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viernes, 29 de febrero de 2008

Balance 5

Se acabaron, irremediablemente, las vacaciones • Las de la mente, sobre todo • A volver al ruedo, mierda carajo


El último balance lo realizamos a fin de noviembre. Diciembre fue un mes de esos que te llevan como la marejada, así que no daba ni para balanceo ni para alineación... Enero y febrero, creo, todos convinimos, tácitamente, en desaparecer, al menos de acá (y quizás de todos lados) Por lo tanto, ahora volvemos... ¿renovados/as? Marzo nos pondrá a prueba, aunque... este año el gregoriano ha querido crucificar a Jesús justo, justito, pegado al feriado por la memoria, así que quizás usemos los 5 días para algo interesante, ¿o no?. Como cantaba Alberto Castillo: Por cuatro días locos...

En algún momento mencioné que iba a hacer una bitácora de mi regreso a Viedma (digo regreso porque cada vez más siento que Viedma es mi lugar, y que estoy acá por accidente, alienadamente, de prestado) Por supuesto que desistí del proyecto, por esa arraigada idea post-estructuralista, tan carne en mí, de que el autor ha muerto (oh, Derrida, oh, Barthes: maldigo el haberlos conocido y haberme obnubilado con vuestos cantos de alocadas sirenas gálicas) ¿A quién le puede importar qué carajo hice en un viaje que, por su parte, fue proyectado con la consigna de no hacer nada, nada que implicaba, por supuesto, dedicarme a leer, escribir, echarme en la playa, caminar, y comer, mucho comer: vacaciones gastronómicas, cuyas consecuencias, en toneladas, percibo ahora. Así que este balance es, strictu sensu, un antibalance, o sea, un balance de las cosas que pensé publicar y no sólo no publiqué sino que no voy a publicar. O sea que este vendría a ser una especie de prólogo de esos tantos que aparecen al comienzo de la macedoniana Museo de la novela de la Eterna, con menos vuelo y mucho más acotado, obvio (entre otras cosas, porque no cuento entre mis amigos con ningún Georgie, y no puedo dedicarme a departir alegremente en cafés y cenas literaturizando en forma oral)

Hecho el prólogo, entremos en el consabido análisis de las encuestas, como cierre para -de una puta buena vez- poder poner las nuevas (seguramente el malón que constantemente entra en el blog (?) se preguntará "hasta cuándo aparecerán las viejas cerradas -sin alusiones personales-; cuándo vendrán las nuevas, jóvenes y abiertas -ídem)

La primera era ¿Con quién pasás estas vacaciones? Tenemos, evidentemente, un público enamorado. O un público enyuntado. O un público que tiene palenque 'onde rascarse, al menos: 45% se fue con novio/a, y 9% con marido/esposa (en este caso, la opción incluia hijos/as). Un/a pobre santo/a se fue con hermanos/as, primos, etc. y, en pareja proporción (18%) estamos los que nos fuimos solos, solita mi alma, o con amigos/as (caso en el cual, si los grupos fueron mixtos, quizás se dio lo del palenque, sólo quizás) El dato que descolla, no obstante, es dónde fueron: otra vez 5 personas (41%), los mismos que la pasaban con novio/a, afirmaron que irían a ningún lado, con lo cual es dable suponer que han ido a piletas, parques, etc. Linda forma de pasarla con el novio/a... 8% se fue o se quería ir a Córdoba, y nuevamente, en idénticas proporciones nos fuimos a la Patagonia y/o a la costa (25%) ¿Los descartes?: Nadie se fue con el/la amante (el/la otro/a no merece vacaciones, pareciera, porque no me la creo esa de que acá nadie tiene o tuvo un desliz); nadie se fue con los padres, los abuelos o los tíos, ni con acompañantes pagos, ni con desconocidos/as contactados por Internet, fonochat y esas cosas; no se fueron a Cuyo, ni al NOA, ni al NEA, ni a la Mesopotamia, ni al extranjero limítrofe, ni al extranjero profundo. Dicho de otro modo: ¡no nos cruzamos en los mismos lugares de puro pedo! (Bah, yo sí me encontré con Mauro Restelli y sra., exalumno de Semio y actual extasiado cursante de Letras, pero fue pactado de antemano).

Podríamos intersectar lo anterior con la siguiente pregunta, que era de respuesta múltiple, como para saber con qué disfrutamos las vacaciones normalmente, hayamos ido a ningún lado o a cualquiera de los mencionados, solos y/o acompañados. A la cuestión de ¿Qué cosa/s JAMÁS pueden faltar en tu valija cuando te vas de vacaciones?, una amplísima mayoría (64%) respondió libros, seguidos muy de cerca (50%) por CD's, reproductores de música, etc. Hasta acá, podríamos decir: dupla convencional y afín (literatura y música). Otra fue, con el 35% en ambos casos, la de ropa para la noche y preservativos. Como si dijéramos: no sólo de leer y escuchar música vive el hombre (la mujer también, claro está): también están la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres... Otro 35% consideró que infaltable, lo que se dice infaltable, son las hojas y las lapiceras, quizás, relacionando datos, para hacer las listas de libros que ya leyeron, temas musicales que ya escucharon o... chabones/chabonas que ya se voltearon... Andá a saber. Un cauto 28% afirmó que jamás sale sin un abrigo (por si refresca) en su valija. Otro 28% dijo que lleva mapas, con lo que podríamos concluir que nuestros visitantes saben que se van, pero no saben bien a dónde. Y dos datos llamativos: sólo el 28% dijo que es imprescindible el teléfono celular, la misma cantidad que declaró las drogas (legales y/o ilegales). ¿Llamativo por qué? No sé, fijáte... ¡no tengo todas las respuestas! 21% de los encuestados lleva bronceador (supongo que para el día) y otro 21% considera imprescindible el maquillaje (supongo que para la noche) Podríamos decir, apresuradamente: del 35% de las personas que se dedicó en sus vacaciones al meteisaca con preservativo, sólo el 21% se maquilló (antes, para conquistar; o después, para ocultar las visibles marcas de trasnoche) No sabemos si ese 21% maquillado corresponde a señoritas o a señoritos, lo cual abriría toda una cascada de nuevas hipótesis. En franca minoría, están (estamos): tupper con viandas para el camino (14%), termo con escabio para el ídem (14%), barajas, dados, juegos de mesa (14%), pala "Lineman" (7%, o sea: yo), PC portátil (7% que no fui yo), agenda con direcciones y teléfonos (evidentemente, no respondió esto ni los/las que llevaban el celular ni el/la que llevó la PC portátil) Un 14% llevó otros, que andá a saber qué sería (me parece que no voy a incluir más esta opción en las encuestas) y nadie, pero nadie nadie, llevó Biblia y rosario, pelucas y medias de red, y la foto del consorte, como conjuro para evitar ponerle cornamenta (o sea que, o somos un público fiel, o somos un grupo desprejuiciadamente infiel)

Cambiando el ángulo de la información, y en otra sección de nuestro programa, clásica, corresponde ahora que arrimemos el bochín a la cuestión de la lengua. Esta vez, el enunciado en juego fue Una novia/esposa quejosa, de esas que nunca faltan, recrimina a su novio/marido en las vacaciones. ¿Cuál de las siguientes es la opción normativamente correcta?. La correctísima, purísima, por la que se decidió apenas el 10% (una sola persona) era «¿Para qué me dijiste "vámonos a la costa? ¡Acá todo aumentó el ciento por ciento!», e implicaba:
• El vulgarismo en dijistes (el pretérito perfecto simple de la segunda persona del singular, para la segunda y la tercera conjugaciones (terminaciones en -er e -ir) es SIEMPRE en -iste: partISTE, dijISTE, temISTE, tuvISTE, etc. Una posible explicación de este error es la de que pareciera que, intuitivamente, los usuarios del español tienden a asociar la marca -s en las desinencias como de 2ª persona, hecho que se puede encontrar, por ejemplo, en los presentes y los pretéritos imperfectos. Por contaminación de las marcas temporales trasladarían -s al pretérito perfecto simple, antiguamente denominado indefinido. La adición de un sonido al final de una palabra se denomina paragogue, y suele utilizarse para suavizar un final de palabra inusual en el español (frac o fraque, por ejemplo) En algunos casos es correcto, o aceptado por la institución rectora (la RAE) pero en otros, como en la -s paragógica que nos preocupa, no lo es.

• El vulgarismo en vamosnos. Técnicamente irreprochable, acá la -s se pierde, por usos y costumbres. La síncopa (caída de un sonido en el interior de una palabra) de -s se dio por cacofonía (disonancia o choque de sonidos próximos) cuando el enclítico de primera persona del plural se une con el verbo en primera del plural, como en este caso.
• El vulgarismo en cien por cien(to): en este caso, se trata de apócopes (caída de los sonidos de una palabra, por motivos gramaticales) mal formados. Algunos adjetivos y adverbios sufren apócope, delante de sustantivo (cien casas) o de otro adverbio (muy poco) Las formas plenas (ciento, mucho) se utilizan cuando, respectivamente, no acompañan a un sustantivo u otro adverbio (Déme ciento; déme mucho) Ya tratamos esta cuestión, creo, cuando vimos el caso de primero y tercero (puesto que el apócope, además, se da sólo en los masculinos), por lo que no ahondaremos.

Un 20% optó por el enunciado que tenía todo mal (
«¿Para qué me dijistes "vámosnos a la costa? ¡Acá todo aumentó el cien por cien!»); otro 20% optó por el que tenía uno de los dos problemas de apócope («¿Para qué me dijiste "vámonos a la costa? ¡Acá todo aumentó el cien por ciento!); y otro 20% prefirió el caso de la paragogue y del mismo error de apócope («¿Para qué me dijistes "vámonos a la costa? ¡Acá todo aumentó el ciento por ciento!); 10% cayó en el problema de la síncopa y del doble apócope («¿Para qué me dijiste "vámosnos a la costa? ¡Acá todo aumentó el cien por cien!»); otro 10% sólo en el de la paragogue («¿Para qué me dijistes "vámonos a la costa? ¡Acá todo aumentó el ciento por ciento!») y otro 10% sólo en la síncopa («¿Para qué me dijiste "vámosnos a la costa? ¡Acá todo aumentó el ciento por ciento!»)

Hemos tratado, en esta lección, el apasionante tema de los metaplasmos, es decir, de las figuras de dicción que implican la alteración de los vocablos, por aumento (por ejemplo, aunque hay más, la paragogue), supresión (apócope, síncopa) transposición (algo maravilloso que se llama metátesis y que explica, por ejemplo, por qué algunas personas dicen vedera en lugar de vereda) o la contracción de dos sonidos. Finalizada que hubo... ite, misa est.


Nos vemos en el sexto.

jueves, 28 de febrero de 2008

En la educación formal, el registro de las clases se constituye en una herramienta fundamental para sistematizar las experiencias de aprendizaje de cada grupo áulico • En este documento, proponemos la utilización de los registros de clase como una instancia más de aprendizaje para los alumnos/as • Ofrecemos un resumen de su introducción, y el documento completo para descargar


Hasta hace unas décadas, un docente de cualquier nivel de enseñanza debía registrar exhaustivamente todas y cada una de las actividades que proponía a sus grupos de clase. Carpetas, leccionarios, libros de tema se constituían en útiles que favorecían una doble tarea, fundadas en dos paradigmas: el conductismo enciclopedista y el autoritarismo. Descontextualizado del aula, el registro permitía reflejar en él clases ideales cuyas características bien podían no coincidir con el hecho concreto del aula en sí, en la que ocurrirían, seguramente, muchas más cosas que las consignadas, muchos más aprendizajes que los previstos. Con el auge del constructivismo en la didáctica, se comenzó a cuestionar el sentido de la práctica de registrar las clases, con la idea de que es imposible, utópico e incluso contraproducente suponer que se puede dejar constancia de los múltiples aspectos, procesos y aprendizajes que una clase puede propiciar. Sin embargo, al no cuestionarse el fundamento último de esta práctica, el fetiche pasó a ser, en buena medida, la planificación. Vemos entonces cómo el registro de clases y las planificaciones, se pueden constituir en insumos descontextualizados del aula, herramientas que intentan, con mayor o menor éxito, construir la clase, antes que reflejar lo que en ella sucede o de ella se espera. Esta direccionalidad va de la mano, seguramente, con cierta concepción vertical de los roles en el aula y en la escuela.

¿Querés leerlo completo? ¿Querés afanarlo? Clic ACÁ

miércoles, 27 de febrero de 2008

Luego de un mes, Speedy se dignó a reparar el servicio en casa • Hay tanto (?) para publicar, que de a poco incluiré todo • Por ahora, algo que leí hace unos días • Vos, ¿qué opinás?


Buenos Aires, 20 de febrero (Télam).- Un adolescente de 15 años que arrojaba piedras contra los autos que pasaban por una ruta provincial en el partido de Florencio Varela fue herido de tres balazos por un conductor que se enojó por la rotura de su parabrisas.

Fuentes policiales informaron que el episodio ocurrió esta madrugada en la ruta provincial 53 entre las calles 1314 y 1316 de ese partido del sur del conurbano, donde quedó herido de tres tiros el chico, mientras otros dos amigos del muchacho herido resultaron ilesos.

El episodio se originó cerca de las dos de esta madrugada cuando el adolescente y dos amigos comenzaron a arrojar piedras contra los autos que pasaban por la ruta, en la entrada al barrio Paraná, de la localidad de La Capilla.

Según las fuentes, los vehículos son habitualmente atacados a piedrazos en esa zona por chicos que aprovechan para robar a los automovilistas que se detienen y, luego, se refugian en las casas del asentamiento.

Los investigadores determinaron que esta madrugada, los chicos atacaron a al menos cinco automóviles, uno de ellos un auto rojo al cual le rompieron el parabrisas.

Ante esa situación, el conductor de ese vehículo retomó la ruta en sentido contrario hasta donde se hallaban los adolescentes y comenzó a disparar con un arma de fuego.

Fuentes policiales confirmaron que el chico de 15 años recibió un balazo en la cadera, otro en la pierna izquierda y otro en el brazo derecho.

El adolescente fue trasladado de inmediato a un centro asistencial de la zona, donde permanece internado aunque aparentemente fuera de peligro, dijeron las fuentes consultadas.

Al momento de ser interrogado por los médicos del centro asistencial, el chico dijo que había sido baleado al quedar en medio de un tiroteo entre policías y ladrones, pero luego los pesquisas determinaron que los balazos los recibió tras atacar a piedrazos al conductor.

En tanto, el conductor del auto huyó del lugar tras el ataque a balazos, por lo que está siendo buscado intensamente por la policía.

Los investigadores buscaban hoy testigos del hecho que pudieran aportar datos sobre el automóvil.

El caso es investigado por personal de la comisaría 5 de Florencio Varela y por un fiscal de turno del Departamento Judicial de Quilmes.

sábado, 9 de febrero de 2008

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XXV

– Eh, loco, ¿qué pasa?
– No aguanto más estar adentro, Tito. ¿Cómo hacés vos para estar siempre pila acá?
– No sé. Capaz que porque ya no pienso dónde estoy
– Pero… yo no puedo. Estamos todo el día al pedo, de acá para allá, no podés no pensar. Yo te juro, no quiero pensar pero así de repente me acuerdo algo y ya empiezo qué estará haciendo mi abuela, qué estarán haciendo los locos en el barrio
– Bueno pero otra no te queda, si no te tenés que matar.
– O pirarte a la mierda de acá…
– Sí, también pero es un bardo eso. Y un garrón si te vuelven a agarrar.
– Sos un cagón
– Eh ¿qué pasa, Lalo? Cagón no soy, te digo las cosas de frente. Vos porque… ¿cuánto hace que entraste? ¿Seis meses?
– Sí, maso.
– Bueh, mirá, yo ya hace once meses que estoy acá, y me quedan uno más. Si me limo la cabeza ahora…
– Bueno, vos porque salís… Un año se pasa re rápido…
– Seh
– Yo estuve pensando algo, ¿sabés?
– Algo… ¿qué?
– Para pegarme el palo de acá
– ¿Posta?
– Seh, no es tan difícil me parece…
– Te jugás la vida, Lalo
– Y si acá igual la vida se me pudre, Tito
– Bueno, pero…
– No jodas, me hacés ¿la segunda?
– No sé, Lalo, la verdad no sé
– Pasáme un careta, dale, cagón
– No soy cagón, boludo… Pero… cómo vas a hacer, ¿eh? A ver
– No te cuento una mierda, seguro me mandás al frente vos, cagón
– ¿Qué onda, gil, me llamás buchón?
– Y si arrugás… Tengo una idea re piola y vos me decís que te vas a quedar acá…
– ¿Y para qué querés que me raje con vos?
– No sé, te digo la verdad, no sé. A veces pienso que sos la única persona que tengo, ¿entendés? Con vos hablo piola, nos entendemos, te conté todo lo de mi viejo y no delirás, qué sé yo… ¿Vistes cuando tenés algo polenta y todos quieren tenerlo y vos te lo encanutás? ¿Vistes que sentís que todos te envidian y vos vas y se lo prestás solamente a uno, y los demás se ponen de la nuca? Yo ahora tengo un re plan, Tito, pero… lo pensé para los dos… Sos lo único que tengo…
– No digas eso, salame. Tu abuela… Vos me dijiste que tu abuela…
– ¡Vieja chota que ni vino!
– Dale tiempo… Mirá… Yo… cuando … a los cinco seis meses de estar acá… también no aguantaba… quería matar a todos acá… y yo nunca bajé a ninguno… mis causas ya las conocés…
– Jaja, sí, rastrero roñoso… Acá el expediente poronga es el mío…
– Dale, pillo, qué te hacés… si sabrías en serio no estarías acá…
– Ya voy a aprender, gil, tengo un plan.
– Metéte el plan en el orto, si no me lo querés contar. Bueh, te decía… yo acá tampoco aguantaba una, son una manga de soretes todos, ni ranchear piola podés… Una manga de pendejos que se hacen los polenta… Vos por lo menos vas a ir a Batán, ahí te hacés hombre…
– O te cagan partiendo
– Y sí, pero ahí… si te hacés respetar…
– Yo no voy a ir a Batán, Tito, no voy a ir a Batán.
– Bueh, te decía… A los cinco meses maso, estaba re pelotudo acá… Lloraba… No le digas a nadie acá, no sabés cómo lloraba, parecía una mina…
– Yo también lloro a veces acá
– Sí, ¿te pensás que no me di cuenta?
– Ja, ¿qué sos psicólogo ahora?
– No boludo, pero estás durmiendo abajo, te escucho…
– Qué chabón raro que sos… Acá el que llora cagó… y vos…
– Sos un amigo, loco… Y yo no soy un violín…
– ¿Y vos por qué llorabas?
– …
– Eh, ¿vos por qué llorabas?
– Pasa que cuando entré, me creía re pija… Pero estaba re verde… Y bueh… ¿Viste el gil que anda todo el tiempo con la gorra, el Chómpiras?
– Seh
– Ése me agarró a la semana, una tarde, en las duchas…
– Qué hijo de puta, ¿en serio?
– ¿Qué te pensás, que te voy a mentir con eso?
– No… Sí… Bah, qué sé yo… ¿Entonces… vos…? ¿Y cómo zafaste?
– La primer vez pensé Y bueh se sacó la ganas ya está Pero no acá te agarran una vez como hembra y después cagaste hasta que no aparezca otro no zafás
– Yo entré y ninguno se mandó ninguna
– Vos entraste bien, piola. Nos avisaron que entrabas vos, el de la tele, ¿entendés? Acá ninguno tiene causa por achurar a los viejos…
– Jajajaja qué hijo de puta. Y te hacías el que no sabía nada y me preguntabas por qué caí y todo eso los primeros días.
– Era para hacer amistad, ¿qué querés que te diga eh, loco, sos re pillo, ranchá conmigo así de una?
– …
– …
– ¿En qué pensás?
– Nada ¿Y vos por que llorás, Lalo?
– No sé. Eso es lo peor. No sé qué mierda lloro. No hay nada afuera que realmente extrañe, los pibes son todos boludos, mis viejos… Bueno, ya sabés… Mi abuela, qué sé yo… La escuela, una mierda, siempre me suspendían, me echaban… Pero por lo menos afuera, qué sé yo… la peleás
– Sí, pero si salís, ¿vos te pensás que alguien te va a dar bola? No vas a poder laburar, a tu casa ni hablar, es el primer lugar donde van a estar los ratis buscándote… Encima, ¿vos te pensás que salís de acá y no pasa nada? De nuevo en la tele…
– Me chupan un huevo
– Sí, pero ¿qué vas a hacer?
– VAMOS a hacer…
– No, yo no sé Lalo… Al pedo jugármela…
– Por mí, loco, ¿no te la jugarías por mí? Si a vos tampoco tus viejos te vienen a ver, vos tampoco tenés nada…
– ¡Por eso! ¿Qué voy a salir, a chetear de nuevo a viejas en una esquina hasta que me agarren? Si cumplo la condena, qué sé yo…
– La cumplís y nadie te va a dar cabida igual, ni tus viejos, ni para laburar… Vas a terminar afanando de nuevo, y de nuevo adentro
– ¿Y vos cómo vas a vivir eh?
– Yo me voy a la mierda, ya lo pensé, me voy a Paraguay
– Jaja sí, así nomás de repente
– En serio. Allá sí cambio, hago otra vida… Acá nunca voy a poder
– ¿Y con qué vas a ir?
– Bueno, esa va a ser mi primer vez y mi última vez…
– No te entiendo
– Salgo, hago una bien bien piola, un buen despelote, que me deje buena guita, y me piro a Paraguay
– En una semana estás de nuevo acá ¿Te pensás que la gente no te conoce?
– Ya fue, hace seis meses…
– Sí, puede ser…
– Dale, veníte conmigo, sos lo único que tengo, Tito… Si fueras una mina… Me caso con vos, jajaja
– Tocá de acá, gil, yo no me la como… Vos vas a ser la mujer
– Ni en pedo, acá el que tiene el culo roto sos vos, pibe
– Tomatelás… ¡Forro, para qué mierda te cuento!
– Una joda, Tito… Dale, veníte conmigo.
– Si ni me contaste cómo mierda vas a hacer.
– No es difícil, escuchá…


XXVI

Era un día de insoportable calor de diciembre. Leonardo había estado las seis noches anteriores en vela, durmiendo entrecortadamente, cuando podía, entre libros, apuntes, imágenes, y más libros. Patología II era complicada, todos lo sabían, y había que dedicarle tiempo. Dos días enteros pasó sin ver a Sofía, encerrado con Álvarez estudiando, leyendo y viviendo apenas. A los ojos de cualquier desprevenido, era un fantasma, un dejo espectral de sí mismo, demacrado y absorto.
Se hablaban por teléfono con llamadas rápidas, en las que ella prestaba su oído a nombres interminables y enfermedades extrañas y síntomas exóticos; Leonardo, a cambio, escuchaba de ella las visicitudes del guion que debía terminar urgentemente y de un profesor de Historia del cine que se mofaba permanentemente de sus alumnos y alguna que otra anécdota similar. Él rendiría su último examen el 19 de diciembre; ella tendría que presentar el 22 su guion. A ambos convenía esta exigua separación, pero Leonardo la sufría como el peor de los obstáculos dentro de su carrera, la peor situación, la pregunta más complicada de su examen: hasta tal punto se había acostumbrado, ya, a entender la vida como un conglomerado de hechos y de voces en las que, invariablemente, estaba –o debía estar– Sofía.
La madrugada del 19, Leonardo decidió que era un buen momento para terminar con los libros: de nada sirve estudiar a partir de ahora, un médico también se recibe con un cuatro, se dijo, recordando, una vez más, una conversación con Sofía. Esas charlas eran curiosas, porque ella aportaba la irrealidad propia del arte, y él pretendía las pruebas irrefutables de la empiria. A ambos gustaba el hecho de azuzar al otro, con frases más convincentes y absolutas que valederas. La que Leonardo recordó esa madrugada, en particular, quedó por mucho tiempo como un eco irresuelto en su mente, aunque obviamente frente a ella la redujo a un puñado de falacias: No puede ser que un médico, alguien que resuelve si vivo o si muero, se haya recibido con un promedio de cuatro en su carrera, Leonardo; alguien que sabe un cuarenta por ciento de lo que tendría que haber aprendido pretende curarme, le había arrojado, Sofía, a la cara, divertida, burlona. Prefiero un cineasta –continuó– que aprendió el cuarenta por ciento: ahí el único problema es volver a la boletería y exigir que te devuelvan la plata de la entrada.
Leonardo cerró el libro que para ese momento era, no cabía dudas, un mamotreto de datos incomprensibles, y se dispuso a darse una ducha. El agua caía pesada sobre su espalda contracturada, sobre sus brazos debilitados y cansados, las musculosas piernas que no soportaban el peso de su cuerpo. El examen sería al mediodía, por suerte, y tendría tiempo de dormir, o al menos de retomar su estadía en el mundo de los vivos.
Salió del baño mojado y desnudo, evitando mojar los papeles desparramados en su departamento chiquito de estudiante universitario. A la vez que caminaba a la cocina se iba secando el cuerpo, retirando como una turba enfurecida las gotas de agua que habían decidido alojarse, plácidas, en cada uno de los vellos de su cuerpo. Si pretendía tomar este lapso como un momento de relajamiento anterior al final, no lo estaba logrando, pues actuaba con la aceleración propia de quien decidirá, en unas horas, su suerte, su destino. Actuaba acelerado, frenético, ansioso: prendió la hornalla mientras también encendía un cigarrillo mientras ponía la pava al fuego mientras también pensaba que cuando Sofía quedara embarazada dejaría el cigarrillo mientras terminaba de secarse el cuerpo mientras se debatía en llamarla o no llamarla mientras también preparaba el mate mientras iba al baño a dejar la toalla húmeda mientras repasaba si había memorizado bien las enfermedades que producía el cigarrillo mientras también acomodaba los papeles de la mesa de la cocina mientras apagaba la pava y se sentaba a la mesa. Allí se detuvo, de repente, extasiado, en seco: habría que decidir la fecha de casamiento. Ese mediodía se definía su futuro, su verdadero futuro, aquello que le trazaría el sendero de la dicha de por vida: recibirse. Casarse. Todo cambiaría en apenas veiticuatro horas, en ese mismo día, que comenzaba con la ansiedad de una ducha y unos mates, terminaría en brazos de Sofía, en ese mismo departamento, formalizando así la unión que más adelante el registro civil legalizaría: esa noche, técnicamente hablando, ellos estarían casados, puesto que el único requisito que se habían impuesto ambos era que él, Leonardo Molina, se recibiera. Habían decidido, también, postergar los festejos, las salidas con amigos, la cena, hasta después de que Sofía presentara su trabajo en el Instituto: tengo la idea, pero no puedo escribir el guion, le había dicho bastante angustiada en la última conversación que habían tenido. Esta noche el doctor Molina te lo escribe, le contestó él, feliz, sintiendo próximo el momento del reencuentro, a un paso del futuro que había empezado a soñar y que se estaba concretando, el perfecto movimiento de la pieza en tablero de su vida. Los dioses, él no lo sabía, enmarañaban pícaramente los escaques, por el sólo hecho de desafiarse y de guardar nuevas partidas memorables en los anales del Olimpo.


XXVII

viernes, 1 de febrero de 2008

NOVELA (OCTAVA ENTREGA)

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XXII

Mi sueño más lindo

Mi sueño más lindo no es uno que tuve, es uno que quiero tener. Yo a veces sueño que soy un pajarito y que un gato me quiere comer, aunque por suerte mi mami siempre está mirando desde la ventana y me salva, pero ese sueño no me gusta, por eso quiero soñar algún día este otro.
Yo sueño con ser una buena persona, crecer y ser bueno con los demás. Quiero ayudar a la gente y cuando sea grande quiero ser peluquero. Ese es mi sueño.
Y quiero llegar a viejito siendo bueno y cortándole el pelo a los señores y a los chicos. Y el día que me tenga que morir, sueño que mi alma va a entrar en el cuerpo de un bebé recién nacido y va a seguir estando entre la gente, para seguir siendo bueno y ayudar a los demás.

Facundo Sparacco
4º A Turno Mañana
Publicación en el periódico mural escolar


XXIII

Mire, don Nino. Usted es una buena persona, su señora también. Eso quiero que lo sepa. Pero su hijo, el Gonzalo, es una porquería de pibe y si usted no hace nada yo le juro, Nino, le juro que se lo hago pudrir en la cárcel. Yo ayer a la tarde hablé con su esposa, estaba muy nerviosa yo ¿vio? Imaginesé, cómo estaría usted si usted encontraría esta carta y se enteraría de todo esto, ¿ve? Yo al principio no quise creer nada de lo que dice acá… No puede ser, me decía, pero no, era todo verdad, cuando le pregunté al Facundito se puso todo rojo, la cara toda colorada se le puso y se notaba que no quería llorar, pero de repente se largó con todo, mire, de un modo que me parte el corazón recordar cómo. Eso a una madre le dice que su hijo no está mintiendo, además Facundito a mí jamás, me entiende, jamás me mintió. Yo no sé si usted puede decir lo mismo de su hijo. Además el Gonzalo es un pibe grande… ¿Qué tiene? Catorce, quince años tiene ¿no? Es un hombre, usted me entiende, y las hormonas tiran, eso se lo acepto… Pero ahí usted, como padre, tendría que haberlo hablado, decirle cómo son las cosas, tomar cartas en el asunto… para que no termine siendo un degenerado…¡Y menos con mi hijo! Tantos otros pibes que hay por ahí, de última, que las madres no se ocupan, que están todo el día en la calle, vagueando.. No es por hablar mal de ustedes, ojo, cada uno cría a su hijo como quiere o como puede… Usted me entiende a qué voy… ¡Y viene a agarrarme al mío! Mire, lea.

– ¡Esta letra no es de mi hijo, doña Chiche!
– ¡Vamos! ¿No sabe leer usted? ¿No vio todo lo que dice? Y lo firma Gonzalo, ¿qué otro Gonzalo puede ser, ¿eh? Digamé
– No sé, señora, en serio estoy confundido… No le conozco mucho la letra a mi hijo, de esas cosas se encarga la María… Pero el Gonzalo tiene la letra más… despareja
– ¡Bueno! ¡La habrá hecho prolija para esta carta!
– Mire, no se enoje… Pero tendría que mostrarle la carta a mi mujer para que ella opine… Yo… Yo estoy confundido…
– ¡Yo ya le mostré la carta a la María, Nino! ¡Y me salió con las mismas boludeces que usted! ¡Es de Gonzalo! ¡O habla con su hijo hoy mismo y arreglan esto, o se van a acordar toda la vida de mí!


XXIV

…mierda por qué no puedo dormir qué calor que hace qué soretes que son estos vigilantes podrían poner un ventilador pero es mejor porque se pueden zarpar si ponen ventiladores acá cualquiera hace un fusil con el palito de un chupetín qué mierda hago yo acá en casa ahora estaría bah en casa no estaría era mejor no estar en casa la gorda chota esa siempre dándole la razon al forro que si ella supiera lo que era su querido marido seguro sabía a mí no me cagan diez veces los volvería a matar y a él más todavía se hacía la que no sabía nada ella pero bien que a la abuela esa vez que casi se le escapó la miró fija a los ojos que si no se callaba la achuraba con la mirada la gorda turra por suerte al Gonzalo lo empecé a cuidar yo cuando era chiquito dijo la abuela viejo sucio hacerle eso a un nene a un bebé a mí que era su hijo hice bien en achurarlo tendría que haberlo cortado en pedazos y buscar un criadero de chanchos como decían en la película esa que vimos con los pibes esa vez y la abuela me miraba y como que quería pedirme perdón ella que fue la única que me cuidó que me quería bien cómo estará la abuela ahora pobre no vino nunca a verme debe estar sufriendo saber que estoy en cana que voy a estar toda la vida en cana por matar a su hijo ella bien que lo refugió también porque si no lo habría denunciado por más que sería el hijo si vamos al caso a mí él me dijo que me iba a denunciar con la yuta cualquiera se comió viejo mugriento se creía que todos son como él mirá si yo me lo iba a comer al Facundito el pendejo choto me invitaba a jugar con la Play y me decía que la madre lo dejaba y yo toda la tarde metido ahí aguantándome al pendejo y sus pelotudeces de mariconcito que si la tengo con pelos que si a él le va a crecer que si me la mostrás salí de acá pendejo que te cago a piñas dejáme jugar y traé más pan con manteca y él contento que yo era su mejor amigo y que cuando sea grande quiero ser como vos sí como yo fijáte vas a terminar adentro como yo si querés ser como yo y seguro que no te vas a andar cuidando a la noche durmiendo boca arriba y con un ojo siempre abierto para que no se zarpen con vos seguro que vas a dormir bien boca abajo y con el culito para arriba que si yo no te paraba vos siempre estabas que si la tengo así que si la tengo asá pendejo sucio y asqueroso cómo se nota que no tenés padre yo de chico igual me supe defender y acá estoy bien hombrecito qué tiene que ver no tener padre el pendejo salió trolo nomás por enfermo si no yo sería re puto decí que a la tarde yo estaba siempre al pedo y en la casa de él nunca estaba la madre rompiendo las pelotas te cambio la madre pendejo bah yo zafé ya fue la cagada es que acá no es lo mismo que estando en casa yo solo tendría que haberlos hecho desaparecer con chanchos y decía que se fueron de viaje y que me dejaron solo total eso se lo comían todos si todos sabían que no me pasaban cabida en el fondo seguro todos en el barrio sabían lo que el viejo asqueroso me hacía cuando yo era guacho en cambio en la casa del pendejo estaba siempre todo tranquilo cuando se ponía molesto lo mandaba a hacer la tarea y listo y el pendejo se hacía el que no sabía hacer algo qué no va a saber si era re ortiva buchón de la maestra sacaba siempre diez y venía y me preguntaba a mí cómo se hacía qué sé yo qué mierda es eso dejáme jugar y traé más mermelada en serio tu mamá te deja que yo venga acá a jugar con la Play y yo todos los días ahí si no tenía otra cosa mejor total al pendejo enseguida lo ponía en su lugar aparte a veces no era tan molesto dependía el día esa vez que me preguntó si yo soñaba porque él nunca soñaba cómo puede ser que nunca sueñe no es normal será que los maricones no sueñan por eso son así blanditos como que se la pasan todo el día soñando despiertos ojalá yo no soñaría así ni en las pesadillas se aparece el gordo hijo de puta ese a venir a pisarme ayudarme a sacar al gato y después pisarme hasta en eso me caga la vida me caga el sueño como ahora que no puedo dormir aunque ahora prefiero aunque sea dormirme y soñar de nuevo con el gato y mi viejo y matarlo también en el sueño y listo o si no ese otro sueño que había empezado a tener el pendejo me lo espantó ese sueño qué bueno si sería verdad que uno se muere y el alma flota mirando a todos saludando escupiendo desde arriba buscar una embarazada y meterse rápido en el bebé para empezar una nueva vida con una madre que te quiera y un padre que te cuide y así terminar siendo un buen tipo criado por buenos padres cuando se lo conté al pendejo se puso a llorar qué mierda llorás si no estás viendo una telenovela qué querés impresionarme guacho se quería hacer el vivo conmigo con nueve años y se quería hacer el vivo gil te pensás que yo nací ayer yo maté a mis viejos y vos no aguantás un minuto acá adentro a mí por lo menos ya en estos meses me gané mi respeto me miran y se corren en la primera de cambio lo dejo sentado de culo al salame ese del Trapito y listo soy el poronga del penal que me vengan a buscar a la noche cuando duermo boca abajo van a ver cómo salen pidiendo clemencia a Dios como dijo el otro día el mariconazo ese del cura…

Tal como habíamos comentado, la Bersuit tocó gratis para 25.000 personas • Fue en el marco de la Fiesta del Mar y el Acampante, en Río Negro • Aquí, un comentario de primera mano, y primera fila


Hasta ahora no habíamos tenido la ocasión de conversar acerca de la Bersuit, aunque a veces estuvo en proyecto este tópico. Una banda cuyas principales características son (¿fueron?) la fusión de estilos musicales diversos en una base rockera nítida, y letras ácidas, irónicas, con momentos de altos vuelos líricos, otros de incorrección política y hasta algunos de patologías diversas e inteligentemente aludidas (sumados a cierto nacionalismo fundamentalista, es cierto). Una muy buena banda, creo, que nos dio los '90. Y como para muestra, obvia y trillada, pero no por eso menos elocuente, basta un botón, releé la letra de El pacto, uno de esos temas que justifican, ellos solos, la existencia de un grupo de rock en este mundo. Y como bonus track, otro botón, el de "play", que tenés que apretar para ver la intro bien acústica de esta canción en el recital de que estamos tratando.
Un pacto para vivir,
odiándonos sol a sol
revolviendo más,
en los restos de un amor,
con un camino recto
a la desesperación.
¿Desenlace?
En un cuento de terror.

Seis años así,
escapándome a otro lugar
con mi fantasía.
Buscando otro cuerpo, otra voz,
fui consumiento infiernos
para salir de vos,
intoxicado, loco,
sin humor...

Si hoy te tuviera aquí,
cuando hago esta canción,
me sentiría raro.
No tengo sueño, mi panza vibra.
Tuve un golpe energético,
milagro y resurrección.
Y eso que estaba tieso,
bajo control...

El poder siempre manda:
si para tenerte aquí
habría que maltratarte,
no puedo hacerlo: sos mi Dios,
te veo, me sonrojo y tiemblo.
¿Qué idiota te hace el amor?
Y hoy quiero darle rienda
a esta superstición...


La Fiesta del Mar y el Acampante es un evento que, desde hace unos años, viene realizando la Municipalidad de la
ciudad de Viedma (Río Negro). El año pasado, por caso, se presentó en el acto inaugural, también gratis, Divididos, y al término de esta edición (del viaje de regreso, bah) cerraban los festejos los pachangueros muchachos de Kapanga. Obviamente, este tipo de eventos es el comentario de la gente y de la prensa patagónicas, y bienvenido sea que una Secretaría de Cultura, a más de 1000 km de la jungla, se encargue de organizarlos gratuitamente.

En un pequeño escenario enclavado en la playa central del balneario El Cóndor, en el medio de dunas y médanos, a las 22.30 puntual comenzó el show. El sonido, para los que estábamos adelante, bien adelante, fue bueno, aunque el viento (siempre hay un poco de viento en aquellos lares) no ayudó a los que quisieron o tuvieron que escuchar desde atrás, bien atrás. El público era, en su mayoría, rionegrino, de toda la provincia, y su forma de vivir la fiesta fue, a los ojos de un alienado de estas coordenadas, muy patagónico, muy tranqui, aunque no por eso menos intenso.

Las características del escenario fueron, supongo, el condicionante principal por el cual, desde la puesta en escena, el espectáculo fue demasiado sobrio, demasiado calmo, demasiado medido. El repertorio, a su vez, incluyó mucho tema nuevo, mucho último disco, eso que desconocemos aquellos que seguimos a la Bersuit desde ...Y punto, y que notamos un viraje un tanto indigesto después de De la cabeza. Obviamente, es más que lícito que un grupo musical desee promocionar su/s último/s trabajo/s, pero quizás tendrían que haber tenido en cuenta que su presencia en vivo en aquellas tierras no es un hecho usual, y que por ello mismo el público habría de estar esperando más clásicos (Los Stones, que en esto de repetirse y perdurar han hecho el doctorado, bien lo saben cuando eligen el repertorio que desarrollan en estas pampas y el que arman para el Norte). Iluminación y sonido, como hemos dicho, suponemos estuvieron relacionados con las posibilidades del escenario, por lo que no insistiremos en sus carencias y sobriedades.

La banda sonó, en líneas generales, bien: ajustada, sincronizada, afinada. Quizás faltaron guitarras al palo, y quizás por eso al cierre del show el violero se mandó al frente y tiró un lindo solo de guitarra al viento, como para despertar a los loros barranqueros que fueron, sin duda los protagonistas de la noche, junto con la luna redonda que coronaba el cielo: el Pelado les dedicó a ellos, en cada intermedio, una a una las canciones del show. A esta presentación le siguió la de Mar del Plata, que quizás fuiste a ver o tal vez veas este sábado en La Viola, por TN. Pero, como siempre, te lo adelantó tu blog favorito, que te regala, completito, el último tema del recital: