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martes, 28 de agosto de 2007

Calentones, discriminadores y bisexuales

• Iniciación sexual de los varones en Capital y Gran Buenos Aires Bisexualidad para todo el mundo en apenas tres o cuatro generaciones Discriminación, racismo y xenofobia en nuestras pampas y nuestros jóvenes Ah, y travestismo en una cátedra fueguina de Historia Noticias de anteayer, casi ricoteramente hablando.


El domingo se publicaron tres artículos en tres medios distintos. Hasta donde creo, ninguno de esos medios tuvo en cuenta la noticia del otro, aunque entre los tres podemos interrogarnos acerca del presente y, fundamentalmente, del futuro.

Clarín daba cuenta de ciertas hipótesis de Humberto Veronesi, un científico italiano quien, a partir de argumentos biológicos y culturales (vale decir, lo genético en interacción con el medio), augura que la humanidad se encamina hacia una reformulación de los sexos, en tanto géneros, desligando la función reproductiva (que se llegaría a lograr mediante tecnologías diversas), del objetivo del placer, que pasaría a ser así el fundamento último y primario del sexo. De este modo, cree el científico, la humanidad será en tres o cuatro generaciones, predominantemente bisexual, en tanto el objeto de deseo del género no estará ligado a la procreación.

Página/12 difundió un estudio realizado en cuatro ciudades latinoamericanas, en el cual se descubre que los jóvenes varones de Buenos Aires están entre quienes más tempranamente debutan sexualmente (a los 15,8 años) en Latinoamérica, un poco más tarde que los adolescentes cubanos (quienes le ven la cara al santo, estadísticamente, a los 14,9 años). A primera vista, los datos que este estudio releva podrían parecer superficiales, puesto que se informa en el artículo que los adolescentes de los distintos países fueron interrogados acerca de los motivos del debut, pero no se dice cómo se recolectó esta información (sabemos que si simplemente le preguntamos a un adolescente “¿Por qué debutaste sexualmente?”, las respuestas pueden ser más o menos desprejuiciadas, más o menos irreflexivas, etc.) No obstante, resulta significativo que la recurrencia de las respuestas se segmente territorialmente, aun cuando no fuesen el producto de una sesuda elaboración, y que tengan que ver, así, con el hedonismo, con el deseo, con la excitación, a diferencia de los muchachos de otras latitudes, quienes invocaron razones de amor o de curiosidad.

Finalmente, Perfil publicó un estudio realizado en Buenos Aires acerca del incremento de la xenofobia entre estudiantes de todo nuestro país, en mayor proporción los hombres que las mujeres: gitanos, judíos, “chinos”, bolivianos, etc. son el depósito en que se representan configuraciones tales como “indocumentados”, “explotadores”, “sucios”, “ladrones”, etc. Con este artículo entronco, aunque no sea del domingo, la saga que surgió la semana que terminó, acerca de la revuelta que originó un grupo de padres en Tierra del Fuego al enterarse de que una docente de la escuela secundaria de sus hijos era travesti; xenofobia, discriminación, racismo: la semana nos dio un poco de todo.


¿Y con esto, qué?

Cualquiera de nosotros, los que nos preocupamos por el presente y por el futuro, los que creemos que tenemos algún tipo de incidencia en el presente y en el futuro, los que no compramos el boleto para ver la película sino que creemos que tenemos que protagonizarla de algún modo, no podemos sino pensar y repensar qué estamos haciendo para nosotros, ahora, y para los que siguen, después: ¿qué estamos haciendo como educadores, como hijos, como padres, como hermanos, como amigos, para construir un mundo un poco mejor, más justo, más tolerante, que invite a ser vivido?

El sexo, la sexualidad -nos informan- se está viviendo alrededor de nosotros, lo estamos viviendo nosotros incluso, como mero producto del deseo, como producto del egoísmo: tengo ganas, estoy caliente: se acabó. Lejos de mí abogar por un puritanismo hueco, por una castidad premarital sin sentido. Pero tampoco me parece válido el camino del “todo vale”, es decir, reducir un acto de profunda comunión entre dos (momentánea o para siempre, no importa la duración) a la suma inconexa de dos voluntades individuales, que “por casualidad” se reúnen en el cosmos de una cama (del reservado de un boliche, de un baldío) Constituyendo al otro en objeto, en depósito, en “alivio” de ese deseo, de esa excitación, me constituyo en otro objeto, me cosifico también.

Llevada al extremo, esa búsqueda del mero placer en el sexo podría llevar a homologar todas las prácticas de la sexualidad: aliviarse manualmente, solitariamente (se entiende, ¿no?), o con una muñeca inflable, o con otra persona. Sin embargo, todos sabemos que no es lo mismo. Si estamos de acuerdo en que no es lo mismo, deberíamos estar trabajando, accionando, para fortalecer, esclarecer, propiciar, encuentros sexuales entre dos que tenga en cuenta otros fundamentos que el simple deseo: como en toda actividad humana, social (el sexo lo es), depositamos en esa acción expectativas, intereses, proyectos que en definitiva dan sentido, resignifican esa acción.

Así las cosas, no sería tan evidente la futura bisexualidad de la humanidad en tres o cuatro generaciones; bien podría ser onanista o zoofílica o lo que fuera. Aun cuando el horizonte bisexual fuera el caso, ¿cómo se transitará la transición desde una sexualidad “heterosexual” -permítanme esta etiqueta simplista para el “hoy”- hacia esa sexualidad “bisexual” -permítanmela también, para caracterizar ese “pasado mañana”-? Vale decir: ¿cómo será el camino por ese “mañana”, cuando tenemos el dato de que “hoy” están incrementándose los indicios de mayor intolerancia, mayor racismo, xenofobia y discriminación? ¿Cómo se llegará a ese “pasado mañana” bisexual, en el cual las personas no estaremos obligadas a pensar el sexo en términos reproductivos, puesto que nuestro fundamento será el vínculo, esa inasible cosa a la que llamamos “amor”, si hoy nos tranquilizamos al ver a otro, cualquier otro, como el depositario de los males que nos aquejan, y por eso mismo lo excluimos, lo marcamos, lo abstraemos y negamos? ¿Desde qué lugar son compatibles esta mentalidad actual en los jóvenes (y no tan jóvenes) con esa utópica era de la humanidad en la cual cada uno elegiría hombres y/o mujeres según cualquier cosa menos el hecho de tener un hijo? Y el otro problema: ¿cómo se llega a que esa situación de bisexualidad no sea parte de la “urgencia”, parte de “la moda”, o lo que fuera, sino parte de un proyecto de vida?

La futurología no es algo que me apasione en lo personal, y el positivismo en retirada que todavía tenemos nos dice que para ese futuro no hay pruebas, sino hipótesis más o menos plausibles. Seremos como hasta ahora, seremos bisexuales, seremos onanistas o zoofílicos. Andá a saber. Lo cierto es que seamos lo que seamos, deberíamos tener clara conciencia de que lo seremos por convicción y no por pura pulsión, y lo seremos sin presiones estigmatizantes, sin sentir que otro impugna nuestras vidas porque no coincide con su vida. Y eso no es milagroso: acomodar las mentes del mañana es nuestra tarea hoy, empezando por nuestras propias mentes, también hoy.


Actitud programática final: aguante la profesora travesti de Tierra del Fuego, aguante cualquier preferencia sexual que se desarrolle en la intimidad, en la madurez, en la plenitud. No hace falta ser hombre vestido de hombre para enseñar las proezas de Alejandro Magno, otro hombre vestido de hombre que bien se las traía…

2 comentarios :

  1. Hola Esteban! Este tema me interesa particularmente, porque hablando con mi marido (él tiene 26, yo 19) veo la diferencia que hay entre su generación y la mía, en cuanto a lo sexual (y nos llevamos pocos años) y veo lo que viene.
    Las expresiones de "amor" (como el hecho de decir "te amo") ya se utiliza entre todas las personas indistintamente, no se preservan para ese espacio entre la pareja y uno (espacio cada día más desdibujado); las chicas de doce años se dan picos entre ellas casi con naturalidad; las de 16 se besan entre ellas "para calentar" a los hombre, etc.
    No condeno las distintas inclinaciones sexuales cuando, como usted bien dijo, son desarrolladas en la intimidad, en la maduréz, en la plenitud, pero sí condeno esa absurda tendencia del "todos contra todos" por moda, por ser parte de algo tan absurdo como una sociedad un poco decadente. Las mujeres profezamos nuestro deseo de igualdad al mismo tiempo que nos besamos entre nosotras para atraer la atención de los hombres; cuando hoy en día el sexo casi explícito inunda las revistas, los televisores, etc, siendo la mujer el principal "objeto" sexual. Quizás mi meta no es clara, lo que quiero decir es que todo se contradice con todo, llevamos los deseos de "igualdad" y el racismo al mismo plano (por dar un ejemplo)
    Hoy más que siempre el sexo es algo vano y supuestamente libre, pero la verdad es que creo que está más ligado a la necesidad de parecer que incluso, al placer.
    Creo que está todo al límite, es decir, la xenofobia, el racismo, la necesidad de "autoliberación" y de este modo es que avanzamos en un mundo cada día más desdibujado.

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  2. Como este es un blog de variedades y variar es mutar, yo elijo hacer un comentario que no necesariamente está ligado al tema de la entrada o quizás sí. Esto último es lo más probable.
    Si se quiere, es una forma de compratir un pedacito de texto que, imagino, podría gustarle. Aquí lo dejo:

    LA BARRA DEL BAR

    CON los codos apoyados en la barra de metal, los parroquianos del ghetto miran con mirada boba el único árbol de la plaza, sin imaginar siquiera que el bar donde se encuentran proviene, casualmente, de "barra".
    En sus ojos no se refleja un árbol tal como lo pensamos, sino apenas un tronco con ramas y hojas; algo que sólo dice: acá estoy (estoy acá).
    Mientars beben, miran. Y mientras miran no saben que esa figura les determina un punto de vista -los va distribuyendo silenciosamente en sus butacas.

    LIBERTELLA, Héctor: El árbol de Saussure. Una utopía; Adriana Hidalgo Editora; Buenos Aires, 2000.

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