porno y la película te la imaginás vos…
–Sí, vos cargáme… ¡Esta noche dormís afuera de la carpa!
–¿Y si se te mete alguna iguana?
–¡La invito a irnos las dos a una cabaña!
–Bueno, y yo les convido los fasos que traje a las chicas que están solas en la carpa que vi cerca de la proveeduría. Vamos a ver si ellas quieren dormir solas o con este bombón abandonado…
–La única que te puede aguantar soy yo… Que tenés que estudiar, que tenés que salir con tus amigos, que el trabajo… Y ahora esto: ¡que querés irte con la carpa unos días, antes de dar el último final!
–Vos… Porque no te das cuenta. Vamos a volver a este lugar en un año o dos, casados…
–¿¿Casados??
–¿Casados, dije? Mmmm, creo que escuchaste mal…
–¡Dijiste casados, sí!
–No creo que quieras casarte conmigo… Una cosa es tener que aguantarme, siendo novios… Otra es aguantarme siendo mi esposa. Mi esposa, Sofi, va a ser para toda la vida… Imagináte… Esposa de un médico: que tengo que hacer cursos de actualización, que tengo guardia, que tengo que salir con mis amigos…
–Eso último se te cortaría, nene
–¿Apostás?
–¿Qué jugamos?
–Dejáme pensarlo…
–OK, pero dale… que no tengo toda la noche…
–No podemos apostar nada.
–¿Por qué?
–Porque no me dijiste si te querés casar conmigo: la cuestión es si voy o no voy a poder salir con amigos cuando esté casado… Sin eso, no hay apuesta
–Siempre igual vos… En las películas es más romántico… ¿Y el anillo?
–Tenés una noche hermosa, la luna que parece que estuviera saliendo de la laguna, las estrellas que bailan al compás de los grillos y vos… diciéndome que no es romántico el momento que elegí… No hay caso, me parece que voy a perder la apuesta, nomás…
–Apostemos, entonces…
–Yo hace rato que la hice, Sofi. Vamos a volver a venir, casados… y con hijos. Y en dos años, como mucho.
XXI
Prólogo
Prólogo
El lector encontrará, en las páginas de esta novela, a mi modo de ver, una historia de amor. Una trágica y remanida historia de amor.
La afirmación anterior parece contundente, pero debemos atenuarla, y para ello es fundamental la crítica. Nosotros, los críticos, establecemos los modos de leer de la sociedad, encontrando secretos artilugios en el artefacto literario, incluso, cuando se trata de una primera novela, como en este caso.
El valor primordial aquí es el de una iniciación. Una doble iniciación, en realidad, que se materializa en las figuras que se recortan al interior de la novela, y en la figura misma del autor. Leonardo Molina es, a los fines de la escritura, un alter ego en el papel del escritor, en esta bildungsroman que revierte el sentido mismo de la iniciación: la incierta expectativa sobre el futuro que el narrador anticipa respecto de Leonardo jamás es explicitada, con lo cual se lapuede interpretar en otro nivel: el de la circulación de esta novela en el mercado simbólico.
Leonardo no hace: en este sentido, es un antihéroe: transcurre, fluye en las páginas negando la posibilidad misma de la narración: la vida le ha impuesto sus límites y el narrador le ha recortado sus potencialidades en tanto actante: en términos de Greimas, es un sujeto obligado a la carencia, por lo cual ni siquiera se predispone a la búsqueda de su objeto, de Sofía: la alusión es la marca central de este relato: lo que se narra y no se narra, lo que se quiebra y se continúa: no hay complicación allí donde no hay comienzo, allí donde nunca se narra lo que el lector deberá reponer: elipsis fundacional de una iniciación que no se consuma: las clásicas categorías estructurantes de todo relato, de toda escritura, hacen crisis, nos demuestran que la única alternativa válida consiste en desmontar los márgenes y desplazarlos hacia los centros.
Si es cierto que toda lectura implica una reescritura –afirmación a la cual, suscribimos radicalmente– no menos cierto es que esta novela traza un horizonte de espectativas que todo el tiempo se construye y deconstruye en la lectura, por lo cual, podemos concluir, ésta podría ser tanto la historia de un amor tanto como la historia de las relaciones económicas del Virreinato del Río de la Plata en el siglo XVIII. No obstante, repito, es una historia de amor, y acabo de demostrar por qué.
Jorge Panezzoni Dalink
Etiquetas de esta entrada: Novela
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ESTEBAN:COMO SIEMPRE,SIGUE SIENDO MUY BUENA LA NOVELA.ESPERO LAS DEMAS ENTREGAS.
ResponderEliminarUN ABRAZO DE OSO,PERO NO SE HAGA EL OSO Y SIGA ESCRIBIENDO.
AFECTUOSAMENTE...YO
che yo? vos cursabas semiología de siete a nueve lunes y jueves? el año pasado?
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