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Actualizaciones en lo que va del tiempo:

• El diálogo • Viejas locas • "Presidenta" (O cómo intentar el ninguneo incluso desde el nombre) • Perdonar es divino • Carta abierta a Fito • Macri y su viento en la cola • Soy empleado estatal • Consideración de la luna en el poniente • Ya tengo mis bodas (y mis bolas) de porcelana • Eros • Sacalo Crudo • Avisos clasificados, rubro "Varios" •Piza, birra, faso (soneto estrafalario) • Varela Varelita • Indómito destino




miércoles, 30 de julio de 2008

Comenzamos hoy una nueva sección, en la que voy a ir colocando textos varios, medio azarosamente • En algunos casos, si me da el cuero, también comentarios o rudimentos de análisis • En realidad, es una excusa para compartir y para ir forjando una especie de "ciberbiblioteca" entre todos • Si alguien quiere recomendar, que mande el texto, y se copia-pega


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Me acerqué a la cuentística argentina de los setenta casi de casualidad y de grande. La serie narrativa de esta época es, creo, muy fructífera en tanto fue la primera que se propuso abiertamente leer la sociedad argentina sin ambages ni subsidiariedades. La conciencia del ser-escritor, y de que con el material literario se interviene, se actúa políticamente, es una línea que nuestra literatura ha tomado y abandonado, cíclicamente. Partiendo, en el siglo XIX, desde el autofundacional cuento de Echeverría, El Matadero, el Facundo y el Martín Fierro, el siglo siguiente no pudo reelaborar, hasta trancurrida su segunda mitad, los problemas sociopolíticos de un modo programático. Quizás habría que descontar algo de Cortázar y -como siemrpe, elípticamente- algo de Borges pero, sin embargo, el silgo XX se encaramó en sus comienzos con un costumbrismo más o menos anecdótico, o un realismo más o menos objetivo, pero sin plataforma política, es decir, sin intención de intervenir activamente en el campo social, y sin sistemas teórico-políticos que sustentaran esas interpretaciones y reelaboraciones estético-literarias (estoy haciendo un recorte en buena medida arbitrario, que considera el canon de cada época o el que la siguiente época reconfiguró con respecto al anterior)

El cuento que copio, entonces, tiene a mi juicio varias lecturas: es macabro, es políticamente incorrecto, es soez y es, incluso, repugnante. La anécdota resulta intolerable, pero hay que leerla en clave política, en su contexto político, a donde ya desde el título estamos obligados a ir: la lucha de clases. Hacia ella se repliegan los adjetivos con que pudiéramos catalogar dicha anécdota, reforzada por la narración en primera persona autobiográfica. Un modo de marcar, desde el discurso, el involucramiento en esa lucha y, al mismo tiempo, el distanciamiento, la evaluación. Todas las calificaciones que pudieran hacerse sobre los hechos relatados recaen sobre el narrador y funcionan como axiales éticos que lo juzgan y condenan. El narrador parece incólume, alocadamente cegado. Y desde allí se identifica esto con su clase social, enceguecida de ira, locura, violencia.

El trabajo narrativo de Lamborghini es, en definitiva, presentar una serie de hechos aberrantes, narrados naturalmente por un cierto exponente social que en su despotismo de clase es incapaz de descentrarse, reconocerse o juzgarse éticamente; es incapaz de, en definitiva, redimirse socialmente: se hunde en y con el cuento aun cuando se narre victorioso. La oligarquía no va a cambiar jamás, pareciera estar escribiéndose por debajo del cuento. Quizás no sea del todo errado repensar El niño proletario intertextualmente con El Matadero (nótese que uno de los personajes se llama, precisamente, "Esteban"): una especie de contracara, siglo y tanto después, de la escritura echeverriana, donde los santos federados animalizados que jamás cambiarán vejan al burgués unitario y bienpensante, a aquel mártir de la nueva Argentina cuyo nacimiento Echeverría quería provocar, desde la escritura.
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El niño proletario

Desde que empieza a dar sus primeros pasos en la vida, el niño proletario sufre las consecuencias de pertenecer a la clase explotada. Nace en una pieza que se cae a pedazos, generalmente con una inmensa herencia alcohólica en la sangre. Mientras la autora de sus días lo echa al mundo, asistida por una curandera vieja y reviciosa, el padre, el autor, entre vómitos que apagan los gemidos lícitos de la parturienta, se emborracha con un vino más denso que la mugre de su miseria.
Me congratulo por eso de no ser obrero, de no haber nacido en un hogar proletario.
El padre borracho y siempre al borde de la desocupación, le pega a su niño con una cadena de pegar, y cuando le habla es sólo para inculcarle ideas asesinas. Desde niño el niño proletario trabaja, saltando de tranvía en tranvía para vender sus periódicos. En la escuela, que nunca termina, es diariamente humillado por sus compañeros ricos. En su hogar, ese antro repulsivo, asiste a la prostitución de su madre, que se deja trincar por los comerciantes del barrio para conservar el fiado.
En mi escuela teníamos a uno, a un niño proletario.
Stroppani era su nombre, pero la maestra de inferior se lo había cambiado por el de ¡Estropeado! A rodillazos llevaba a la Dirección a ¡Estropeado! cada vez que, filtrado por el hambre, ¡Estropeado! no acertaba a entender sus explicaciones. Nosotros nos divertíamos en grande.
Evidentemente, la sociedad burguesa, se complace en torturar al nino proletario, esa baba, esa larva criada en medio de la idiotez y del terror.
Con el correr de los años el niño proletario se convierte en hombre proletario y vale menos que una cosa. Contrae sífilis y, enseguida que la contrae, siente el irresistible impulso de casarse para perpetuar la enfermedad a través de las generaciones. Como la única herencia que puede dejar es la de sus chancros jamás se abstiene de dejarla. Hace cuantas veces puede la bestia de dos espaldas con su esposa ilícita, y así, gracias a una alquimia que aún no puedo llegar a entender (o que tal vez nunca llegaré a entender), su semen se convierte en venéreos niños proletarios. De esa manera se cierra el círculo, exasperadamente se completa.

¡Estropeado!, con su pantaloncito sostenido por un solo tirador de trapo y los periódicos bajo el brazo, venía sin vernos caminando hacia nosotros, tres niños burgueses: Esteban, Gustavo, yo.
La execración de los obreros también nosotros la llevamos en la sangre.
Gustavo adelantó la rueda de su bicicleta azul y así ocupó toda la vereda. ¡Estropeado! hubo de parar y nos miró con ojos azorados, inquiriendo con la mirada a qué nueva humillación debía someterse. Nosotros tampoco lo sabíamos aún pero empezamos por incendiarle los periódicos y arrancarle las monedas ganadas del fondo destrozado de sus bolsillos. ¡Estropeado! nos miraba inquiriendo con la cara blanca de terror
oh por ese color blanco de terror en las caras odiadas, en las fachas obreras más odiadas, por verlo aparecer sin desaparición nosotros hubiéramos donado nuestros palacios multicolores, la atmósfera que nos envolvía de dorado color.
A empujones y patadas zambullimos a ¡Estropeado! en el fondo de una zanja de agua escasa. Chapoteaba de bruces ahí, con la cara manchada de barro, y. Nuestro delirio iba en aumento. La cara de Gustavo aparecía contraída por un espasmo de agónico placer. Esteban alcanzó un pedazo cortante de vidrio triangular. Los tres nos zambullimos en la zanja. Gustavo, con el brazo que le terminaba en un vidrio triangular en alto, se aproximó a ¡Estropeado!, y lo miró. Yo me aferraba a mis testículos por miedo a mi propio placer, temeroso de mi propio ululante, agónico placer. Gustavo le tajeó la cara al niño proletario de arriba hacia abajo y después ahondó lateralmente los labios de la herida. Esteban y yo ululábamos. Gustavo se sostenía el brazo del vidrio con la otra mano para aumentar la fuerza de la incisión.
No desfallecer, Gustavo, no desfallecer.
Nosotros quisiéramos morir así, cuando el goce y la venganza se penetran y llegan a su culminación.
Porque el goce llama al goce, llama a la venganza, llama a la culminación.
Porque Gustavo parecía, al sol, exhibir una espada espejeante con destellos que también a nosotros venían a herirnos en los ojos y en los órganos del goce.
Porque el goce ya estaba decretado ahí, por decreto, en ese pantaloncito sostenido por un solo tirador de trapo gris, mugriento y desflecado.
Esteban se lo arrancó y quedaron al aire las nalgas sin calzoncillos, amargamente desnutridas del niño proletario. El goce estaba ahí, ya decretado, y Esteban, Esteban de un solo manotazo, arrancó el sucio tirador. Pero fue Gustavo quien se le echó encima primero, el primero que arremetió contra el cuerpiño de ¡Estropeado!, Gustavo, quien nos lideraría luego en la edad madura, todos estos años de fracasada, estropeada pasión: él primero, clavó primero el vidrio triangular donde empezaba la raya del trasero de ¡Estropeado! y prolongó el tajo natural. Salió la sangre esparcida hacia arriba y hacia abajo, iluminada por el sol, y el agujero del ano quedó húmedo sin esfuerzo como para facilitar el acto que preparábamos. Y fue Gustavo, Gustavo el que lo traspasó primero con su falo, enorme para su edad, demasiado filoso para el amor.
Esteban y yo nos conteníamos ásperamente, con las gargantas bloqueadas por un silencio de ansiedad, desesperación. Esteban y yo. Con los falos enardecidos en las manos esperábamos y esperábamos, mientras Gustavo daba brincos que taladraban a ¡Estropeado! y ¡Estropeado! no podía gritar, ni siquiera gritar, porque su boca era firmernente hundida en el barro por la mano fuerte militari de Gustavo.
A Esteban se le contrajo el estómago a raíz de la ansiedad y luego de la arcada desalojó algo del estómago, algo que cayó a mis pies. Era un espléndido conjunto de objetos brillantes, ricamente ornamentados, espejeantes al sol. Me agaché, lo incorporé a mi estómago, y Esteban entendió mi hermanación. Se arrojó a mis brazos y yo me bajé los pantalones. Por el ano desocupé. Desalojé una masa luminosa que enceguecía con el sol. Esteban la comió y a sus brazos hermanados me arrojé.
Mientras tanto ¡Estropeado! se ahogaba en el barro, con su ano opaco rasgado por el falo de Gustavo, quien por fin tuvo su goce con un alarido. La inocencia del justiciero placer.
Esteban y yo nos precipitamos sobre el inmundo cuerpo abandonado. Esteban le enterró el falo, recóndito, fecal, y yo le horadé un pie con un punzón a través de la suela de soga de alpargata. Pero no me contentaba tristemente con eso. Le corté uno a uno los dedos mugrientos de los pies, malolientes de los pies, que ya de nada irían a servirle. Nunca más correteos, correteos y saltos de tranvía en tranvía, tranvías amarillos.
Promediaba mi turno pero yo no quería penetrarlo por el ano.
—Yo quiero succión —crují.
Esteban se afanaba en los últimos jadeos. Yo esperaba que Esteban terminara, que la cara de ¡Estropeado! se desuniera del barro para que ¡Estropeado! me lamiera el falo, pero debía entretener la espera, armarme en la tardanza. Entonces todas las cosas que le hice, en la tarde de sol menguante, azul, con el punzón. Le abrí un canal de doble labio en la pierna izquierda hasta que el hueso despreciable y atorrante quedó al desnudo. Era un hueso blanco como todos los demás, pero sus huesos no eran huesos semejantes. Le rebané la mano y vi otro hueso, crispados los nódulosfalanges aferrados, clavados en el barro, mientras Esteban agonizaba a punto de gozar. Con mi corbata roja hice un ensayo en el coello del niño proletario. Cuatro tirones rápidos, dolorosos, sin todavía el prístino argénteo fin de muerte. Todavía escabullirse literalmente en la tardanza.
Gustavo pedía a gritos por su parte un fino pañuelo de batista. Quería limpiarse la arremolinada materia fecal conque ¡Estropeado! le ensuciara la punta rósea hiriente de su falo. Parece que ¡Estropeado! se cagó. Era enorme y agresivo entre paréntesis el falo de Gustavo. Con entera independencia y solo se movía, así, y así, cabezadas y embestidas. Tensaba para colmo los labios delgados de su boca como si ya mismo y sin tardanza fuera a aullar. Y el sol se ponía, el sol que se ponía, ponía. Nos iluminaban los últimos rayos en la rompiente tarde azul. Cada cosa que se rompe y adentro que se rompe y afuera que se rompe, adentro y afuera, adentro y afuera, entra y sale que se rompe, lívido Gustavo miraba el sol que se moría y reclamaba aquel pañuelo de batista, bordado y maternal. Yo le di para calmarlo mi pañuelo de batista donde el rostro de mi madre augusta estaba bordado, rodeado por una esplendente aureola como de fingidos rayos, en tanto que tantas veces sequé mis lágrimas en ese mismo pañuelo, y sobre él volqué, años después, mi primera y trémula eyaculación.
Porque la venganza llama al goce y el goce a la venganza pero no en cualquier vagina y es preferible que en ninguna. Con mi pañuelo de batista en la mano Gustavo se limpió su punta agresiva y así me lo devolvió rojo sangre y marrón. Mi lengua lo limpió en un segundo, hasta devolverle al paño la cara augusta, el retrato con un collar de perlas en el cuello, eh. Con un collar en el cuello. Justo ahí.
Descansaba Esteban mirando el aire después de gozar y era mi turno. Yo me acerqué a la forma de ¡Estropeado! medio sepultada en el barro y la di vuelta con el pie. En la cara brillaba el tajo obra del vidrio triangular. El ombligo de raquítico lucía lívido azulado. Tenía los brazos y las piernas encogidos, como si ahora y todavía, después de la derrota, intentara protegerse del asalto. Reflejo que no pudo tener en su momento condenado por la clase. Con el punzón le alargué el ombligo de otro tajo. Manó la sangre entre los dedos de sus manos. En el estilo más feroz el punzón le vació los ojos con dos y sólo dos golpes exactos. Me felicitó Gustavo y Esteban abandonó el gesto de contemplar el vidrio esférico del sol para felicitar. Me agaché. Conecté el falo a la boca respirante de ¡Estropeado! Con los cinco dedos de la mano imité la forma de la fusta. A fustazos le arranqué tiras de la piel de la cara a ¡Estropeado! y le impartí la parca orden:
—Habrás de lamerlo. Succión—
¡Estropeado! se puso a lamerlo. Con escasas fuerzas, como si temiera hacerme daño, aumentándome el placer.
A otra cosa. La verdad nunca una muerte logró afectarme. Los que dije querer y que murieron, y si es que alguna vez lo dije, incluso camaradas, al irse me regalaron un claro sentimiento de liberación. Era un espacio en blanco aquel que se extendía para mi crujir.
Era un espacio en blanco.
Era un espacio en blanco.
Era un espacio en blanco.
Pero también vendrá por mí. Mi muerte será otro parto solitario del que ni sé siquiera si conservo memoria.
Desde la torre fría y de vidrio . De sde donde he con templado después el trabajo de los jornaleros tendiendo las vías del nuevo ferrocarril. Desde la torre erigida como si yo alguna vez pudiera estar erecto. Los cuerpos se aplanaban con paciencia sobre las labores de encargo. La muerte plana, aplanada, que me dejaba vacío y crispado. Yo soy aquel que ayer nomás decía y eso es lo que digo. La exasperación no me abandonó nunca y mi estilo lo confirma letra por letra.
Desde este ángulo de agonía la muerte de un niño proletario es un hecho perfectamente lógico y natural. Es un hecho perfecto.
Los despojos de ¡Estropeado! ya no daban para más. Mi mano los palpaba mientras él me lamía el falo. Con los ojos entrecerrados y a punto de gozar yo comprobaba, con una sola recorrida de mi mano, que todo estaba herido ya con exhaustiva precisión. Se ocultaba el sol, le negaba sus rayos a todo un hemisferio y la tarde moría. Descargué mi puño martillo sobre la cabeza achatada de animal de ¡Estropeado!: él me lamía el falo. Impacientes Gustavo y Esteban querían que aquello culminara para de una buena vez por todas: Ejecutar el acto. Empuñé mechones del pelo de ¡Estropeado! y le sacudí la cabeza para acelerar el goce. No podía salir de ahí para entrar al otro acto. Le metí en la boca el punzón para sentir el frío del metal junto a la punta del falo. Hasta que de puro estremecimiento pude gozar. Entonces dejé que se posara sobre el barro la cabeza achatada de animal.
—Ahora hay que ahorcarlo rápido —dijo Gustavo.
—Con un alambre —dijo Estebanñ en la calle de tierra don de empieza el barrio precario de los desocupados.
—Y adiós Stroppani ¡vamos! —dije yo.
Remontamos el cuerpo flojo del niño proletario hasta el lugar indicado. Nos proveímos de un alambre. Gustavo lo ahorcó bajo la luna, joyesca, tirando de los extremos del alambre. La lengua quedó colgante de la boca como en todo caso de estrangulación.



Del libro "Sebregondi retrocede", de Osvaldo Lamborghini, publicado en 1973 © herederos de Osvaldo Lamborghini


Lo saqué de acá

martes, 29 de julio de 2008

Andaba con ganas de cambiar el registro narrativo • Y de aprovechar un protoargumento que se me había ocurrido • El resultado es esto • ¿Distrútenlo?


Despútate pronto–, díjose la grácil Mari K., concupiscente y hierática. Las madrugadas pasadas estaba que bramaba, pero harinas de otros costales cocinaron los polvos de las masas y heme aquí, narrando las desventuras de una doncella aviejadarada.

Levantóse la grácil de su sillón de armiño y miró en torno buscando quién sabe qué ni cuándo ni cómo. Recorrió las albercas ínfimas de su mente achicharronando en la sartén de sus ideas un deseo obsceno pero pueril, algo como un sostén para sentirse viva, se dijo y se desdijo, unísona y meditabunda. Érase la tarde de un río en el afuera, pero en su adentro más adentro la sequía dejaba un arroyuelo de recuerdos que vapuleaban su historia, y regresaban, regresaban y regresaban incesantes.

Hallóse vacía de todo Mari K., vacía sobre todo de esas pieles que envuelven los cuerpos y los protegen de la ira pero también del hastío, esas pieles anónimas pero propias que subyugan o rellenan o simplemente existen en una concatenación de sucesos alocados pero lógicos. Recorriendo su morada carmín y pesada, la grácil no hallaba en su fémino cuerpo el dejo o indicio de motivos vitales. A la final ni siquiera me estoy muriendo, resignóse perversa la loca confesa, más K. que de costumbre, más ellamismaquintaescenciada que nunca.

Insoportablemente ella, podríamos decir, si estuviéramos narrando existencialísticamente una de esas ingratas y mundanas vidas literarias, pero restando por demodé a nuestro hilo narrativo la tuberculosis y la espera del amante. Sin embargo, en definitiva la vida siempre se recicla y claro está, el jinete azul en el corcel ídem trastruécase o esfúmase por obra y gracia del destino postmoderno en la nada que agobia a nuestra Mari K., tan ardiente en deseos y tan apática en acciones.

Y si de acciones se trata, permítaseme confesar que la grácil andaba carente de ellas, carente y doliente, perdida la fe en su autoritaria soberbia suburbana: habiendo viajado la vida pasando los límites de las velocidades permitidas, ahora siquiera podía emitir balbusílabas erráticas a las que el optimismo había abandonado de repente, repitiéndose a sí misma de sopetón me quedé sin nada, con una angustia tan entrecortada por dolores que hasta al más bravo narrador decimonónico le faltarían las palabras para parlodibujar su retrato en esta página.

Vistióse como pudo y dirigióse al concubino palier de su morada para respirar el aire descafeinado de su vida presente, atmosférico símbolo de asépticas presencias fantasmales y densas. Adjetivar la vida no está bien ni garpa, y más en este caso cuando se trata de pincelar una angustia, la presión de las presiones emperifolladas para estreno en un cuerpo y una mente batallados y como dormidos. Las sutilezas no caben en la psiquis autómata de la grácil, desventurada K.-ísta devenida en harapo, qué sólo atinaría a presentarse como Mari K., la repodrida hasta el hartazgo.

Despútate pronto–, repitióse llorosa, urgida por un final cuyos bemoles no podía ni quería ejecutar, tan sempiternamente miedosa. Allí detenida en el umbral de su entrada, hábitat y refugio al que antiquísimamente feliz había llamado casa, burlábanse de ella unos dejos de destellos en su cabellera dorada, que centelleaban su ebúrnea piel aunque no su mirada. Allí parada, diríase extática, la grácil respiraba por hábito congénito, y en su camisola refulgían anodinamente sus pezones otrora de fuego, su cuello que el cisne en la sombra parece de nieve. Contrafácticamente, una forma más rubendarianamente actual de parafrasear su profunda depresión, y que nos patentice lo latente y lo fatal de Mari K., tan acorde a la fisonomía y al semblante que nos ofrece allí parada, sería La princesa está triste, ¿qué mierda tendrá la princesa? Pero estas cavilaciones no lograrían desprenderla del inframundo, de la muerte que la acecha. La grácil la ambiciona, claro está, pero paralizada como se encuentra no se anima a accionar las dos o tres teclas que la crepen vertiginosa o raudamente. La puta, cómo se tarda la muerte, preocupóse amargamente nuestra bella doliente.

Y así, sin ánimo incluso para la autoría de su propio final, atosigada de vivir sin comprehender bien quién sabe qué ni cuándo ni cómo, estandartizada y enhiesta en la puerta de su casa respirando bacterias de vida en un cuerpo enfermo de muerte, decidióse a rerrefugiarse en su madriguera, y continuar atemperando melancólicamente sus horas. Resignada a una muerte que nunca llegaría sin que ella la provocara, húbose en ese justísimo momento milagreramente con la balacera de una huida que calcaba cinematográficamente el furor de las sirenas y los proyectiles, uno de los cuales tiñó la camisola portapezones de un rojo desteñido (como no podía ser de otro modo) y sanguinolento, al que casi inmediatamente siguieron dos leves espasmos y una sonrisa infantil y aliviada. El auto que –dicen– protegía a los ciudadanos no se detuvo, y la grácil Mari K., sólo en el principio apenas sorprendida, apenas aterrorizada, apenas arrepentida, atinó a balbusilabear
– Gracias.

Las vacaciones

Estamos en el receso de invierno, luego del trajín de medio año. Hay gente que sale corriendo para llegar ídem a -pongámosle- Cataratas, y visitar a los pedos las caídas de agua (todas, no sea que Carriolita tuviera razón y los marcianos vinieran a por el acuífero); comprar todo lo posible en Ciudad del Este (¿impuestos? ni ebrios ni dormidos, ya le torcimos el brazo a la yegua: ¡aguante el cáncer y la soja!); voltearse alguna que otra puta/trava/pendeja (y/o puto/travo/pendejo: poné la letrita que más te guste) en Foz (y/o festichola decentemente lejana y similar), y volverrrrrr con la frente marchita (y tan de raje como se salió) a Mi Buenos Aires Querido...

Propongo recuperar y resignificar la palabreja vacaciones: del lat. vacatĭo, -ōnis, de donde también apareció vacante. Vacío. O sea: hacer nada. No bañarse. No vestirse. No llamar por teléfono. No responder SMS. No mirar TV. No salir. No comer. No ir al baño. No culear. No publicar en el blog.

A ver quién se anima a la radicalidad lingüística, ¿eh?

viernes, 25 de julio de 2008

Las encuestas 7

Las encuestas de esta etapa y sus resultados • La subsección de los Balances se ganó su autonomía


Encuesta 1:

¿Qué te parecen las encuestas que hasta ahora se incluyeron? (Si nunca viste otras más que estas, no sé qué pretendés responder ahora, acá, en esta, chorlito/a...)
Nada interesantes
0 (0%)
Algo interesantes
2 (18%)
Interesantes
2 (18%)
Bastante interesantes
0 (0%)
Muy interesantes
0 (0%)
Divertidas
4 (36%)
Aburridas
1 (9%)
Tendenciosas
0 (0%)
Ni fu ni fa
2 (18%)

TOTAL DE VOTOS: 11

El "interés" es algo inasible pero concreto. Por suerte nadie las vio ni soberanamente "interesantes" (nunca se plantearon realmente como un muestreo en serio acerca de temas "en serio"), pero tampoco nadie las vio como lo contrario. En consonancia, "divertidas" se llevó las palmas, junto con "ni fu ni fa", que es otra respuesta acorde. Si hubiesen resultado mayoritariamente negativas, ahora estaría pensando preguntar acerca de la renuncia de Alberto Fernández...


Encuesta 2:

¿Para qué usás FUNDAMENTALMENTE Internet? (Fijáte si podés elegir como mucho tres opciones)
Transacciones comerciales
1 (3%)
Pago electrónico, consulta de saldos, etc.
1 (3%)
Buscar información necesaria para el trabajo
7 (26%)
Buscar información necesaria para el estudio
16 (61%)
Buscar información necesaria para otras cuestiones
7 (26%)
Chatear, conocer gente, levantar, etc.
14 (53%)
Actualizar programas, descargar programas
13 (50%)
Descargar música, películas, etc.
20 (76%)
Enviar correo electrónico
19 (73%)
Participar en foros y espacios de discusión
0 (0%)
Leer periódicos, publicaciones, etc.
13 (50%)
Ver, descargar pornografía
5 (19%)
Otros
2 (7%)

TOTAL DE VOTOS: 26

La pregunta, que apuntaba a los usos FUNDAMENTALES de internet, reflejan lo que suele decirse acerca del usuario medio: descargas (legales o ilegales), correo, búsqueda de información. Hace unos días leí o escuché que la "evolución" del usuario de internet seguiría más o menos la siguiente "linealidad": correo y chat, gestión de espacios propios (blogs, fotologs, etc.), transacciones y comercio electrónico, y algo de esto quedaría refrendado acá. El 20% del porno, che... ¡Que no se diga!


Encuesta 3

¿Qué elemento no llevarías jamás a una cita amorosa?
Una tarjeta de crédito
0 (0%)
Un libro de poemas
0 (0%)
Flores
0 (0%)
Bombones
0 (0%)
Calzoncillos/bombacha rota
8 (28%)
Ropa formal
1 (3%)
Una tarjeta de descuento para un telo
0 (0%)
Un discman, reproductor de MP3, etc.
0 (0%)
Pastillas contra el mal aliento
0 (0%)
El nombre de la otra persona anotado, por si te confundís de persona
1 (3%)
Una mascota (el perro, etc.)
6 (21%)
Parientes o amigos/as
12 (42%

TOTAL DE VOTOS: 28

Es interesante ver cómo se aglutinaron estas respuestas: una mascota no entra en una cita (quizás lo más lógico), un pariente y/o un amigo/a tampoco (acá ya podemos empezar a relativizar, recordando a nuestros/as abuelos/as, quienes tenían que sí o sí acercarse con un pariente o amigo de confianza de la fémina). Pero lo de la ropa interior rota, realmente, es paradójico: si se van a mantener todo el tiempo vestidos, daría igual que estuviera o no estuviera rota. Y si van a estar desvestidos en algún momento, ¿entonces qué importancia tiene que esa ropa que raudamente desaparecerá esté agujereada o descosida? En fin, cuestión de principios, supongo... No obstante, yo cuidaría más la tarjeta de crédito...


Encuesta 4

Alguien ve que van a arruinarle sus muebles preferidos. ¿Cuál de los siguientes es el grito correctamente formado que debería de proferir?

¡¡No se pone arriba de las sillas la ropa para secar!! ¡¡Colgála en el garage así se orea!
0 (0%)
¡¡No se pone arriba de las sillas la ropa a secar!! ¡¡Colgala en el garage así se orea!
1 (10%)
¡¡No se pone arriba de las sillas la ropa a secar!! ¡¡Colgala en el garaje así se orea!
0 (0%)
¡¡No se pone arriba de las sillas la ropa a secar!! ¡¡Colgala en el garage así se horea!
0 (0%)
¡¡No se pone sobre las sillas la ropa a secar!! ¡¡Colgála en el garage así se horea!
0 (0%)
¡¡No se pone arriba de las sillas la ropa a secar!! ¡¡Colgala en el garaje para así se horea!
0 (0%)
¡¡No se pone sobre las sillas la ropa para secar!! ¡¡Colgála en el garaje así se orea!
2 (20%)
¡¡No se pone arriba de las sillas la ropa para secar!! ¡¡Colgala en el garage así se orea!
2 (20%)
¡¡No se pone arriba de las sillas la ropa para secar!! ¡¡Colgála en el garaje así se orea!
0 (0%)
Ninguna de las anteriores
5 (50%)

TOTAL DE VOTOS: 10

La opción correcta es
¡¡No se pone sobre las sillas la ropa para secar!! ¡¡Colgála en el garaje así se orea!, es decir, la 7ª. Los problemas que implica son:
  • Sobre / Arriba de: estar arriba de algo no es lo mismo que estar sobre algo: en el primer caso hay un ordenamiento, en el segundo un estar apoyado en. Por eso, como hemos afirmado en otras ocasiones, las preposiciones y frases prepositivas deberían de ser reivindicadas, ya que aportan exquisitas sutilezas léxicas.
  • Ropa para secar / ropa a secar: los puristas del idioma, entre los que quisiera encontrarme, afirman que cualquier expresión de sustantivo + preposición a es incorrecta, un barbarismo, galicada. No deben usarse, así, expresiones como máquina a vapor, motor a explosión, etc., ya que lo que la preposición a significa léxicamente no es lo que se quiere expresar en cada uno de estos casos.
  • Colgála/colgala: suele ser un error ortográfico bastante habitual este, el de omitir la tilde o acento ortográfico en los verbos con pronombre enclítico. La regla que la R. A. E. establece al respecto es que el verbo conserva su tilde original, aun cuando la norma general de tildación lo prohíba. El razonamiento que debe hacerse es el de verificar si el verbo sin el pronombre tiene tilde, y en ese caso mantenerla cuando se le adosa el enclítico (traé > traéme; llevá > lleválo; etc., y trae (tú) > tráeme; lleva (tú) > llévalo -por aplicación, en este caso, de la regla general para las esdrújulas)
  • Garaje/garage: es frecuente también este error, pero debe saberse que la forma castellanizada de esta palabra es en -aje (por aplicación de una de las reglas de uso de la J, cuyas únicas dos excepciones son ambages y enálage)
  • Orear/horear: acá, sencillamente, cabe decir que horear no existe, y que no hay regla ortográfica que indique por qué orear no se escribe con h (no obstante, y como en la mayoría de los casos de las dudas ortográficas, la etimología es la que explica el asunto: deriva del latín aura, que es nuestra palabra aire)

Copio y pego información interesante • Recomiendo visitar la obra de Verónica Vidal Maehara


  • Veronica Vidal Maehara-"Mizu kara (Desde el agua - desde mí)" - Pinturas (Sala I)
Apertura 22 de Julio, 2008-20hs.
Cierre el 9 de Agosto, 2008. (lunes a sabados de 16 a 20 Hs.)

"El agua" es el origen de la vida, de mi vida. Transporte y refugio en el que me desplazo libremente. Desde "mi agua" miro alrededor y hacia adelante, es la metáfora de la labor artística que estoy realizando. Atravesando el agua llego a Japón, la tierra de mis ancestros, donde confronto dos culturas de origen, la oriental y la latina. Resignificando el manga y el animé japonés expreso lo que observo en esa sociedad. Utilizo imágenes que forman parte del paisaje urbano de ese país, tiernas e ingenuas, y bajo mi óptica occidental, las desconceptualizo y las resignifico, descubriendo así un trasfondo perverso y oscuro.

  • Jorge Opazo y Catalina Schliebener (Chile)-"Revista Americana", Pintura, gráfica y colage (Sala II)
Apertura 22 de Julio, 2008-20 hs.
Cierre el 9 de Agosto, 2008. (lunes a sabados de 16 a 20 Hs.)

All American Heroe Algún día todos seremos grandes y nos transformaremos en súper héroes, seremos animales y hablaremos. Algún día todos seremos Clarabella o Iron Man. Dentro de cientos de miles de años alguien encontrará un cómic de Marvel, una obra de Catalina o de Jorge y hablarán de "Mitología Americana del Siglo XX-XXI" Es inevitable, todos los artistas trabajamos para los antropólogos del siglo XXV. Cuando le prendan velas a Mini y la Pata Daisy, entonces serán las nuevas Vírgenes Marías. Cuando Batman y Buda tengan templos gemelos, en lugar de semi dioses, todos aspiraremos a ser semi comics. Todos alguna vez soñamos con ir a Disneylandia, sacarnos fotos con los héroes de nuestra infancia y ser felices girando en las tacitas de Alicia en el País de las Maravillas, pero... malas noticias, Disneylandia queda en Estados Unidos y no hay sucursales ni en Chile, Argentina, Bolivia, Paraguay o Uruguay... o sea, hay que moverse muchachos. La primera vez que fui a Disneylandia fue en Orlando, tenía 15 años y me di cuenta que ese era mi verdadero hogar. Después de todo, también soy un personaje de Disney. Llovía y yo saltaba por los juegos, me saqué una foto con Blancanieves y pasé a formar parte de algún documental que había visto en la tele, ahora era verdad, estaba en EPCOT Center. La última vez que fui a Euro Disney, estaba con mi gran amigo Nacho Vidal, estrella mundial de la pornografía, y una vez más Disney concentraba toda la magia de nuestros sueños hechos realidad. Todos somos personajes de Disney. ¿Dónde sería "Disney Latin America"? Yo voto por Brasilia, cerca del Futuro. Eso sí, cuando sea grande tendré mi propia Disneylandia, invitaré a Jorge y Catalina a tomar el té en un Hongo Gigante con Sor Kitty vestidos de súper héroes, por que allí todos seremos Héroes. Algún día todos tendremos nuestra propia Disneylandia. Los héroes también tienen sentimientos. Algún día nuestras Disneylandias serán ruinas y los antropólogos del futuro se dedicarán a investigarlas. Nunca olvidemos que predecir el futuro es inventarlo y que para construir héroes, primero, a lo mejor, hay que reconstruirlos.

Martín Sastre

  • Renata Morini - "Pariendo vida" Individual Proyecto cubo 2008 Pinturas y objetos
Apertura 22 de Julio, 2008- 20 hs.
Cierre el 30 de Agosto, 2008. (lunes a sabados de 16 a 20 Hs.)

"DEVENIR NIÑA"

Y al comienzo era el juego. En cercanía con Heráclito recordamos su bello aforismo. "El tiempo es un niño que juega, el reino es de un niño. "Y el juego es sin porqué, el niño juega porque juega, sin causas, sin fines, a pleno devenir. La obra de Renata testimonia de su devenir niña, es decir, siguiendo a Nietzsche, ha transformado su espíritu por tercera vez . ¿Y qué es el niño? Juego, inocencia, olvido, una rueda que gira, un primer movimiento y sobre todo, un santo decir SI. Ella, como Ariadna a Dioniso, le ha puesto este pequeño monosílabo SI a la vida. VIDA escrita, pintada, arrancada de la superficie blanca. Espacios blancocromatizados, extensos vacíos, silencios que se demoran en una armonía trágica. Esta no suprime las tensiones pero tampoco es violenta . Ya no le es necesaria la violencia pues ha entrado en el lenguaje de la pintura. Este lenguaje aparece en la obra de Renata como ley del corazón, que es al mismo tiempo ley del cuerpo, es decir del cuerpo sagrado, superior, creado por la artista con la materia espiritual; oximoron expresivo de esa armonía trágico-dionisíaca que la habita. Devenir caótico que no es confusión, se trata como piensa Gilles Deleuze, de un orden en el caos, el arte traza planos en el caos y en ese trazado libera una dimensión propia. Comunión arte-caos-juego. Renata escribepinta, escritura en la cual las flechas señalan direcciones, hacen signo pero no de algo, sino de una pura espacialidad que la obra inventa. ¿Cuál es el espacio de Renata? Es el espacio elevado, en altura, aún cuando señale hacia abajo y allí las formas vuelan, danzan, giran, hacen círculos insistentes. Circularidad del comienzo, del tiempo, de la vida que la obra reitera dejando aberturas, repetición del círculo una y otra vez. Su pintura es una aproximación emocional a la vida; en su modo de afirmar SI genera una intensidad de afecciones que excitan nuestra mirada. Un flujo erótico nos atraviesa, nos afecta desde un singular pathos estético, que en profunda consonancia con Gilles Deleuze, alcanza, liga y potencia la vida, liberándola de cualquier forma de cautiverio. Juego del arte, juego de lo serio, juego en altura que es de la tierra, del cuerpo y del alma. Finalmente el juego pictórico de la artista halla su estilo, es decir ese momento sublime capaz de trasmutar fuerzas oscuras en fuerzas deseantes.

NORA TROSMAN

Uriarte 1332, Palermo Viejo - Tel.: 4772-8745 / 4779-2654 - Lunea a Sabados de 16 a 20 Hs.

Hace unos días, cumplimos un año en el ciberespacio • Como nadie organizó la fiestita, acá me la hago, yo solito


Esto de andar balanceando cada mes, cada bimestre o cada cualquier otro irregular período me dejó sin mucho para decir ahora, cuando el balance realmente vale la pena. Quizás por no saber nada de nada acerca del tema en sí, y no tener en claro tampoco exactamente para qué abría el Blog, lo cierto es que de entrada nomás necesité imperiosamente un "parar y ver", o sea, redactar los primeros balances. Luego, como suele suceder, el "hacer de taquito", el "encontrar la vuelta" fueron sobreponiéndose a la revisión. Pero el balance anual es ineludible.

Me autoimpuse algunas cuestiones: que fuera un "servicio", una apoyatura al laburo en el CBC; que intentara tirar de cada tanto alguna (aunque sea alguna, y de cuando en cuando), idea; que sirviera (modo fácil y económico) para poder dar rienda a mi manía de escribir; y que no fuera algo de la pura subjetividad, de la simple "biografía" que no atrae lectores ni intereses ni pasiones (¡Cuántos blogs y flogs existen con esos íntimos relatos, muy pocas veces sabrosos, de "hoy me vi con Fulanito/a": es muy difícil hacer de un relato íntimo y cotidiano algo "leíble"!). En definitiva, que no fuera una "bitácora" en el sentido clásico del término, aunque probablemente recorriendo las publicaciones se descubren, fatalmente, las obsesiones, intereses, necesidades, etc., del autor -y de sus lectores (como suele suceder siempre con la escritura, por otra parte). O sea que termina siendo un diario de viaje, una biografía, pero colectiva, y eso quizás es lo más fructífero de todo esto.

Tal vez sea el momento de asumir que un blog es algo más que una especie de lista de distribución de correo entre amigos/as y conocidos/as. Silvia, Daniela de Turdera, Víctor (where are you, Víctor?), Matías, Danila, Dani con barba, etc., fueron/son letras encarnadas, identidades que recubren la visualidad. Pero no son los casi 14.000 visitantes. Y esos internautas son (somos) perezosos: leemos, acordamos, discutimos, afanamos, pero no interactuamos escribiendo. Parece que es así esto de la "comunicación masiva"; parece que es así el mundo en que nos tocó vivir.

Suelo ser pesimista, escéptico, cáustico. Ese tufillo inunda el blog, creo. Hoy por hoy ando con más de todo eso: más decepcionado, más excéptico. Ando, como suele decirse, en crisis. Necesito tomarme un tiempo para redefinir muchas cosas: profesionalmente (estoy harto de la docencia bonaerense y estatal), emocionalmente (estoy harto de mí mismo, de mis trampas y autotrampas), vitalmente. Cuando hice mi Primera Comunión (sí, tengo ese pasado, tengo ese muerto en el ropero), y me preguntaron en casa qué quería como regalo, pedí "un pizarrón grande como el de la escuela". Ahí jugaba, solo o con mi hermana, a los 8 ó 10 años, a dar clase (creo que ya conté esta anécdota) Siempre quise ser "maestro" y lo que más se me está desmoronando ahora es, precisamente, eso: el "ser maestro".

Si me interrogaban hace veinte años cómo me veía en el futuro, respondía utópicamente que como ahora: tenía un futuro. Si me preguntaban hace diez, ponía alguna objeción pero la veía más o menos como ahora, aunque ya decía que no quería llegar "a la jubilación" así como muchos/as en ese entonces estaban o quedaban. Si me abarajan hoy, hoicito nomás, cómo me veo en el futuro, no tengo ni la más puta idea, pero sí sé cómo no quiero: y no quiero que sea tal cual ahora.

No sé hasta dónde llegarán todos los replanteos. Sé que quiero que sean radicales y profundos, porque estirar las agonías suele ser contraproducente para el muerto. En caso de que esos procesos abarcaran el Blog, lector/a amigo/a, quiero que sepas que te aprecié y aprecio mucho, aunque seas anónimo/a.

Agradecimientos (todos/as los que entraron y dijeron algo, en este año)
  • En respuestas y en la barra de chat (ahí se me perdieron muchos nombres, porque almacena los últimos)
Vanina
Victor
Paula
Sol
Marisol
Andrés Celati
Guido
Nacho
Priscila
Guillermo
Martín Estévez
Adrian
Annekia
Silvia
Emi
Gisele
Venka, mi comadre
María del Carmen Orsi
Sebastián Monzón
lakrym
Esteban Rodríguez
Juan Pérez
Vero
  • Respondieron en forma personal por correo electrónico
Damian
María Russomando
Andrea de la Fuente
María Fernanda Bengoechea
Daniela
Paula Ferraresi
Elisabeth Godoy
  • Escribieron algo en el libro de visitas
Chicay
Cintia
Angela
e-DUARDO
Alan
Danera
Campa
Griselda
Mayka
Fulviókrates
Emiliio Maydup
Natalia
Mary, mi madrina
A todos ustedes, y a muchos/as que registraron su visita, pero perdí el dato, y a todos/as los que entran, en silencio, realmente GRACIAS.

Esteban

PD: los resultados de encuestas pasan a un post aparte

domingo, 20 de julio de 2008

Avanzando más y más en esto de la informática • Algo básico y deseado por todos: el hacking • Prestá mucha atención y conseguí reventar las cuentas que quieras


ACLARACIÓN:
Voy a dar toda la información por acá, o sea
• NO voy a responder correos electrónicos con información de ningún tipo
• NO ofrezco servicios de hacking


MÉTODO 100% EFECTIVO - FÁCIL Y PRÁCTICO
OBTENÉ/CERRÁ YA CUENTAS AJENAS DE MSN HOTMAIL, MSN YAHOO, CORREO HOTMAIL, YAHOO, GMAIL, etc.


Este método nunca falla. No tiene vulnerabilidades, por lo tanto, no son necesarios parches ni descargas. Es un método novedoso pero 100% confiable. Requiere de menos paciencia que uno de esos larguísimos programas revienta-claves, ni se trata de los clásicos xploit’s y keyloggers que, con suerte, funcionan un solo día...


• Primer Paso
Identificar a la víctima, su nombre y dirección.

• Segundo Paso
Te ponés un buen pasamontañas y te buscás un buen revólver.

• Tercer paso
Vas a la casa de la víctima, le apuntás en la sien, firme y seguro/a, y le exigís su/s contraseña/s. Según cómo esté ejecutándose el programa, pueden suceder dos cosas:
  1. que te las niegue, en cuyo caso le tenés que reventar, por ejemplo, la rodilla derecha; luego de esto le das un papelito, y un lápiz o lapicera (variante "de autor": puede utilizar sus dedos y su propia sangre) y le decís que anote ahí lo que antes le habías pedido; si se sigue negando, arremetés con la otra rodilla, o -según la etapa de ejecución del programa- un pie, etc. Consejo: nunca elegir las ventanas "partes vitales" ni "mano con que escribe" porque puede la ejecución de comandos puede tirar un error grave.
  2. que te las facilite, en cuyo caso presionás el botón "finalizar programa"
En cualquier situación, lo valiente no quita lo cortés, así que agradecé, y advertíle que si llegara a cambiar los passwords, preguntas secretas, etc., en las próximas 48 horas, vas a volver pero con más elementos de persuasión.

• Cuarto Paso
Te vas como si nada, pero dando un buen portazo. Acá lo importante es que se note que tenés cojones/ovarios, en virtud de la advertencia anterior. No te olvides, obvio, de llevarte el papelito con las claves

• Quinto Paso
Llegá a tu casa, sacá el papelito (o los papelitos, si fue una gira de recolección que incuyó varias sub-rutinas o tareas de este tenor) Probá las contraseñas ( hay un 99,99% de efectividad en ellas), chequeás sus correos, perfiles, etc.

Eventualmente, si no había nada de interés, o no confirmás tus sospechas previas, podés volver a acercarte a la persona (similar al Primer paso) y explicarle que se trató de un error involuntario. Teniendo en cuenta los cojones/ovarios del portazo del Cuarto paso, y la advertencia previa, es altamente probable que te perdone con celeridad y pavor.

jueves, 17 de julio de 2008

Esto no terminó (no debería terminar) con la sesión en la Cámara de Senadores de esta madrugada • Sensaciones acerca de un debate que no se dio • Lo que en verdad estuvo en juego (y pasó por el costado)


En la madrugada de hoy, la Cámara de Senadores de la Nación rechazó el proyecto de ley que ratificaba la famosísima Resolución del Ministerio de Economía Nº 125/08, y además delegaba en el Poder Ejecutivo el ejercicio de la facultad de fijar los derechos aduaneros de exportación (retenciones). En una votación empatada, el Vicepresidente de la Nación, en su función constitucional de Presidente del Senado, dirimió la paridad decidiéndose por el rechazo de ese proyecto. Las cámaras empresariales del sector agrícola, y los políticos alineados con ellas, mostraron en el fin de la sesión y durante el día de hoy su satisfacción, afirmando (palabras más, palabras menos) que éste fue un triunfo de la democracia.

Desde un punto de vista lingüístico, el sintagma deverbal un triunfo de la democracia es una figura retórica, una metonimia que condensa y oculta sentidos: la democracia triunfó sería su equivalente verbal, aunque no podemos recuperar quién es el agente de esa acción (el sujeto oracional): ¿los demócratas?, ¿la oposición?, ¿las cámaras del campo?, ¿el “pueblo”, la “gente”? ¿Los repudiados del que se vayan todos, pero se quedaron, como Carlos "Me llevo todo" Menem, Hilda "Porta-apellidos" G. de Duhalde, Adolfo "Jueguetito" Rodríguez Saa? El sintagma un triunfo de la democracia es un útil lingüístico, que permite construir, desde el discurso, un colectivo de identificación (y, por lo tanto, de des-identificación) difuso pero efectivo: alguien no es parte de la democracia; si alguien triunfó, alguien perdió.

El signo (ideológico, a fin de cuentas) democracia ha ido trasvasando sus sentidos con el péndulo de nuestra historia: de aquel fundacional, de corte liberal, en el que el pueblo a que aludía era el letrado, entendido, burgués, a otro más amplio, el del aluvión zoológico; de categoría más o menos abstracta y poco convincente, a la utopía del se come, se cura y se educa; de la delegación del poder en manos de algún caudillo más o menos fuerte, a la utópica participación en instancias de representación y control asamblearios, allá por 2002. Y en el medio, siempre, sectores sociales que se sintieron dentro o fuera de la democracia, que se creyeron los dueños o custodios o mártires o quintaescencias de esa democracia. Y siempre, también, el poder, la disputa o cesión o preservación del verdadero poder, porque de eso se trata.

La paradoja de estos cuatro meses en los cuales el “conflicto” del “campo” (aquí, de nuevo, la trampa lingüística: este sintagma se conforma sobre el campo tiene un conflicto, hecho que demuda, esconde y diluye varias cuestiones, que hacen a la verdadera) coronó la agenda es que las posiciones se adoptaron, una vez más, como un Ríver-Boca acrítico, en el cual lo comunicacional (casi goebbelianamente) hizo sucumbir al debate: voces chillonas y sordas que hartaron a las acomodaticias y tranquilonas clases medias urbanas, esas que quieren seguir anestesiándose con el Tinelli visto en la tele de plasma 42’ pagada en cuotas. La paradoja es, entonces, que el triunfo de la democracia sea, en buena medida, el del no te metás, en su versión no jodan más, quiero vivir en paz. En democracia, no se puede vivir en esa paz de cementerio, pues los conflictos son inherentes a las sociedades, y la confrontación por el poder, por los proyectos, por los modelos, se definen con, pero también más allá, de los votos de un domingo.

Un cuarto de siglo de una economía agro-exportadora, de exacción de materias primas, con soporte en las finanzas y los servicios, fue impuesto a rebenque y sangre. No se sale de él con paz, ni con el diálogo del hambriento a los pies de la mesa del opulento amo. Se sale con tensiones, con confrontaciones, con disputas encuadradas en la política, entendida precisamente como el espacio en el que los sujetos sociales, y sus representantes, abordan estas coyunturas: acuerdan y negocian, pero sin el tufillo de tongo y transa que se le suele asignar a esta acción. Ciertos sectores hay a favor de aquella economía, y otros que confrontan con ella. Ni “el campo” es, todo él, homogéneamente conservador-gorila, ni “el gobierno” es el revolucionario que viene a socializar los medios de producción. Se trató, apenas, de un voraz intento de quedarse con parte de una tajada, generosa tajada extra de esos que quieren (o tienen, o desean) toda (o buena parte de toda) la torta: apenas una medida desarticulada, que dijo pretender redistribuir, dentro de un modelo que no redistribuye a conciencia y con vocación. Y se trató, también, de un rechazo en el que se embolsó todo al por mayor y sin propuesta alternativa seria y a la vista, egoístamente, poniendo en vilo la frágil economía del país: sectores agrupados por el espanto que pretendieron (y van logrando) jaquear un gobierno como para marcar límites, delimitar una cancha. El senador oficialista Urquía, dueño de Aceitera Deheza (una de las mayores agro-exportadoras del país) manifestó ayer implícitamente en el recinto lo que no se puede explicitar: que la coyuntura internacional invita a alimentar a 400 millones de personas, y que sólo cuando se venda (se gane) por esa cantidad, se podrá hablar de alimentarnos a los 40 millones de argentinos.

A pesar de que el análisis contrafáctico no tiene entidad científica, a veces es útil para repensar categorías. ¿Qué hubiera pasado si Cobos hubiese desempatado a favor de la ley? Seguramente, no hubiera sido un triunfo de la democracia, por más que fuese el mismo gobierno el que impulsó el tratamiento legislativo de la medida; seguramente hubiera sido banelquizado ese hipotético triunfo, esmerilado, empañado. Sin embargo, esto no ocurrió y el número dos del Poder Ejecutivo votó en contra de la ratificación de una medida que impulsó ese mismo Poder. Visto estrictamente de afuera, y con perspectiva puramente política, no haber sostenido la medida (que ni siquiera la propia tropa acompañó palmariamente), es algo prudente. Pero pone en emergencia, precisamente, la calidad de esta democracia que –dicen– fue la que triunfó: el sistema de representación, el debate acerca de los proyectos de país. Quién, cómo y para qué tiene o quiere el poder, en definitiva.

martes, 15 de julio de 2008

Vamos terminando las "lecciones" • Ya sobrevolamos dos de las tres opciones del PANEL, y ahora recorreremos (parte de) la última: DISEÑO


En el PANEL, que es donde está el comando central de nuestro blog, la última opción corresponde al DISEÑO. La mononería, podríamos decir, o sea, el embellecimiento (sobre todo visual) y la distribución de los elementos de nuestro blog. Acá depende mucho de tu gusto, de tu estilo, aunque vas a tener en cuenta que cada vez más es importante la cuestión visual, lo amigable de un sitio web (un blog, en buena medida, es un proto-sitio)

Los submenúes de la pestaña DISEÑO son: Elementos de la página, Fuentes y colores, Edición de HTML y Seleccionar plantilla nueva. Los vamos a ir viendo desde el último hasta el primero.

Cuando creaste el blog, la primera vez, allá lejos y hace tiempo, elegiste una plantilla, es decir, un pre-formato de diseño, un estándar en el que se moldean las fuentes, los colores, la distribución de elementos, etc. Eso no es fijo y podés cambiarlo cuantas veces quieras, aunque cada nueva plantilla va a reconfigurar y reordenar los elementos, sus colores, etc. Nada trágico, como vamos a ver en los siguientes párrafos. Hay muchas plantillas disponibles en Blogger, y cada una de ellas tiene "sus cositas". Si me permitís un consejo, lector invisible y silencioso/a, te diría que para decidirte tendrías que tener en cuenta no tanto los colores y los tipos de fuente sino dónde va (y cómo aparece) cada elemento (el título del blog, el encabezado, las publicaciones, la sidebar, etc.) Además de Blogger, otros/as fulanos/as, programadores ellos, ofrecen gratuitamente sus plantillas personales, algunas muy copadas (tienen hasta cuatro columnas, por ejemplo) pero que no siempre satisfacen, sobre todo si regenteás un blog muy recargado de cosas (como éste, por ejemplo) ya que no respetan todos los añadidos que tenés (o sí, pero tenés que volver a incluirlos manualmente) Haciendo una analogía, usar una plantilla Blogger sería como poner un repuesto original en un auto; mientras que usar esas plantillas externas sería tunearlo, pero sin saber si el repuesto es 100% compatible. Muchas veces, los programadores desarrollan las plantillas y las ofrecen precisamente para poner a prueba y calibrar sus trabajos, ¿entendés? Igual, si te mandás un moco, te conviene previamente Guardar plantilla actual, la que estás usando, por si la nueva no te gusta o tiene conflictos: una especie de back-up que reservás en tu disco rígido y que podrás subir para volver a la versión anterior. Esta opción está ahí mismo, en Seleccionar plantilla nueva.

Lo de Edición de HTML permite, básicamente, dos cosas: cargar esa plantilla externa que encontraste (o la tuya anterior, la que habías guardado como copia de seguridad) y/o redefinir en lenguaje HTML la que tenés (sea cual sea). Arriba de esta sección parece, precisamente, el cajón Carga una plantilla desde un archivo de tu disco duro ("Examinar" para buscar en tu disco/"Subir" para cargarlo: eso supongo que lo entendés); y más abajo tenés todo el código de tu blog, las instrucciones que permiten que sea tal como lo tenés. Ese código es público, todos pueden ver cómo programaste tu página (no sé si sabés como hacerlo, pero todo navegador de internet -Firefox, I.E., Ópera, Netscape, etc.- tiene una opción en su menú VER que dice algo así como Ver código fuente, con la que podés acceder a las instrucciones de programación del sitio web que estás visitando) Lo del lenguaje de programación alguna vez lo conversamos: ya vas a ir aprendiendo comandos básicos (quizás) y si no lo sabés no es la muerte de nadie, pues los servicios de Blogger (o de Wordpress) están hechos para neófitos-bobos-carentes-de-iniciativa-informática-autodidáctas-y-curiosos. Pero igual vamos a hacer la introducción al tema, para que vayas empapándote. Este blog empieza con lo siguiente, que es una definición general de la ubicación de ciertas partes según la plantilla utilizada:
Vamos de a poco. Toda instrucción HTML va encerrada entre angulares (<>) El paréntesis de apertura abre un comando, y el de cierre, precedido por la barra (/) indica el fin de la instrucción. Después del fragmento que citamos anteriormente, en el código de este blog aparece la definición de todas las variables que las instrucciones utilizan. La primera variable que define es:
Dicho en criollo, esto se leería más o menos así: nombre de la variable="bgcolor", que se describe="color de fondo de la página", que es del tipo="color" por defecto="#fff", y cuyo valor es "#ffffff". Todo esto quiere decir que la variable "bgcolor" (lo que está entre comillas refiere a elementos específicos, predefinidos, axiomas de base que el lenguaje sabe reconocer, una especie de lexicón incorporado a ese lenguaje) se aplica el elemento "Page Background Color", que es del tipo "color" (hay elementos del tipo "font" [fuente], etc.) y que en la paleta de colores, que se codifica hexadecimalmente, se corresponde con tal número (#fff , cuyo valor es #ffffff). Los signos de igualdad vendrían a equivaler a la orden asígnese a esta instrucción tal variable, o a esta variable tal parámetro. El código está programado en partes, y así vas a ir encontrando la sección Body, que configura el código que define el cuerpo de tu blog; o Header, donde aparecen las variables del encabezado y sus subpartes, etc. Sin miedo, andá viendo cada sector, andá agregando de a uno nuevos elementos y fijáte cómo se definieron en el lenguaje de programación. Así se aprende, te lo aseguro (y si no, miráme a mí, que jamás estudié nada de todo esto y acá estoy, dando aires de suficiencia) Igualmente, la próxima publicación ahondará en esto del HTML, al menos en lo que es más útil y más rinde ;)

La tercera parte es la de Fuentes y colores. Acá va a depender de qué plantilla elegiste, porque algunas configuraciones no pueden ser modificadas (salvo que te metas en la edición del HTML). En la plantilla (template, te doy la equivalencia en ingliy, así podés guglear) que usamos acá, las opciones que podemos modificar son:
  • color de fondo de la página (lo que ves en blanco)
  • color del texto (el negro con que aparecen los posteos; esto podés, en una publicación particular, modificarlo cuando la escribís; ya lo vimos)
  • color del vínculo (el azul oscuro con que aparecen los links)
  • color del título del blog (el rojo del título, en el head)
  • color de la descripción del blog (el naranja que aparece abajo del título del blog)
  • color del borde (el rojo de las líneas que aparecen por allí, encerrando las imágenes y el título)
  • color del título de la columna lateral [o sidebar] (el carmín de los títulos de la columna derecha)
  • color del texto de la columna lateral (lo que en la sidebar aparece en gris; lo que no está con este color lo modifiqué manualmente desde el HTML de cada elemento)
  • color de los vínculos visitados (el naranja pálido con que figuran los links una vez que los visitaste)
  • fuente del texto (la tipografía -tipo, tamaño y edición- con que se publican todos los textos del blog, salvo -como siempre- que lo reconfigures para algún elemento en particular en el código)
  • fuente del título de la barra lateral (ídem)
  • fuente del título del blog (ídem)
  • fuente del pie de página de la entrada (los textos que aparecen al pie: "Comentarios"."Vínculos a esta entrada", "Ver todo mi perfil", etc.)
Siempre que tomes una decisión en esta pestaña, vas a poder previsualizarla abajo, donde te muestra cómo quedaría tu blog con esa modificación que estás probando. Si lo que hiciste no te gusta, podés Borrar cambios o, a la inversa, Guardar cambios. También tenés la opción para ver en Ventana externa, que lógicamente te abre tu blog en una ventana nueva, para que visualices en tamaño real lo que modificaste.

Va a quedar para la próxima la última opción, la de Elementos de la página. Creo que por hoy es suficiente, así que salí al recreo, que te lo merecés.

En el paroxismo de la inducción, un par de casos aislados habilitaron por unos días un debatito mediático • Uno en Capital y otro en provincia, como para que la paranoia no tenga respiro ni escondrijos • Palabrerío y soluciones sencillas para un problema complejo


En una escuela de la Ciudad de Buenos Aires, un grandote y un amigo se mofan impunemente de una profesora que intenta leer anodinamente andá a saber qué cosa que se refiere a la historia argentina; en una escuela de Témperley una profesora está sentada a su mesa abstraída del mundo mientras alborotadamente la rodean y le encienden el pelo. Ambos casos se conocen porque, tecnologías mediante, los registros de los hechos son tanto o más importantes que los hechos en sí: o los autores los colgaron en el ciberespacio y la tele los encontró allí, serviditos en bandeja; o algún involucrado-poseedor envió los archivos a los canales para obtener sus cinco segundos de fama. Esto, creo, es inherente a la cuestión, y por lo tanto no deja de ser menor.

Indisciplina, bromas pesadas y desmanes hubo, hay y habrá siempre. Esto no es justificarlos, pero sí ubicarlos en un contexto, relativizar su trágica marca de época. La adolescencia es una etapa en la cual es central la exploración de la norma, al derecho y al revés, casi tribalmente. La sociedad inventó las escuelas, también, para controlar, encauzar, revertir esa rebeldía sin objetivo, sin horizonte de intervención (no es subversión del orden establecido, no es verdadera rebelión: es apenas extremar y tensar las cuerdas de la paciencia como para ver qué onda).

La escuela tradicional, esa de la que yo soy hijo (y me jugaría a pensar que vos también lo sos) consideró el hecho indisciplinado como un todo en sí mismo, como un parangón con el delito en el mundo social adulto, y lo trató en consecuencia: si al delito se lo pune, a la indisciplina también. Las amonestaciones eran a la falta escolar lo que los años de cárcel al asesinato; y un reincidente en ambos casos no tenía derecho a atenuantes ni privilegios, sino a condiciones de agravamiento y dureza. El juicio no siempre era (no siempre es) justo ni siempre hallaba (no siempre halla) al verdadero autor material: cierta tendenciosidad, arbitrariedad, parcialidad teñía la sanción en la escuela (y en la sociedad), doy fe: si tenías "buenas notas" quizás zafabas "para no ensuciarte el promedio", "porque sos el abanderado", etc. Y zafabas, o estabas fatalmente condenado, por el hecho de que el haber tirado unas bombitas de olor en el aula se menguaba si habías estudiado la fórmula del movimiento rectilíneo uniforme (el cual, por otra parte, si eras realmente vivo, te había dado la pauta para tirar esa bombita y salir de raje limpia, veloz y científicamente)

El péndulo pasó del norte al sur y, a la era autoritaria del tratamiento de la falta en la escuela siguió otra en la cual, de repente, personas (docentes, padres, alumnos) educadas en el autoritarismo (y cómodas en él) tuvieron que consturir de la noche a la mañana los acuerdos institucionales (o escolares) de convivencia y pensar en la sanción como una intervención reparatoria, no punitiva, en órganos colegiados (docentes, padres, autoridades, alumnos), con deliberación y consensos. Dicho en criollo: que la sanción sea una instancia de aprendizaje para el alumno que realizó la falta, que implique la reflexión y la toma de conciencia. Nada de amonestaciones, claro está: entre todos construimos colectivamente las normas de convivencia de la institución y supervisamos su funcionamiento; la disciplina pasa a ser cuestión de convivencia, en la que están incluidos alumnos, pero también docentes, auxiliares, directivos, padres, o sea, todos aquellos que estaban acostumbrados, durante generaciones y generaciones, a que una autoridad externa y objetiva decretara según su leal saber y entender la norma, su cumplimiento, sus excepciones y sus sanciones. ¿Capacitación? ¿Transición ordenada? ¿Prueba piloto? No hay tiempo: tenemos que ser ya-ya democráticos y felices. ¿Posibilidades en la práctica? Y... que un director haya escrito "para presentar" esas pautas de convivencia (como si las hubieran construido entre todos), algo parecido a un reglamento (pero sin llamarlo así, qué horror) e intente aplicarlo, pero sin la posibilidad de amonestar a los alumnos. Se revalorizó el llamado de atención, la firma, y el pase de escuelas no sabés cómo empezó a funcionar...

La democracia, lo vemos todos los días, es una construcción fatigosa, del día a día, y una vez que se tiene no es para siempre. Implica tensiones y conflictos, porque supone intereses contrapuestos: consensos y disensos, y también decisiones acerca de cómo se tratará a aquellos que, en el disenso, intervienen de otro modo en el colectivo social. Implica también representaciones y delegaciones, y la aceptación por parte de todos de esas representaciones y delegaciones. Pero fundamentalmente conlleva colectivos de identificación, espacios imaginados como comunes, redes de vinculación, de intereses, de poder. Sin todo esto, claro está, una sociedad no puede plantearse una democracia de calidad, y una escuela es, por rejunte legal, una microsociedad.

Las reformas educativas de los últimos 20 años, lo dijimos muchas veces, fueron maquiavélicamente a tontas y a locas: mezclar todo en la coctelera y esperar que el caldo de cultivo decantara para ver qué quedó (bien destruido, claro está). Todo ya, para los papeles (donde los paradigmas siempre son perfectos y bonitos, realmente), sin atender al hecho indiscutible de que las escuelas son elefantes adormecidos en una cristalería: a un nene que apenas empezó a gatear le sacás el andador (qué cosa antigua, el andador) y le exigís que ya mismo corra el maratón Quilmes-San Isidro por Camino de Cintura, en patas y con colgantes de oro y brillantes bien a la vista...

Docentes que no tienen dominio de grupo, que no saben para qué están en un aula, hubo, hay y habrá siempre. Alumnos que necesitan tensar la norma para autoconfirmarse en su subjetividad, también. Las posibilidades de la tecnología hacen ahora que esa ratificación del yo se proyecte y amplifique para todo el mundo, con lo cual se multiplican al infinito los autores intelectuales, los cómplices, los sentidos de la praxis. Lo que es novedoso es el hecho de no saber qué hacer, de no tener a mano la respuesta autoritaria (aunque en el caso del gerente de Cuidad de Buenos Aires S. A., por medio de su Jefe del Departamento de Educación y Negocios Afines, la tentación autoritaria apareció, espasmódica, disfrazada: al tal Kevin lo rajaron -y eso que no coronó de fuego la cabellera de la enamorada de Rosas). Lo que es novedoso es que la sociedad, y la escuela, no sepamos qué hacer con la norma, no podamos recurrir a construcciones colectivas, a instancias de democracia participativa real que permitan abordar estas cuestiones que son y serán permanentes.

Hay cosas que no son novedosas: que los medios de comunicación construyan un sentido común que ahonda las contradicciones, mostrando la falta en sí misma, como un todo, en parangón con el delito, y dejando bien explícitamente el implícito de que necesitamos mano dura, de que se requiere depuración étnica urgente en la docencia y el alumnado, de que esto no da para más y que nadie hace nada (obturando el hecho de que los medios tampoco hacen nada, obviamente: las sociedades se tienen que construir sin ellos, aunque ellos sean un colectivo privilegiado de conformación de ideología). Tampoco es novedoso que los docentes (no todos, obviamente) no sepan qué hacer, cómo participar, cómo ser parte de una escuela democrática, que les exige algo más que pararse en el frente, bien pegados al pizarrón, y hablar hablar y hablar de sus saberes. No estoy poniendo el foco de la culpa en la docencia, pero está claro que el alumno de hoy no es el mismo de hace 10, 20, 30 años; y que por lo tanto, ante un sujeto pedagógico inédito se requieren intervenciones pedagógico-didácticas también inéditas, inseguras en su novedad (dan más seguridad las que conocemos, las que aplicamos desde siempre, aunque no sirvan para nada). La docente que lee ese documento acerca del rosismo en una paródica clase magistral, y la profesora de inglés que corrige trabajos mientras la clase espera, están extrapoladas, fuera del tiempo: añejadas ¿Qué suponían? ¿Qué esperarían? ¿Qué pensarían? Son víctimas y ejecutoras, a la vez, de un sistema que las dejó, conscientemente, varadas en 1980, incapaces de repensarse y repensar la profesión en la que decidieron ejercer. Paralizadas y funcionales. Toda una metáfora de la sociedad que les gusta. ¿A quién? A los que permanentemente sacan provecho de todo esto.