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miércoles, 1 de agosto de 2007
Isla de Brownsea, 1 de agosto de 1907 o los cien años del Movimiento Scout
Publicado por Esteban Cid a las 13:044 Se considera el comienzo del Movimiento Scout a partir del primer campamento que Robert Baden Powell, su fundador, realizó en la isla de Brownsea, Inglaterra, del 29 de julio al 9 de agosto de 1907 4 En Argentina, hacia 1909 se realizaron los primeros campamentos scouts, hasta que el perito Francisco P. Moreno organizó la primera asociación nacional, en 1911.
Hoy se festejan, en todo el mundo, los cien primeros años del comienzo del Movimiento Scout, desde que el militar Robert Stephenson Smyth Baden-Powell decidiera acampar con alrededor de veinte jóvenes ingleses en la isla de Brownsea, Inglaterra, para dar forma, en la práctica, a las ideas que venía acuñando acerca de la educación de niños y jóvenes en aquel momento.
Durante diez días, se dedicó a instruir a estos jóvenes, en su mayoría familiares e hijos de familias conocidas, en diferentes artes de campismo, supervivencia, rastreo, etc., con un método específico: agrupaciones en pequeñas patrullas, de 4 a 6 integrantes, lideradas por guías, en las que cada miembro se responsabilizaba por tareas específicas. Cada patrulla poseyó marcas identitarias específicas, tales como cintas de colores, nombre, etc., de modo de favorecer la cohesión entre los jóvenes que la componían.
De regreso de esta experiencia, Baden Powell se dedicó a la elaboración de lo que sería, a la postre, el libro fundamental del Movimiento Scout: Scoutismo para muchachos, de 1908, y concebido para que los jóvenes scouts contaran con un libro de texto ameno al cual recurrir en su formación. Dado el éxito de la propuesta, en 1910 fundó el movimiento de las Guías (niñas exploradoras), y años después debió reorganizar el incipiente movimiento para incorporar a los lobatos, niños de entre 6 y 10 años. Con el Manual del lobato, que entronca la mística de esta etapa en el scoutismo, con los Cuentos de la selva, de R. Kypling, se cristalizó a partir de 1916 la propuesta para niños y jóvenes, a la que siguió luego la incorporación de los rovers, para muchachos de más de 17 años, con Roverismo hacia el éxito, de 1922. Su esposa, entretanto, se encargó de organizar y profundizar la experiencia en el Guidismo.
Fundamentos del Scoutismo
El Movimiento Scout en Argentina.
En 1911, Francisco P. Moreno organizó el movimiento scout en nuestro país, experiencia por la que se creó la Asociación de Boy Scouts Argentinos, antecesora de la Institución Nacional de Scoutismo Argentino (INSA). Desavenencias internas y oportunismos de época llevaron a que en 1937 el presbítero Julio Meinvielle, sacerdote ideólogo del filofascismo católico en Argentina, incentivara la creación de la Unión Scouts Católicos Argentinos (USCA). En la actualidad, ambas asociaciones se encuentran unidas en Scouts de Argentina, aunque en el proceso de integración de ambas instituciones, nuevamente las ansias por pequeños espacios de poder por parte de ciertos dirigentes scouts, y cierta concepción medieval y retrógrada de la Iglesia Católica, llevaron a que se produjera un cisma y se crearan numerosas asociaciones diosesanas de scoutismo católico (A.Di.S.Ca), como forma de retener bajo un aggiornado voto de obediencia y sumisión a los grupos scouts parroquiales, que sufrieron fuertes presiones para escindirse de Scouts de Argentina, so aprecibimiento de calamidades parecidas a la excomunión. Esto ocurrió, por ejemplo, con el Grupo Scout Nº 257 "Nuestra Señora del Carmen", de Cañuelas, el más antiguo y tradicional de su distrito scout, que fue explusado del local parroquial por el cura párroco de entonces, un intrascendente burócrata deseoso de escalar posiciones en la jerarquía eclesiástica.
En la actualidad, los grupos scouts de la asociación Scouts de Argentina se encuentran diseminados en todo el territorio del país. En 2005, se realizó en Argentina un Jamboree (campamento mundial) que recibió scouts de todo el mundo.
Dado que el movimiento scout implica voluntariado, Scouts de Argentina no puede abstraerse de los problemas económicos que nos aquejan y han aquejado en los últimos años, como asimismo no es ajena a la devaluación de valores tales como servicio al prójimo, «dar sin esperar recompensa ni alabanza», etc. Uno de los desafíos del movimiento scout es, precisamente, captar el voluntariado de adultos que actúen como animadores del movimiento, y redefinir el método scout en función del sujeto pedagógico del siglo XXI, quizás aún afecto a la naturaleza, la vida al aire libre, pero también inmerso en un mundo hipercomunicado, tecnológico, virtual.
Perspectiva histórica y horizontes futuros.
Es innegable que Baden Powell, años después primer Lord of Gilwell, fue un militar británico que actuó, como no podría ser de otro modo, en las campañas bélicas colonialistas en India y África del siglo XIX. Sus biografías suelen destacar la defensa del pobladío de Mafeking, hecho que él mismo se encargó de relatar en sus escritos para scouts. Sin embargo, y aun tomando en cuenta este condicionante de época, no aparecen en sus libros y manuales referencias racistas ni xenófobas sino respetuosas y hasta elogiosas respecto de, por ejemplo, los boers o los zulúes.
Se ha sugerido en numerosas ocasiones un vínculo más o menos explícito de Baden Powell ("BP", entre los scouts) con la masonería, si no en forma directa, a través de muchos de los promotores del movimiento y amigos personales (Kypling, entre otros) Evitando simplificaciones y preconceptos, y aun desconociendo en absoluto en qué consiste la masonería, es indudable que reducir el scoutismo a una variante masónica es un análisis simplista, puesto que sería desconocer qué rol desempeñan y han desempeñado los scouts, las sociedades, las culturas en general, una vez que se apropiaron del método ideado por Baden Powell. Del mismo modo, también es reduccionista evaluar el scoutismo como una sugestiva y novedosa forma de colonización ya no por la fuerza, sino como una sutil estrategia de transculturización del imperio (británico, en este caso).
No menos cierto es también la impronta militarista, disciplinaria, verticalista que tuvo el movimiento scout en sus orígenes. A diferencia de otros movimiento sociales y/o culturales surgidos de un "padre" militar (pienso, por ejemplo, en el peronismo) el movimiento scout en Argentina ha hecho ingénitos esfuerzos a partir de 1983 por reconducirse hacia una propuesta democrática y pluralista, desestimando el corsé militar fundacional que se vio fomentado, obviamente, en tiempos de la dictadura militar. Este mismo esfuerzo, cabe destacar, ha estado haciendo el sistema educativo todo, con resultados menos contundentes. En la actualidad, Scouts de Argentina está conducida por Luis Silvestri, quien, me consta, es un hombre probo e idóneo: un buen tipo. Seguramente su mandato ha surgido, como se viene repitiendo entre los scouts, a partir de asambleas acaloradas y el voto directo de los asistentes. Me ha tocado asistir a alguna Asamblea Nacional de la USCA y a las primeras de Scouts de Argentina, y he visto lo mejor de los mecanismos democráticos (las negociaciones, las construcciones de acuerdos, etc.) y lo peor (las transas, las difamaciones, etc.) Nada nuevo bajo el sol: no se les puede pedir a los scouts que sean como no es su sociedad, pero es imprescindiblemente honesto no achacarles impugnaciones que nunca existieron o que fueron revertidas hace décadas.
Es imposible pensar cualquier emergente histórico desligado de su contexto; esto vale tanto para los grandes movimientos sociales, como para los movimientos artísticos, las corrientes pedagógico-didácticas, la teología o el marketing. Evaluar el scoutismo como algo inofensivo, un divertimento inocuo (no recuerdo exactamente cómo es, pero circula un malicioso aforismo que señala que los scouts son un grupo de nenes vestidos como boludos dirigidos por un boludo vestido como un nene), o como un peligroso sedimento autoritario, pletórico de militarismo y designios imperialistas, propios de la sinarquía internacional, es colocarse en una postura que niega y obtura el potencial de una propuesta que es demostradamente efectiva en la educación no formal para el tiempo libre, en momentos en que la sociedad y el Estado no saben (no pueden, o no quieren) cómo construir ciudadanía activa con sus niños y jóvenes por fuera de la institución escolar.
Creo, y esta es una humilde opinión personal, que más allá de las teorías pedagógicas en boga en determinada época, un "buen maestro" deja huellas en la memoria, un vínculo inasequible que sigue siendo un misterio para los teóricos (y por suerte, para los especialistas en ciencias de la educación). Nadie recuerda su educación primaria, secundaria, terciaria, como un todo, sino a partir de "maestros", de "momentos" que valieron la pena. Yo guardo mis años activos en el movimiento scout como los más felices, los que más a fondo me han marcado y los que, sin dudas, me han formado como (endeble) educador y quizás, como animador (muchas veces, las tareas en la dirección de la escuela son, ay, tan semejantes a las Asambleas de Distrito, tan bolsa de gatos, tan hermanamente unidas a la vez: pero quizás siga prefieriendo la dirección de un Distrito, aun en las peores épocas de "pelea a cara de perro" con los párrocos, en épocas de la unión INSA-USCA).
Vaya un "siempre listo" a la distancia para el Grupo Scout 257, para el Campa, para el Negro Abdo, para el flaco Malcorra, para el eterno Huevo, para Juan Francisco Ezquerra, un gran amigo de mi infancia, para el Peta, que me invitó a entrar... Y para aquellos pibitos que hoy deben ser tipazos de ley: Claudio Farina, Javier Clérici, Rolo, y tantos otros, que vivieron mis primeros pasos como dirigente. Y en particular, para mis dos ahijados de confirmación, regalos que el scoutismo me brindó: José Romaní, a quien hace años no veo, y Justi Contreras, a su vez padre de Jere, mi ahijado de bautismo, una de mis alegrías permanentes.
En 1919 Baden Powell, a la sazón dedicado desde hacía años sólo al mejoramiento del movimiento scout, publicó Guía para el Jefe de Tropa, un esclarecedor manual con los principales lineamientos pedagógico-didácticos del movimiento, con plena vigencia incluso en la actualidad. Así, quedaron conformadas en poco más de diez años las bases del scoutismo (castellanizado con el disonante "escultismo" aunque menos aberrante que "escultista", para la voz "scout", formadas a partir de los clásicos y extrañados criterios de tratamiento de los préstamos por parte de la R. A. E.)
Fundamentos del Scoutismo
Ya en 1919, Baden Powell afirmaba que seguramente el scoutismo resultaba algo complejo de ver para aquellos/as que no pertenecían al movimiento. En la actualidad, quizás, esta percepción continúe siendo tal como entonces.
La definición "de manual" del movimiento scout lo caracteriza como un sistema de autoeducación progresiva, basado en:
Una Promesa y una Ley
Aprender haciendo
Pertenencia a pequeños grupos; y
Programas progresivos y estimulantes
De cualquier modo, la mejor forma de entender la vigencia de este movimiento es (re)leer algunos fragmentos de Guía para el Jefe de Tropa, que permiten entender en qué sé basa la propuesta del scoutismo.
El Movimiento Scout en Argentina.
En 1911, Francisco P. Moreno organizó el movimiento scout en nuestro país, experiencia por la que se creó la Asociación de Boy Scouts Argentinos, antecesora de la Institución Nacional de Scoutismo Argentino (INSA). Desavenencias internas y oportunismos de época llevaron a que en 1937 el presbítero Julio Meinvielle, sacerdote ideólogo del filofascismo católico en Argentina, incentivara la creación de la Unión Scouts Católicos Argentinos (USCA). En la actualidad, ambas asociaciones se encuentran unidas en Scouts de Argentina, aunque en el proceso de integración de ambas instituciones, nuevamente las ansias por pequeños espacios de poder por parte de ciertos dirigentes scouts, y cierta concepción medieval y retrógrada de la Iglesia Católica, llevaron a que se produjera un cisma y se crearan numerosas asociaciones diosesanas de scoutismo católico (A.Di.S.Ca), como forma de retener bajo un aggiornado voto de obediencia y sumisión a los grupos scouts parroquiales, que sufrieron fuertes presiones para escindirse de Scouts de Argentina, so aprecibimiento de calamidades parecidas a la excomunión. Esto ocurrió, por ejemplo, con el Grupo Scout Nº 257 "Nuestra Señora del Carmen", de Cañuelas, el más antiguo y tradicional de su distrito scout, que fue explusado del local parroquial por el cura párroco de entonces, un intrascendente burócrata deseoso de escalar posiciones en la jerarquía eclesiástica.
En la actualidad, los grupos scouts de la asociación Scouts de Argentina se encuentran diseminados en todo el territorio del país. En 2005, se realizó en Argentina un Jamboree (campamento mundial) que recibió scouts de todo el mundo.
Dado que el movimiento scout implica voluntariado, Scouts de Argentina no puede abstraerse de los problemas económicos que nos aquejan y han aquejado en los últimos años, como asimismo no es ajena a la devaluación de valores tales como servicio al prójimo, «dar sin esperar recompensa ni alabanza», etc. Uno de los desafíos del movimiento scout es, precisamente, captar el voluntariado de adultos que actúen como animadores del movimiento, y redefinir el método scout en función del sujeto pedagógico del siglo XXI, quizás aún afecto a la naturaleza, la vida al aire libre, pero también inmerso en un mundo hipercomunicado, tecnológico, virtual.
Perspectiva histórica y horizontes futuros.
Es innegable que Baden Powell, años después primer Lord of Gilwell, fue un militar británico que actuó, como no podría ser de otro modo, en las campañas bélicas colonialistas en India y África del siglo XIX. Sus biografías suelen destacar la defensa del pobladío de Mafeking, hecho que él mismo se encargó de relatar en sus escritos para scouts. Sin embargo, y aun tomando en cuenta este condicionante de época, no aparecen en sus libros y manuales referencias racistas ni xenófobas sino respetuosas y hasta elogiosas respecto de, por ejemplo, los boers o los zulúes.
Se ha sugerido en numerosas ocasiones un vínculo más o menos explícito de Baden Powell ("BP", entre los scouts) con la masonería, si no en forma directa, a través de muchos de los promotores del movimiento y amigos personales (Kypling, entre otros) Evitando simplificaciones y preconceptos, y aun desconociendo en absoluto en qué consiste la masonería, es indudable que reducir el scoutismo a una variante masónica es un análisis simplista, puesto que sería desconocer qué rol desempeñan y han desempeñado los scouts, las sociedades, las culturas en general, una vez que se apropiaron del método ideado por Baden Powell. Del mismo modo, también es reduccionista evaluar el scoutismo como una sugestiva y novedosa forma de colonización ya no por la fuerza, sino como una sutil estrategia de transculturización del imperio (británico, en este caso).
No menos cierto es también la impronta militarista, disciplinaria, verticalista que tuvo el movimiento scout en sus orígenes. A diferencia de otros movimiento sociales y/o culturales surgidos de un "padre" militar (pienso, por ejemplo, en el peronismo) el movimiento scout en Argentina ha hecho ingénitos esfuerzos a partir de 1983 por reconducirse hacia una propuesta democrática y pluralista, desestimando el corsé militar fundacional que se vio fomentado, obviamente, en tiempos de la dictadura militar. Este mismo esfuerzo, cabe destacar, ha estado haciendo el sistema educativo todo, con resultados menos contundentes. En la actualidad, Scouts de Argentina está conducida por Luis Silvestri, quien, me consta, es un hombre probo e idóneo: un buen tipo. Seguramente su mandato ha surgido, como se viene repitiendo entre los scouts, a partir de asambleas acaloradas y el voto directo de los asistentes. Me ha tocado asistir a alguna Asamblea Nacional de la USCA y a las primeras de Scouts de Argentina, y he visto lo mejor de los mecanismos democráticos (las negociaciones, las construcciones de acuerdos, etc.) y lo peor (las transas, las difamaciones, etc.) Nada nuevo bajo el sol: no se les puede pedir a los scouts que sean como no es su sociedad, pero es imprescindiblemente honesto no achacarles impugnaciones que nunca existieron o que fueron revertidas hace décadas.
Es imposible pensar cualquier emergente histórico desligado de su contexto; esto vale tanto para los grandes movimientos sociales, como para los movimientos artísticos, las corrientes pedagógico-didácticas, la teología o el marketing. Evaluar el scoutismo como algo inofensivo, un divertimento inocuo (no recuerdo exactamente cómo es, pero circula un malicioso aforismo que señala que los scouts son un grupo de nenes vestidos como boludos dirigidos por un boludo vestido como un nene), o como un peligroso sedimento autoritario, pletórico de militarismo y designios imperialistas, propios de la sinarquía internacional, es colocarse en una postura que niega y obtura el potencial de una propuesta que es demostradamente efectiva en la educación no formal para el tiempo libre, en momentos en que la sociedad y el Estado no saben (no pueden, o no quieren) cómo construir ciudadanía activa con sus niños y jóvenes por fuera de la institución escolar.
Creo, y esta es una humilde opinión personal, que más allá de las teorías pedagógicas en boga en determinada época, un "buen maestro" deja huellas en la memoria, un vínculo inasequible que sigue siendo un misterio para los teóricos (y por suerte, para los especialistas en ciencias de la educación). Nadie recuerda su educación primaria, secundaria, terciaria, como un todo, sino a partir de "maestros", de "momentos" que valieron la pena. Yo guardo mis años activos en el movimiento scout como los más felices, los que más a fondo me han marcado y los que, sin dudas, me han formado como (endeble) educador y quizás, como animador (muchas veces, las tareas en la dirección de la escuela son, ay, tan semejantes a las Asambleas de Distrito, tan bolsa de gatos, tan hermanamente unidas a la vez: pero quizás siga prefieriendo la dirección de un Distrito, aun en las peores épocas de "pelea a cara de perro" con los párrocos, en épocas de la unión INSA-USCA).
Vaya un "siempre listo" a la distancia para el Grupo Scout 257, para el Campa, para el Negro Abdo, para el flaco Malcorra, para el eterno Huevo, para Juan Francisco Ezquerra, un gran amigo de mi infancia, para el Peta, que me invitó a entrar... Y para aquellos pibitos que hoy deben ser tipazos de ley: Claudio Farina, Javier Clérici, Rolo, y tantos otros, que vivieron mis primeros pasos como dirigente. Y en particular, para mis dos ahijados de confirmación, regalos que el scoutismo me brindó: José Romaní, a quien hace años no veo, y Justi Contreras, a su vez padre de Jere, mi ahijado de bautismo, una de mis alegrías permanentes.
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